Expresidentes y políticos latinoamericanos hablan de la Carta Democrática Interamericana

La Carta Democrática Interamericana vio la luz en Perú, 11 de septiembre de 2001, el mismo día en que el mundo se llenó de sombras y nuevas amenazas mostraron su faceta más brutal.
 

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El pasado jueves 30 de septiembre, en el Museo Americano de la Diáspora Cubana (Coral Gables, FL), tuvo lugar el encuentro entre ex jefes de Estado y otros líderes políticos y de opinión latinoamericanos para reflexionar en torno a la misión, los logros y los desafíos de la Carta Democrática Interamericana, transcurridos 20 años de su promulgación.

Participaron, entre otros invitados, Luis Guillermo Solís, ex presidente de Costa Rica (2014-2018), Osvaldo Hurtado, ex presidente de Ecuador (1981-1984), Luis Gonzales Posada, ex canciller y ex jefe del Congreso de Perú (2007-2008) y Francisco Santos Calderón, ex vicepresidente de Colombia (2002-2010) y actual embajador de Colombia en los Estados Unidos.

El evento fue patrocinado por el Interamerican Institute for Democracy (IID), la Fundación Internacional para Libertad de la Diáspora Cubana y la Fundación Inspire America.

Carlos Sánchez Berzaín, abogado constitucionalista, exministro y parlamentario boliviano, asilado político en los Estados Unidos y autor de “Castrochavismo. Crimen organizado en las Américas”, y director del Interamerican Institute for Democracy (IID), recordó que el nacimiento de la Carta Democrática coincidió con los eventos del 11 de septiembre de 2001.

La catástrofe acaecida en los Estados Unidos opacó este evento que tuvo lugar en Perú. Los atentados terroristas contra los Estados Unidos cambiaron el mundo y, adicionalmente, Washington abandonó a América Latina y, con ello, quedó el campo abierto a la expansión del castrismo y del castrochavismo en su expresión más acabada, indicó Berzaín.

En lo que respecta a la Carta Democrática, explicó, es un tratado constitutivo, ello significa que es obligatorio para los Estados y que constituye el orden democrático. La democracia es el Derecho de los pueblos, dijo.

El hecho de que la Carta Democrática no se aplique, ¿es culpa de la OEA?”, cuestionó Berzaín. La Carta es muy importante para América Latina. No es un tema menor. Que la ley no se cumpla no significa que no exista. De hecho, es la que permite que podamos definir a las dictaduras como tales, expresó.

El director del Interamerican Institute for Democracy (IID) recordó que las sanciones las aplican los Estados y son estos los que no han permitido poner sanciones a Venezuela, porque hacen lo que hizo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, desde instancias como la CELAC.

AMLO asumió un rol que podría ir entre la defensa y el encubrimiento de criminales o personas reclamadas por la Justicia, en este caso, la de los Estados Unidos, como ocurre con Nicolás Maduro.

El presidente mexicano incumplió el tratado de extradición con los Estados Unidos, toda vez que debía extraditar a Maduro en cuanto pisó territorio mexicano, pero contrariamente AMLO le brindó todas las atenciones de las que dispuso. Incluso senadores estadounidenses se han pronunciado a este respecto.

Berzaín detalló el establecimiento de regímenes a medida en América Latina y recordó que en Bolivia no se cumple la Carta y aun así la llaman democracia cuando es una “dictadura”. Esbozó que hay cuatro dictaduras en América Latina: Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Cuba, todas menos Cuba, son expresiones del siglo XXI.

La reactivación del castrismo que, en el siglo XXI, se llama ‘castrochavismo’, con la inyección de capital del chavismo, ha llevado al establecimiento de las cuatro dictaduras que hay hoy en América Latina, indicó.

El experto señaló que las próximas elecciones de Nicaragua no son legítimas y que las dictaduras deben recibir sanciones económicas y perder la capacidad de acceder a sistemas de crédito multilateral.

 

Luis Guillermo Solís, expresidente de Costa Rica, dijo que creía necesario refrendar la importancia de la Carta y la importancia de la cláusula democrática que la antecedió en la Declaración de Montreal y lo que esta significa en el conjunto de normas del Derecho Internacional Americano que se encuentran depositadas en la OEA. El ex presidente añadió que “La OEA debe seguir siendo su eje articulador”.

Interpretó así una opinión generalizada sobre la importancia del Derecho Internacional, específicamente en lo que refiere a los derechos humanos, “cuyo avance ha sido gradual y acumulativo y, por lo tanto, es muy importante que la norma se preserve y que la norma se obedezca. Que se cumpla con la letra y con el espíritu de la norma y que esta tenga un referente institucional capaz de administrarla”, explicó.

Solís salió en defensa del multilateralismo y afirmó que: “La responsabilidad de aplicar y cumplir la Carta Democrática Interamericana es de los Estados firmantes no del secretario de la OEA”. “Queremos ver que se aplique esa Carta”, afirmó.

El expresidente costarricense, de vuelta a la vida académica, fue claro al mostrar sus posiciones comprometidas con la defensa de la democracia en la región. Abordó la situación crítica de la democracia en América Latina y, sin hacer concesiones ideológicas, refirió los autoritarismos indistintamente si estos son de izquierda o de derecha. Solís hizo notar los desafíos que hoy enfrenta la región a nivel estructural.

Por su parte, Osvaldo Hurtado, ex presidente de Ecuador, refirió el fracaso de la Carta Democrática para establecer la democracia como institución en América Latina.

La intervención de hurtado contempló aspectos sociológicos al abordar la tendencia de las sociedades latinoamericanas a decantarse por la ruptura institucional y constitucional.

La explicación del ex mandatario ecuatoriano guarda distancia respecto de las declaraciones que hiciera últimamente, en Estados Unidos, la dirigente española Isabel Díaz Ayuso frente al papel de España y de la religión católica en su tarea civilizatoria de este lado del Atlántico.  

La referencia de Hurtado no es casual considerando los antecedentes históricos de la sociedad ecuatoriana y la propensión por los líderes caudillistas, populistas y autoritarios a los que, tras llevar y elevar a las más altas esferas del poder en el Palacio de Carondelet, posteriormente, han desalojado, instando la colaboración de los militares.

Hurtado dejó clara su crítica con el que se antoja un eterno retorno del caudillismo, manifiesto en el populismo contemporáneo y en el ilusorio socialismo. El énfasis en la cuestión cultural es clave para explicar o para entender la ausencia de cultura política democrática y el cumplimiento de la ley, el arraigo de la ley, no solo en Ecuador, sino en América Latina. “Hay inclinación al caudillismo y a demandar liderazgos fuertes, autoritarios y autocráticos”, puntualizó Hurtado.

Luis Gonzales Posada, ex canciller peruano, fue fulminante: “La Carta Democrática no ha servido”, apuntó a que esta es un decálogo de buenas intenciones, pero “no ha servido en términos prácticos” y ahí están los casos de Venezuela y de Nicaragua para corroborarlo. “No se recuperó la democracia con la Carta Democrática”, al contrario, “se ha perdido por la inoperancia”, afirmó.

En el mismo evento, Francisco Santos, ex vicepresidente de Colombia y embajador de Colombia ante los Estados Unidos, habló de la necesidad de una reforma profunda, de establecer sanciones económicas y de revitalizar la OEA para obligar a los países miembros al cumplimiento de la Carta Democrática Interamericana.

Santos planteó una “OEA en crisis” y abogó por el realismo político.

Un internauta que vio la transmisión notó que la propuesta de Francisco Santos tenía pertinencia, sin embargo, interpretó que posiblemente la hacía a título personal y no necesariamente se correspondía con el gobierno que representa el diplomático colombiano.

Consideró que su compatriota y colega ante la OEA, Alejandro Ordóñez, ha desplegado en estos años ingentes esfuerzos para debilitar el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH).

Y, adicionalmente, como constataron los eventos de Santiago y Medellín, en 2019, con la Declaración de Santiago y la Cumbre de la OEA, respectivamente, las posiciones y las acciones de los gobiernos de Chile, Argentina, Colombia, Brasil y Paraguay se dirigían a contramano de los planteamientos esbozados por el expresidente Luis Fernando Solís.

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