El presidente de EE.UU., Donald Trump, acude a la Asamblea General de la ONU, que comienza este martes, con la agenda cargada de bilaterales pero sin el protagonismo que acaparó en los últimos años, eclipsado por la urgencia del debate sobre el clima y sin expectativas de lograr su anhelada foto histórica con Irán.
Trump llega a Nueva York este domingo a última hora y concentrará sus actividades entre el lunes y el miércoles, cuando se reunirá con varios líderes latinoamericanos para abordar la crisis en Venezuela y hablará sobre política migratoria con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele.
LAS SILLAS VACÍAS DE TRUMP
Por primera vez desde que se estrenó en el foro hace dos años, las miradas en la Asamblea General ya no estarán tan centradas en las sillas que ocupa Trump como en las que deja vacías.
El mandatario será mañana el gran ausente en la Cumbre para la Acción Climática de la ONU, una cita de alto perfil previa a la Asamblea que ilustrará de nuevo el aislamiento de EE.UU. en lo relativo a la crisis climática, y tampoco estará en una reunión de alto nivel sobre la cobertura sanitaria universal, otra idea que no respalda.
En un intento de competir con la cumbre del clima, que atraerá a decenas de líderes este lunes, Trump ha organizado su propia cumbre el mismo día y en el mismo edificio de las Naciones Unidas.
El tema que ha elegido es la libertad religiosa, una prioridad de su vicepresidente, el cristiano evangélico Mike Pence, quien le acompañará en ese acto destinado a pedir al mundo "medidas concretas para prevenir los ataques contra la gente debido a su religión", según la Casa Blanca.
El secretario general de la ONU, António Guterres, participará en la cita, pero la Casa Blanca no ha confirmado a ningún otro asistente y no se espera que acudan los líderes de potencias europeas como Francia, el Reino Unido y Alemania.
Esa escasa capacidad de convocatoria no parece preocupar a la Casa Blanca, poco interesada en las grandes iniciativas multilaterales. La verdadera prueba para Trump llegará el martes, cuando pronuncie el tercer discurso de su Presidencia ante la Asamblea General.
HIPÉRBOLES Y RISAS
Trump pasó uno de los peores tragos de su mandato el año pasado, cuando la audiencia repleta de diplomáticos en la Asamblea General reaccionó con sonoras carcajadas a su afirmación de que, desde que llegó al poder, se había anotado más logros "que casi ningún otro Gobierno en la historia" de Estados Unidos.
Aunque seguramente teme convertirse de nuevo en el hazmerreír de la ONU, el mandatario no parece dispuesto a prescindir de las hipérboles.
"Diré que Estados Unidos es el mejor país del mundo, que nunca ha sido más fuerte ni mejor y que tienen uno de los mejores presidentes de nuestra historia", aseguró Trump este jueves.
"El presidente hará una defensa de la soberanía e independencia de los Estados miembros, especialmente en temas de seguridad nacional", y perfilará a los Estados Unidos "como una alternativa positiva al autoritarismo", afirmó una fuente de la Casa Blanca.
Lea también
SIN FOTO CON IRÁN
Hasta hace pocos días, Trump confiaba en repetir con Irán la dinámica que marcó sus dos primeros discursos ante la ONU en lo relativo a Corea del Norte: si en 2017 amenazó con "destruir totalmente" a ese país, el año pasado agradeció a Pionyang su voluntad de dialogar con él.
Pero trasladar ese esquema a Irán no le ha resultado fácil. La semana pasada, Trump despidió a su asesor de seguridad nacional, John Bolton, en parte porque se oponía a su empeño en lograr una reunión en Nueva York con su homólogo iraní, Hasán Rohaní.
Trump se planteó incluso relajar las sanciones a Teherán, pero los ataques de la semana pasada a dos refinerías saudíes cambiaron radicalmente el guión: la Casa Blanca aumentó sus restricciones a Irán y anunció el envío de tropas a Arabia Saudí.
Aunque Rohaní se había negado a reunirse con él antes incluso de los ataques en el Golfo, Trump soñaba con copar las portadas con una foto histórica como la que protagonizó el año pasado con el líder norcoreano, Kim Jong-un, y reivindicar de nuevo ante el mundo la imagen de negociador infalible que tiene de sí mismo.
En cambio, Trump deberá conformarse con una ristra de bilaterales con los líderes de El Salvador, Egipto, Reino Unido, Corea del Sur, Polonia, Irak, Ucrania, Pakistán, Nueva Zelanda, Singapur, India y Japón.
Aunque el Elíseo anunció este jueves una reunión entre Trump y el presidente francés, Emmanuel Macron, Washington ha descartado una posible cita con ese líder, que irritó al inquilino de la Casa Blanca al erigirse en mediador informal entre EE.UU. e Irán.