La presencia de inversionistas en la industria médica china, cuyos productos no están certificados en Estados Unidos y Europa, caracteriza al panorama actual de la confección y distribución de mascarillas sanitarias para combatir el nuevo coronavirus.
El sitio South China Morning Post reportó uno de los casos más célebres hasta ahora, protagonizado por un empresario de Zhejiang quien, al no poder hacerse con una máquina para la producción de mascarillas faciales, adaptó otra hasta que pudo comprar una estándar.
“Así que terminamos comprando una máquina que está diseñada para producir otros artículos en lugar de máscaras”, dijo el hombre en condición de anonimato al sitio basado en Hong Kong. “Necesitaban modificarla para crear una máscara, así que esperamos aproximadamente un mes antes de que finalmente llegara en el mes de marzo.”
A raíz del surgimiento de la pandemia del coronavirus, China se convirtió en los últimos meses en el mayor productor y exportador de implementos para la protección médica y se cuentan alrededor de 20 mil fábricas las instaladas desde que iniciase la pandemia en noviembre pasado.
Sin embargo, solo unas 1 500 de ellas están certificadas para la realización de mascarillas sanitarias con la calidad médica requerida para combatir la COVID-19, enfermedad que ya ha cobrado unas 115 000 muertes en todo el planeta.
La preocupación aumenta junto con la demanda de mascarillas debido a que otros mercados fuera de Estados Unidos y Europa, menos estrictos en sus medidas, aceptarían productos cuya calidad no está comprobada.
Las empresas chinas están produciendo máscaras KN95, similares a las recomendadas para su uso en medicina, las N95. Aunque las producidas en el país asiático también filtran el 95 % de las partículas en el aire, no están certificadas como de grado médico.
“Las compañías que solían producir lámparas hicieron una rápida renovación de sus talleres y comenzaron a hacer máscaras ¿Crees que la calidad está garantizada?”, dijo un empresario de Hangzhou en la misma investigación periodística.
España y Holanda fueron unos de los primeros países en devolver material comprado a China a causa de su mala calidad y la incapacidad de cumplir con los requerimientos sanitarios que exige el tratamiento del nuevo coronavirus.
El Ministerio de Salud holandés aseguró que las mascarillas no encajaban bien y que los filtros no funcionaban adecuadamente, críticas a las cuales se sumaron las autoridades sanitarias españolas, quienes añadieron quejas sobre defectos en tests rápidos.
Estas quejas se suman a las fuertes críticas que han caído sobre el gobierno chino, luego de que se conociera la semana pasada que demoraron al menos un mes en reportar el colapso de su sistema de salud en la ciudad de Wuhan y la provincia completa de Hubei.