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Los demócratas quieren bajar a 16 años la edad para votar

Varios congresistas demócratas apoyados por organizaciones extremistas de izquierda, quieren cambiar la Enmienda 26 de la Constitución de Estados Unidos

Actualizado: Mon, 01/16/2023 - 10:04

Varios congresistas demócratas apoyados por organizaciones extremistas de izquierda, quieren cambiar la Enmienda 26 de la Constitución de Estados Unidos, para que se baje a 16 años la edad para votar.

La representante de Nueva York, la demócrata Grace Meng, presentó una busca  reemplazar la Enmienda 26, basánsose en que “el derecho de los ciudadanos de los Estados Unidos, que tienen dieciséis años de edad o más, a votar, no será negado o restringido por los Estados Unidos o por cualquier Estado a causa de la edad”.

Esta iniciativa también es parte de una ofensiva de la izquierda en países como España e Italia. Una apuesta ideológica basada en la creencia de que los más jóvenes se identifican con las causas de la izquierda.

El intento legislativo en el Congreso de Estados Unidos busca que el Partido Demócrata se beneficie electoralmente del voto joven, que se identifica con las causas de la izquierda: aborto, control de armas, cambio climático, control de las libertades individuales mediante el intervencionismo estatal, la agenda transgénero y la llamada Teoría Crítica de la Raza, entre muchas otras.

Todo esto a pesar de que estudios científicos han demostrado que a los 16 años los individuos no tienen la suficiente madurez intelectual para tomar decisiones importantes.

La neurociencia habla de un cerebro inmaduro demasiado emocional, en el que calan con facilidad los mensajes extremos y negativos. Aunque el cerebro puede haber dejado de crecer, no termina de desarrollarse y madurar sino hasta que se tiene unos 25 a 30 años de edad. “Hasta los 21 años los lóbulos frontales del cerebro no están completamente maduros”, afirma Javier Urra, doctor en Psicología y ex Defensor del Menor. Y es la parte del cerebro clave para entender las reacciones de los adolescentes.

Y si la madurez se define por los expertos como la capacidad de asumir responsabilidades y compromisos, es imposible que jóvenes de 16 años tengan la capacidad para valorar que es bueno o no en política, más allá de los discursos ideológicos que los convencen de la bondad de ciertas causas políticas. Y es que según un estudio de los Institutos Nacionales de Salud de EE UU (NIH) y la Universidad de California,”el centro del razonamiento en el cerebro es el último en madurar”.

Sin embargo, el argumento de la izquierda es que a los 16 años todavía viven con sus padres y “tienen más tiempo para reflexionar y adquirir” el hábito de votar, mientras que a los 18 son más propensos al abstencionismo.

Pero incluso, el ejercicio del voto a los 18 años parece no ser apropiado. La doctora Leah H. Somerville, una neurocientífica de Harvard, cree que la madurez “en el lóbulo occipital, la parte posterior del cerebro, se termina a los 20 años. En el frontal, la parte anterior, siguen formándose nuevas conexiones a los 30 años e incluso después”.

¿Qué edad debe tener alguien para ser sentenciado a muerte? ¿Cuándo puede votar? ¿Una persona de 18 años puede dar su consentimiento informado?

“A los adolescentes, por ejemplo, les va igual que a los adultos en las pruebas cognitivas. No obstante, si tienen emociones muy fuertes, sus puntajes se derrumban. El problema parece ser que los adolescentes aún no desarrollan un sistema cerebral fuerte, que pueda mantener sus emociones bajo control”, dice Somerville.

Quienes se oponen a bajar la edad para ejercer el sufragio, alegan que en Estados Unidos a los menores de 18 años no se les permite comprar bebidas alcohólicas o cigarros, y son tratados como menores en los tribunales penales, porque no son lo suficientemente maduros o informados para ser tratados como adultos. Entonces, ¿debería permitírseles votar? ¿Acaso no es un acto de responsabilidad cívica mucho más determinante para ellos y para sus vidas?

Brandon Klugman, coordinador de la campaña de Vote16, un proyecto del grupo de defensa de la educación cívica Generation Citizen, dice: “Creemos que es mejor para nuestra democracia que la gente tenga la oportunidad de crear el hábito de votar desde esa edad. Es una motivación puramente basada en la investigación. Sabemos que votar es un hábito”.

La organización Vote16USA, que apoya la propuesta de los demócratas, cree que la sobrevivencia del planeta Tierra depende de que se reduzca la edad para votar a los 16 años. A través de un mensaje publicado en su sitio digital lo expresó así: “Reduzca la edad para votar, el planeta depende de ello”.

Laurence Steinberg, psicólogo de la Universidad Temple, uno de los autores de un estudio publicado en Psychological Science, aconseja que bajen la edad del voto a 16 años, pero al mismo tiempo asegura que “los adultos jóvenes parecían adolescentes”, porque “las regiones del cerebro donde se procesan las emociones habían estado inusualmente activas, mientras que las dedicadas a mantener esas emociones bajo control habían sido débiles”. Una conclusión que parece contradecir su recomendación sobre la edad para ejercer el sufragio, si tomamos en cuenta que las emociones y las pasiones humanas están fuertemente involucradas en las decisiones que se toman a la hora de votar.

No cabe duda, la propuesta demócrata abre la polémica y el debate, sobre un asunto sociopolítico medular en un país como Estados Unidos polarizado en dos bandos perfectamente definidos.

La manipulación política puede jugar un factor determinante. En las recientes elecciones de medio término Biden anunció que eliminaría las deudas estudiantiles en una clara maniobra de clientelismo político. Como consecuencia, el voto joven se inclinó por los demócratas. Las emociones decidieron sobre la razón.

La Corte Suprema ha bloqueado la condonación de la la deuda, después de que una demanda planteara su ilegalidad, pero la decisión de Biden obtuvo lo que buscaba: votos.

El populismo y el clientelismo político van de la mano y apelan al voto emocional, no al razonado. Quizás vale entonces recordar que Thomas Sowell, uno de nuestros más brillantes pensadores, ha dicho:  “Uno de los signos dolorosos de años de educación simplificada es cuántas personas son incapaces de presentar un argumento coherente. Pueden desahogar sus emociones, cuestionar los motivos de otras personas, hacer afirmaciones audaces, repetir eslóganes, cualquier cosa menos la razón”.


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