Dos ingenieros cubanos, Andrid Alfredo Abad y Enides Galano, fueron secuestrados en Haití en medio de una ola de inseguridad y violencia en ese país caribeño, cuya historia parece estar marcada por la mala fortuna.
Según el comunicado del Ministerio cubano de Relaciones Exteriores, Abad y Galano "llegaron a Haití a través de contratos individuales de trabajo con la compañía Autoplaza, cuyo propietario informó del hecho a la embajada".
La noticia causó conmoción en la prensa y la comunidad cubana, pero mayores han sido los trastornos del país latinoamericano, donde el secuestro se ha convertido en un medio de vida para las pandillas que asolan campos y ciudades, allí donde el Estado ha perdido toda influencia.
El secuestro en octubre de este año de 18 personas, 16 estadounidenses, un canadiense y un haitiano que formaban parte de un grupo religioso a manos de una banda conocida como 400 Mawozo, algo así como ‘400 del pueblo’, confirma la dimensión que han tomado las pandillas en reemplazo del Estado.
En ese contexto las bandas de delincuentes, cada vez más armadas, han encontrado en los secuestros la forma de ganar poder y dinero. Entre julio y septiembre se contabilizaron 221 secuestros. Más de dos personas diarias entre los que hay comerciantes, vendedores ambulantes, médicos, estudiantes, niños y religiosos, muchos religiosos.
Los secuestros se convirtieron en un negocio tan lucrativo que actualmente son secuestradas ocho personas diarias, 119 en los últimos 15 días, según el Centro de Análisis e Investigación de Derechos Humanos (CARDH), un grupo local sin ánimo de lucro que contabiliza 36 estadounidenses raptados en 2021.
Hasta ahora, secuestrar extranjeros ha sido un negocio rentable donde la tarifa media para empezar a hablar es de un millón de dólares para los blancos, y de 100 000 dólares para los locales.
“Este país está boca abajo, no se puede caminar, salir de Puerto Príncipe ni estar en la calle cuando se pone el sol. Si seguimos así, el próximo paso serán los saqueos”, dijo a El País Francine Sabalo, una joven de 28 años que vende alimentos en Puerto Príncipe.
El país experimenta un aumento de la violencia, una situación que ha empeorado tras el asesinato, en julio, del presidente Jovenel Moïse, supuestamente a manos de un comando armado integrado por exmilitares colombianos.
Actualmente existen unas 150 pandillas activas en Haití, según un recuento realizado por la Fundación Je Klere (FJKL) en agosto. Las más fuertes son los 400 Mawozo y el G-9. Ambas facciones se han repartido la ciudad de Puerto Príncipe. Su poder es tal que Naciones Unidas tuvo que negociar con ellos que les permitieran descargar y repartir la ayuda humanitaria enviada tras el terremoto.
En Somalia, continúan secuestrados dos médicos cubanos
El 12 de abril de 2019 el médico general Assel Herrera Correa y el cirujano Landy Rodríguez, se desplazaban como de costumbre en un convoy al hospital de Mandera, una localidad keniana fronteriza con Somalia.
Cumplían misión médica y viajaban con escoltas armados cuando fueron interceptados por militantes del grupo Al-Shabaab, una organización que Estados Unidos reconoce como terrorista desde 2008 y que busca convertir a Somalia en un estado fundamentalista islámico.
En el tiroteo en el que se vieron involucrados los galenos cubanos falleció uno de los policías que velaba por su seguridad.
Desde 2019 el régimen de La Habana niega que los secuestradores hayan puesto precio a la liberación de los galenos. Sin dar detalles, el embajador cubano en Kenia Ernesto Gómez Díaz, explicó a Efe entonces que "se están haciendo muchas gestiones que deben conducir a la liberación y al regreso a sus familias de los dos médicos".
Assel Herrera es médico general integral, natural del municipio Puerto Padre, provincia Las Tunas; y Landy Rodríguez es cirujano, natural del municipio Placetas, provincia Villa Clara.