Mientras en Cuba las mujeres continúan a la espera del reconocimiento oficial del boxeo femenino, una cubana radicada en Estados Unidos acaba de hacer historia en el ring de Lima 2019.
En lo adelante habrá que hablar de Yarisel Ramirez, oriunda de Guantánamo, como la primera boxeadora cubana ganadora de una medalla en Juegos Panamericanos, donde conquistó bronce.
Ramírez, de 19 años, y residente en Las Vegas, Nevada, llegó de niña con sus padres a EEUU y comenzó a entrenar en 2011. Fue atraída por el boxeo cuando entró en un gimnasio a perder peso.
Pero se enamoró del cuadrilátero y hoy forma parte de la selección de Estados Unidos. En 2015 compitió en el Mundial Juvenil en Taipei de China, y logró la medalla de plata. Tiene también una medalla de bronce en el tradicional torneo Strandja, en Bulgaria.
Hoy es considerada la mejor boxeadora pluma (57 kg) entre las amateurs de la Unión Americana, y por supuesto ha ganado importantes certámenes domésticos como el Western Elite Qualifier 2018, el Youth Open 2016 y 2017, el Junior Open 2015 y el Campeonato Nacional Junior de Guantes de Oro 2015.
Este año logró también la clasificación para los Juegos Panamericanos al llegar a la final con la argentina Leonela Sánchez, que ganó anoche la medalla de oro en Lima.
Leonela Sánchez venció a la brasileña Jucielen Romeu, que había superado a la cubana-estadounidense la fecha anterior en una pelea muy reñida, en la que la guantanamera tuvo la desventaja de la mayor talla y alcance de su rival.
El sueño de Ramírez es conseguir ahora el boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio, que se definirá en un Preolímpico en Buenos Aires a principios de 2020.
La chica podría convertirse en la primera cubana medallista olímpica en el boxeo femenil. O cuando menos en la primera olímpica.
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El boxeo de damas debutó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, pero un año antes hizo su aparición en los Panamericanos de Guadalajara.
Si sus padres no hubieran emigrado, Ramírez hubiera sido víctima de una restricción ya obsoleta. Nunca hubiera hecho realidad su pasión por el boxeo, ni la suprema ilusión de ser parte de una selección nacional.
Ramírez hubiera formado parte de una legión de muchachas frustradas, como Namibia Flores, que rechazó incluso ofrecimientos por pelear por otro país mientras confiaba en que el gobierno cubano autorizaría la práctica oficial del pugilismo para damas.
Los dirigentes del deporte prometían, los entrenadores en sus cursos de superación alzaban la voz a favor de ellas, y en voz baja apuntaban hacia donde estaba el origen de la prohibición. Era un secreto a voces que la Federación de Mujeres Cubanas se oponؙía a esta modalidad.
Lamentablemente, hasta nuestros días, ninguna autoridad deportiva ha pedido la palabra en el Parlamento para defender a las mujeres atletas.
Mientras tanto, otras como Idamelys Moreno, forman parte de las nuevas chicas que esperan se haga justicia a sus aspiraciones frente a caprichos sin sentido del poder.