El régimen asentado en La Habana no quiso abrirse a pesar de la mejoría en las relaciones con Estados Unidos durante la administración del demócrata Barack Obama, aseguran dos expertos del ámbito académico español entrevistados por Radio Televisión Martí.
“Si el gobierno cubano se hubiera mostrado mucho más comprometido con los resultados de la negociación, si hubiera dado señales de que estaba dispuesto a iniciar un camino para democratizar el país, para abrir la mano en lo que respecta a libertades, probablemente Obama hubiera tenido argumentos para ir al Congreso de Estados Unidos y decir: 'señores, miren, esto es lo que está pasando'”, opinó Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano.
Ramón Jáuregui, presidente de la Fundación Euroamérica y político español, no se arriesga a valorar si La Habana respondería con medidas internas de apertura a la mano tendida por Estados Unidos.
“Es difícil decirlo, porque todavía no podemos calibrar cuál habría sido la relación. Eso nos plantea un problema de ucronía”, consideró.
Jáuregui fue ministro de la Presidencia de España durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Cree que el régimen cubano “era temeroso de lo que representaba esa apertura. Estaba muy preocupado de mantener sus esencias y de seguir manteniendo el control político de la isla”.
Opina que la aplicación de la Ley Helms-Burton y las nuevas restricciones “han significado la vuelta a los peores tiempos” de relaciones bilaterales. El experto cree que las sanciones “han rearmado el discurso más clásico del régimen cubano”, que se justifica con eso para arreciar su represión a la disidencia.
Por su parte, Carlos Malmaud opina que el saldo de la decisión de Obama de entenderse con la dictadura “es agridulce, porque lo que se había avanzado en los primeros años, después del restablecimiento de relaciones, comenzó a deshacerse a partir de la llegada de Trump. (…) el balance está marcado por abundantes luces y sombras”.
Ambos especialistas creen que el restablecimiento de relaciones “ponía al régimen cubano en una situación delicada, porque, de una u otra manera, lo obligaba a hacer cambios, o a retratarse como un régimen muy monolítico y cerrado sobre sí mismo, y reacio a avanzar”.
En sus declaraciones a Radio Televisión Martí, el exministro Jáuregui coincide en que el restablecimiento “fue un salto importante en el marco de una relación tormentosa”.
“La experiencia nos había demostrado que la aplicación de boicots y leyes contra Cuba no habían producido cambios políticos internos”. Jáuregui considera que “a Cuba se le ayuda más ofreciéndole colaboración y apertura comercial y tecnológica, que apretándole las tuercas con un boicot que únicamente empobrece al país, pero no desarrolla ninguna salida política”.
No obstante, y a pesar de la apertura del gobierno de Obama que autorizaba el establecimiento de empresas tecnológicas y de telecomunicaciones en Cuba, la dictadura de La Habana las rechazó bajo el argumento de preservar la “soberanía tecnológica”.