La "solidaridad médica" es un gran negocio para el régimen cubano

Los médicos cubanos están siendo enviados alrededor del mundo para ayudar a combatir el coronavirus sin embargo, el régimen cubano no lo hace de forma desinteresada.
Médicos cubanos preparados para ir a otros territorios afectados por el coronavirus
 

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The Washington Post ha publicado un artículo donde explica que la solidaridad médica es un gran negocio para el régimen cubano.

En tiempos en que la pandemia del COVID-19 hace estragos en el planeta, la dictadura más longeva de América Latina no ha perdido la oportunidad, o más bien, ha aprovechado las desgracias ajenas, una vez más, para erigir una nueva tribuna política al tiempo que engrosa sus arcas.

En su artículo, firmado por Abraham Jiménez Enoa, periodista cubano y director de la revista "El Estornudo", The Washington Post reseña la partida de los 52 miembros de la brigada médica cubana que viajaron a Italia a prestar ayuda sanitaria para combatir al coronavirus en Lombardía, la región más afectada del país europeo.

Jiménez Enoa llama la atención sobre el hecho de que antes de la partida, los médicos y enfermeros que integran el grupo, formaron parte de una actividad puramente propagandística, donde con banderitas de Cuba e Italia en mano, y una fotografía en blanco y negro de Fidel Castro delante de ellos, posaron para las cámaras, y escucharon la lectura de unas palabras, que a nombre Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel, buscaban darle a la ocasión un baño de solemnidad y al mismo tiempo remarcar, sobre todo en la opinión nacional, el supuesto carácter solidario y altruista del régimen y sus colaboradores.

"Sabemos que ustedes van a poner en alto el nombre de la Patria y confiamos en que se van a cuidar", fue el mensaje que les enviaron Raúl Castro, primer secretario del Partido Comunista, y Miguel Díaz-Canel, presidente de la República.

"No sorprende —ni tampoco es casual— que los dos máximos líderes cubanos se interesasen primero por el lugar simbólico donde quedará la 'Patria' tras el gesto altruista de brindar ayuda médica a una nación necesitada y, después, en segundo plano, por la salud de la brigada" escribió Jiménez Enoa, quien explicó que, "el comunicado de Estado a modo de mensaje fue sincero: en Cuba, la patria está por encima de todo y todo lo que contribuya a ensalzarla es bienvenido a cualquier costo. Castro y Díaz-Canel solo escribieron un par de líneas que describen una pequeña parte de la esencia del totalitarismo".

Como bien describe el autor, "después de 61 años de una revolución, de las poquísimas cosas de las que Cuba hoy puede vanagloriarse es de su medicina", pues "a pesar del deterioro de su sistema de salud pública, producto de décadas de estancamiento económico y del embargo que Estados Unidos mantiene sobre la isla desde 1962, la medicina cubana ha logrado mantener un alto nivel para lo que Cuba es: una isla subdesarrollada del Caribe con 11.2 millones de habitantes".

Si bien las cifras del régimen en cuanto a la medicina son poco discutibles, hay que tener en cuenta que "como todo buen antifaz, detrás de ese lobby político de resultados se esconde toda la maquinaria y el andamiaje autoritario y dictatorial que impera en el país a golpe de socavar las libertades fundamentales de todo un pueblo", escribe Abraham, quien también explica que "los logros de su medicina le sirven a Cuba para intentar borrar de la opinión pública las marcas de las huellas dejadas en el terreno de los derechos humanos. Más aún en tiempos en los que el mundo se encuentra en jaque por la pandemia de COVID-19".

Aunque los datos recogen que "durante las últimas semanas, brigadas de personal médico cubano han acudido a 15 países para ayudar a contener la expansión del coronavirus y 2019 cerró con 28,000 cooperantes en 61 países", la realidad detrás de esto es que solo se trata de un negocio, uno que le permite a la dictadura oxigenarse, más aún en medio de la profunda crisis económica por la que atraviesa.

Constancia de esto lo da la Oficina Nacional de Estadística e Información, la cual refleja que la exportación de los servicios de salud de Cuba es la principal fuente de ingresos de divisas del país.

Respecto a esto Enoa explica que "en 2018, único año en el que el gobierno dio detalles de lo que ingresa, la isla ingresó 6,400 millones de dólares por este concepto", por lo que no es de extrañar "que a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) le haya resultado sospechosa una nación que se desgañita autopromocionándose como la vanguardia de la solidaridad internacional y, a su vez, su principal rubro económico sea su propio altruismo".

Abraham también llama la atención en su texto, sobre el hecho de que las relatoras especiales de la ONU sobre las formas contemporáneas de esclavitud y sobre la trata de personas, han pedido explicaciones al régimen de La Habana a través de un documento que, entre otras muchas cuestiones, expone que el gobierno se queda "con alrededor del 75% de los salarios de los médicos cubanos que trabajan en el exterior" y que "estarían expuestos a condiciones de trabajo y de vida explotadoras", ante lo cual, Díaz-Canel y su gobierno han hecho oídos sordos.

Dado que esto es algo de conocimiento público, "la ONU no ha sido la única organización que ha mirado con otros ojos la solidaridad médica cubana. Cuban Prisoners Defenders recopiló 110 testimonios de cooperantes cubanos que evidencian 'los abusos del gobierno'".

Como evidencia Abraham presenta el caso de dos filtraciones que han salido a la luz y que "demuestran que el castrismo lucra con su supuesto altruismo".

"El diario británico The Guardian reportó, en noviembre de 2019, que, a través de un acuerdo secreto intergubernamental con Qatar, Cuba saca hasta 90% de los sueldos de los médicos que laboran en ese país. Y de Brasil ya se embolsó las dos terceras partes de lo que debía ganar cada doctor con el programa Mais Medicos, desmantelado por el presidente Jair Bolsonaro", escribió el director de la revista El Estornudo.

Si bien no faltará quien esté a favor de la solidaridad, como es el caso del propio Enoa, sobre todo en medio de la crisis generada por el COVID-19, deja mucho que desear, incluso es repudiable, que se lucre y se haga política con la necesidad y el dolor ajeno.

 

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