Pablo Dussac y el Spoken Word por amor al arte

Pedro Pablo Dussac es inquieto, habla muy fuerte y parece molesto, pero cuando lo conoces te das cuenta que no, que solo está proyectando su voz, su cuerpo, su alma. Le gustan las bromas, y bromea. El mejor halago que puede recibir es que le digan poeta.
 

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Pedro Pablo Dussac es inquieto, habla muy fuerte y parece molesto, pero cuando lo conoces te das cuenta que no, que solo está proyectando su voz, su cuerpo, su alma. Le gustan las bromas, y bromea. El mejor halago que puede recibir es que le digan poeta.

Su entorno está rodeado de palabras, con las escritas se gana la vida; con las palabras orales se gana los aplausos de su público.

La remuneración económica por el arte no siempre está garantizada en Cuba, mi trabajo como editor me garantiza ganar un salario según mi esfuerzo (que aún es poco, el salario; no así el trabajo, ese siempre es mucho) y a la vez me provee de tiempo para desarrollarme como artista del spoken word, o poeta, como prefieran decirme”, contó en exclusiva con ADN CUBA.

Pedro Pablo Dussac

Dice que si pudiera dedicarse solo al spoken word y vivir de eso, lo haría, pero que las condiciones para un artista en Cuba se vuelen cada vez más turbias, y aun no cobra por sus presentaciones; para ganar dinero dependería de una empresa interesada, por eso se mantiene como artista independiente, no por voluntad, sino porque no tiene otra opción.

Le encantaría ser profesional, si existiera esa oportunidad la aprovecharía. “Por ahora creo que es una bendición poder realizarme como editor, que me gusta, y como artista del spoken word, uno alimenta mi bolsillo y el otro el alma”.

El spoken word es una manifestación poética surgida en Estados Unidos, vinculada al Jazz y a las luchas contra el racismo, por lo tanto predecesora del Rap en ese país.

A Cuba primero nos llegó el Rap, y con su cultura Hip Hop, el spoken word.

Precisamente por su vinculación a la cultura Hip Hop puede verse en algunas instituciones como un arte marginal. Pero la riqueza lírica y la versatilidad de sus expresiones demuestran que es un arte marginado, no marginal.

Sin embargo, con el paso del tiempo esta modalidad oral ha ganado protagonismo y participación en diversos festivales y eventos de poesía en el país, pues rompe con los presupuestos tradicionales, entiéndase lecturas poéticas.

La decisión de incluir el spoken word en escenarios poéticos reconoce a los exponentes de las nuevas formas de poesía oral.

Creo que el spoken word es parte de la evolución natural de la poesía, antes se consumía a través de libros pero ahora cada vez se lee menos, entonces hay que buscar las formas para llegarle a las nuevas generaciones, ofrecer la poesía en otros formatos de fácil consumo para ellos, sin impedir la creación de textos inteligentes, solo varía el modo de hacérselos llegar”.

 

Pablo no es un poeta marginal, aunque tiene el prototipo convencional para que la sociedad lo catalogue como tal. Su forma de vestirse encaja perfectamente con la de un rapero tipo, además usa dreadlocks, y unos collares raros que lo identifican.

Pero eso es solo lo estético, en verdad Pablo es mucho más, es un joven graduado de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, que intentó ser un buen maestro en el tiempo que ejerció como tal y que tiene un compromiso social, por eso en su poesía está latente la denuncia a temas como el racismo. Sin considerarse un autor de poesía negra, tiene incorporado en su repertorio textos que denuncian a viva voz la latente discriminación que hoy aún se vive en la sociedad cubana.

Si hoy camino en el mundo de la poesía con un poco de decencia es gracias a mis estudios en la Universidad, en la carrera de Español-Literatura.

Sin dudas mi trabajo como maestro me ayudó a definir que quería escribir y para quién. Los jóvenes— tanto como la tuve yo a esa edad— tienen una sed insaciable de expresión, al menos de identificarse con quien sepa transmitirlos. Si fui bueno o no como profesor, creo que mejor diré que muchos de mis ex estudiantes me saludan con buena vibra cuando nos encontramos por la calle”.

Pedro Pablo Dussac

Pablo rompía los esquemas tradicionales de llevar la poesía según lo que dictaran los planes de clases. Todos los viernes, en los últimos 15 minutos del último turno, era el tiempo reservado para la poesía: primero de su autoría, luego se fueron sumado algunos de sus alumnos. “El resultado: ricos debates sobre cualquier tema (amor, sexo, política, familia, sin miedo), todos lo suficientemente motivadores para que tuvieran, tal vez, un fin de semana de reflexión”.

Pero ya no es maestro, su último año de Servicio Social ocurrió en la Editorial Pueblo y Educación, y desde el 2018 trabaja como editor en Gente Nueva.

Ahora decide la forma de los libros.

Ser editor no me vuelve un insensible de la literatura ni censor de esta, también tengo preferencias y gustos por ciertas lecturas. En el trabajo editorial se parte de un plan anual, en el que obviamente hay oportunidad de escoger qué prefiero editar, pero no siempre es así, a veces me toca un libro y punto, no olvidemos que es, después de todo, trabajo”, comenta.

Pablo prefiere ser un artista del spoken word, aunque siempre ha manifestado una dualidad amorosa con su profesión como editor y también como escritor.

No tengo preferencias en cuanto a la manera de crear, ya sea de manera escrita o interpretando uno de mis textos. La sensación de releer un poema las veces que sea necesario, hasta sentirte realizado, saber cuándo realmente le das un cierre al poema, no tiene comparación; las reacciones de un público cuando lo interpretas de manera oral son un complemento del mismo proceso creativo, como el cierre real de tu texto”.

La diferencia entre un texto escrito y otro oral es precisamente el modo de defenderlo. En el texto escrito la interpretación queda totalmente en manos de lector, y depende de muchos factores subjetivos como las experiencias individuales y nivel intelectual, el autor no tiene control sobre el destino de su obra; sin embargo, cuando el mensaje depende del poeta, ya sea interpretado con todo el cuerpo, elementos del escenario o solo en lectura a viva voz, el contexto varía, porque el uso de la voz, los silencios, los énfasis, gestualidad del rostro o el cuerpo, son elementos que apoyan y fortalecen al poema, guiando al receptor a un significado más cercano al que quiere mostrar el autor.

Justamente esa es una de las fortalezas de Pablo como poeta oral, su proyección escénica juega un papel fundamental en la idea que él quiere dejarle ver a su público.

 “La poesía no vende, es una idea repetida por muchos durante mucho tiempo”— dice. Pero también cree que lo que falta es un formato comercial más allá de la palabra escrita, y eso lo ofrece el spoken word a través de la poesía en vivo, el videoarte, su integración con la música y otras expresiones artísticas como el teatro, la escultura, pintura, danza, fotografía, todo lo que se puede ofrecer en estos tiempos donde la imagen supera al texto escrito.

Opina que sí se pudiera vivir del spoken word como lo hace cualquier músico, actor, artista en general, solo es necesario un formato y contenido inteligente, y claro, interés de empresas y productores.

El poder de la palabra es una realidad que me enamoró desde muy pequeño, con la palabra puedo transmitir aliento, alegría, esperanza, tanto como tristeza, odio o dolor. Usarla bien es una responsabilidad que decidí asumir con amor y pasión, si puedo guiar, al menos ayudar, a jóvenes o a cualquiera con mi mensaje, hacerlos sentir que no están solos, que compartimos vivencias y que es necesario que ellos mismo encuentren su propia voz también, entonces no dejaré de hacerlo, aunque eso implique que no me gane la vida como poeta, seguiré haciendo spoken word por amor al arte”.

 

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