Más de tres meses después de que se declarase el inicio de la pandemia del nuevo coronavirus en la ciudad china de Wuhan, varios gobiernos y organizaciones de todo el planeta comienzan a cuestionarse si la Organización Mundial de la Salud (OMS) actuó de manera correcta ante la situación.
Esta semana han salido a la luz varios reportes que indican una demora por parte del gobierno chino en reportar la transmisión entre humanos del virus causante de la COVID-19, que ha infectado ya a más de dos millones de personas y matado a otras 130 mil en todo el planeta.
El día 4 de enero la OMS hizo pública a través de su cuenta de Twitter la existencia de casos de neumonía en Wuhan, luego de que el gobierno los reportase al organismo el 31 de diciembre de 2019, los cuales no habían provocado muertes y elogió la capacidad de China para responder a la situación.
En los días siguientes, llegaron desde el país asiáticos reportes de 44 personas diagnosticadas, 11 de ellas graves, a causa de la nueva enfermedad que fue identificada oficialmente como un nuevo coronavirus, vinculado a los brotes de SARS en 2003 y MERS en 2012.
El día 9 de enero la OMS emitió otro comunicado en el cual recomendaba no restringir el movimiento de personas hacia China, aludiendo a la rápida respuesta del gobierno del país y la no transmisión entre personas, algo que no tardaron en tener que rectificar, el día 14 de enero.
Luego del reporte de casos en Tailandia y la confirmación de una transmisión entre humanos del nuevo coronavirus, un primer equipo de la OMS llegó al epicentro del brote para realizar estudios, en la misma fecha (21 de enero) en que se da a conocer el primer caso en los Estados Unidos, en el estado de Washington.
Al día siguiente, Tedros Adhanom, presidente de la OMS, confirma el contagio de 16 médicos en Wuhan, alerta sobre la importancia de evitar las concentraciones de personas y aumentar la higiene, así como el aislamiento a los enfermos.
A pesar de que el 23 de enero China cerró el acceso a Wuhan, Adhanom decide no declarar la situación como una emergencia, a pesar de la confirmación de 584 casos y 17 muertes en unos cinco países, mientras elogió la “cooperación y transparencia” del gobierno de Xi Jinping.
Aunque el Comité de Emergencia declaró el estado de Emergencia Sanitaria Internacional el día 30 de enero, el líder de la OMS insiste en que no es necesario suspender los viajes a China, algo que Estados Unidos cortó de inmediato, al igual que a otros sitios de contagio.
Durante todo el mes de febrero, la OMS se mantuvo prudente en sus acciones, a pesar de que ocurrieron sucesos de gran importancia como la muerte del médico chino que alertó meses antes sobre la posible pandemia, Li Wenliang y la descripción de las principales características, síntomas y orígenes de la enfermedad.
Desde entonces, la evolución de la enfermedad —declarada como pandemia finalmente el 11 de marzo— ha puesto en evidencia a la OMS como presunto cómplice de encubrimiento de información junto a China, hipótesis apoyada en reportes de inteligencia norteamericanos filtrados a la prensa.
Son esas las razones que han provocado la desconfianza de gobiernos y organizaciones al respecto. La más reciente medida tomada en contra de la OMS llegó este jueves, al anunciar Donald Trump la suspensión del financiamiento de Estados Unidos a la OMS.