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Continúa hostigamiento contra preso del 11J en penal de Quivicán

Pérez Sánchez, de 42 años, decidió vestirse de blanco y tatuarse “Patria y Vida” y “11 de julio”, acciones que han sido castigadas por sus carceleros

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Preso político Juan Enrique Pérez Sanchéz
Facebook | Preso político Juan Enrique Pérez Sanchéz

Actualizado: Sun, 10/30/2022 - 02:09

El preso político Juan Enrique Pérez Sanchéz continúa siendo acosado y reprimido en el penal de Quivicán, en la provincia de Mayabeque, según informó a Radio Televisión Martí su esposa, Dayana Aranda Batista.

Pérez Sánchez, de 42 años, decidió vestirse de blanco y tatuarse la consigna “Patria y Vida”, además de la fecha de las protestas: el 11 de julio, acciones que han sido castigadas por las autoridades de la cárcel.

"Todo el hostigamiento se incrementó. Ya le aparecieron cuchillas en sus pertenencias, además de pastillas prohibidas. Todo eso es para intentar montarle otra causa, y yo sigo denunciando y responsabilizando al jefe de la prisión, el Teniente Coronel Lolo", declaró Aranda Batista.

El prisionero es padre de cuatro hijos y fue condenado a ocho años de prisión por los supuestos delitos de sabotaje, desacato y desordenes públicos por su participación en las manifestaciones del 11J en el poblado de Vegas, en Nueva Paz, Mayabeque.

Por otro lado, el activista Marcel Valdés denunció la situación del reo en Facebook el pasado 28 de octubre. 

Dijo que Pérez Sánchez “se niega a usar uniforme de preso porque el está convencido que pedir Libertad no es un delito, la seguridad del estado y los guardias de la cárcel han tomado represalias, cuando ellos quieren lo meten en celda de castigo”.

Valdés pidió que se visibilizara el caso de Pérez Sánchez, al cual sus captores le impiden redactar cartas dentro de la cárcel.

El preso político fue brutalmente detenido el 11 de julio de 2021, y Aranda Batista contó que “Lo tenían en el suelo en un pasillo y le daban patadas y bastonazos mientras le iban diciendo ‘grita Patria o Muerte’ y el gritaba ‘Patria y Vida’. Yo estaba en el techo de la guagua, cuando de repente dos hombres vestidos de militar me bajaron y dijeron dónde tenían a mi esposo. Ese momento para mí fue doloroso; verlo tirado y no poder ayudarlo”.


 


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