Sombrío pronóstico: orden mundial se alterará para siempre por coronavirus, según Kissinger

El ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, publicó una columna de opinión sobre la crisis mundial por la pandemia en la que afirmó que “los Estados Unidos deben proteger a sus ciudadanos y, con urgencia, trabajar en la planificación de una nueva época”
Calle vacía por cuarentena en Nueva York. Foto: AP
 

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Henry Kissinger, el ex secretario de Estado que  tuvo una gran influencia sobre la política internacional de Estados Unidos y sobre otras naciones, escribió una columna de opinión en The Wall Street Journal en la que prevé futuros escenararios luego del coronavirus, y su visión no es muy alentadora.

“La atmósfera surrealista que ofrece la pandemia de Covid-19 me recuerda cómo me sentí cuando era joven en la 84a División de Infantería durante la Batalla de las Ardenas. Ahora, como a fines de 1944, existe una sensación de peligro incipiente, dirigido a ninguna persona en particular y que golpea al azar y devastadoramente”, escribió Kissinger.

Sin embargo, advirtió una diferencia esencial entre aquellos días de guerra, ya lejanos, y estos tiempos: “La resistencia estadounidense fue entonces fortificada por un propósito nacional. Ahora, en un país dividido, es necesario un gobierno eficiente y con visión de futuro para superar los obstáculos sin precedentes en magnitud y alcance global. Mantener la confianza pública es crucial para la solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí y para la paz y la estabilidad internacionales”.

Para el ex secretario de Estado norteamericano las naciones son coherentes y prosperan con la creencia de que sus instituciones pueden prever calamidades, detener su impacto y restaurar la estabilidad. “Cuando termine la pandemia de Covid-19, se percibirá que las instituciones de muchos países han fallado”, pronosticó. “La realidad es que el mundo nunca será el mismo después del coronavirus. Discutir ahora sobre el pasado solo hace que sea más difícil hacer lo que hay que hacer”, agregó.

Este domingo en la noche la Universidad Johns Hopkins informó que hay al menos 337 mil 072 infectados confirmados en Estados Unidos y 9 mil 633 muertes.

La administración de los Estados Unidos ha hecho un trabajo sólido para evitar una catástrofe inmediata. La prueba final será si la propagación del virus puede ser detenida y luego revertida de una manera y en una escala que mantenga la confianza del público en la capacidad de los estadounidenses para gobernarse a sí mismos. El esfuerzo de crisis, por extenso y necesario que sea, no debe desplazar la urgente tarea de lanzar una empresa paralela para la transición al orden posterior al coronavirus”, aseguró.

Sin embargo, advirtió que la agitación política y económica que ha desatado podría durar por generaciones. “Ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede en un esfuerzo puramente nacional superar el virus. Abordar las necesidades del momento debe, en última instancia, combinarse con visión y programa de colaboración global”.

Henry Kissinger, ex secretario de Estado

 

Kissinger sostiene que Estados Unidos está obligado a realizar un gran esfuerzo en tres dominios. Primero, apuntalar la resiliencia global a las enfermedades infecciosas. “Los triunfos de la ciencia médica, como la vacuna contra la poliomielitis y la erradicación de la viruela, o la emergente maravilla estadística-técnica del diagnóstico médico a través de la inteligencia artificial, nos han llevado a una complacencia peligrosa. Necesitamos desarrollar nuevas técnicas y tecnologías para el control de infecciones y programas de vacunación a escala de grandes poblaciones”.

En segundo lugar, apunta, hay que esforzarse por sanar las heridas de la economía mundial. “Los líderes mundiales han aprendido importantes lecciones de la crisis financiera de 2008. La actual crisis económica es más compleja: la contracción desatada por el coronavirus es, en su velocidad y escala global, diferente a todo lo que se haya conocido en la historia. Y las medidas necesarias de salud pública, como el distanciamiento social y el cierre de escuelas y negocios, están contribuyendo al dolor económico. Los programas también deberían tratar de mejorar los efectos del caos inminente en las poblaciones más vulnerables del mundo”.

Tercero, finaliza, deben salvaguardarse los principios del orden mundial liberal. “La leyenda fundadora del gobierno moderno es una ciudad amurallada protegida por poderosos gobernantes, a veces despóticos, otras veces benevolentes, pero siempre lo suficientemente fuertes como para proteger a las personas de un enemigo externo. Los pensadores de la Ilustración reformularon este concepto, argumentando que el propósito del estado legítimo es satisfacer las necesidades fundamentales de las personas: seguridad, orden, bienestar económico y justicia. Las personas no pueden asegurarse esos beneficios por sí mismas. La pandemia ha provocado un anacronismo, un renacimiento de la ciudad amurallada en una época en que la prosperidad depende del comercio mundial y el movimiento de personas”.

Las democracias del mundo necesitan defender y sostener los valores de la Ilustración. Sin embargo, esta cuestión milenaria de legitimidad y poder no puede resolverse en simultáneo con el esfuerzo por superar la pandemia. Todas las partes deben hacer un ejercicio de contención, tanto en la política nacional como en la diplomacia internacional. Se deben establecer prioridades.
“El desafío para los líderes es manejar la crisis mientras se construye el futuro. El fracaso podría incendiar el mundo”, afirmó Kissinger en su artículo en The Wall Street Journal.

 

 

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