Aunque el profesor José Carmelo Bislick Acosta fue un destacado líder político de la revolución en la ciudad de Guiria en el estado de Sucre en Venezuela, la indiferencia de los dirigentes chavistas ante su asesinato alertó a sus familiares.
“A los actos velatorios no llegó ni el alcalde ni el buró político de la revolución. Tampoco hubo una sesión solemne para honrarlo, aunque él demostró una trayectoria política dentro y fuera del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), de importancia estratégica y organizativa”, refirió su hermana Rosmery Bislick, según un reporte publicado por Infobae.
Bislick, detalló además en exclusiva a este medio, “que la Secretaria de Gobierno del estado Sucre se presentó al cementerio, pareciera con intensión de lavar culpas y servir de enlace entre los miembros de la alcaldía y el equipo donde Carmelo trabajaba, que se negaba a reunirse con el alcalde y sus directores de línea por pensar que ellos eran parte de este abominable hecho”.
Sobre el asesinato la familia del dirigente chavista dijo: “Sospechamos que fue por su crítica constante al tráfico de gasolina, su posición crítica dentro de la revolución. Ni nosotros, como su familia, ni su equipo de trabajo, encabezado por el diputado Román Rojas, nunca supimos de amenaza alguna”.
Según su hermana el profesor 53 años “era la columna vertebral del PSUV en el municipio Valdez, por organizar y dominar la técnica electoral”.
Infobae precisó además que fungió “nueve años de concejal, director del Ince, miembro del equipo Político Municipal del PSUV y parte del equipo asesor de los Comité Constituyente. Era coproductor y moderador del programa de radio “El pueblo en combate” en una emisora local con alta sintonía”.
El lunes 17 de agosto 2020, a las 11 y media de la noche, hombres en encapuchados entraron a su residencia y aseguraron que lo iban a matar. “Estaba en su casa, con su esposa, sus dos hijos, su yerno y su nieto de seis meses”, señaló Rosmery Bislick.
Al hallar el cadáver, Bislick refirió que “en el cuerpo sin vida de mi hermano no había rastro alguno de la autopsia, ninguna incisión de bisturí. En su cuerpo solo se leían las torturas y heridas de bala que causaron la muerte de mi hermano”.
“Hoy, al haberse cumplido ocho días del suceso, no tenemos ni el protocolo de autopsia ni se ha podido levantar el certificado de defunción. Ningún documento certifica la muerte de mi hermano”, cuestiona la hermana del fallecido.
Rosmery asegura que en cuanto ocurrió el secuestro, se dirigió al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) subdelegación Guiria, pero fue indignante el trato que recibió.