A chivatear, a chivatear, que nos rodea el ancho mar

"Los CDR, una organización vergonzosa que cumple hoy 61 años, sigue siendo una trampa en la que cayó casi todo un pueblo para terminar enfrentando hermano contra hermano".
Armando Tejuca
 

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Cuba no produce comida, pero sí chivatos. No se fabrican bienes materiales, ni insumos, ni se construyen viviendas o medios de transporte, pero la producción de delatores avanza indetenible y se corre el peligro de que un día sea casi genética.

Los CDR, Comités de Defensa de la Revolución, la concentración de vigilantes casi anónimos y sin fines de lucro más extensa y nutrida a nivel mundial, una organización vergonzosa que cumple hoy 61 años, sigue siendo una trampa en la que cayó casi todo un pueblo para terminar enfrentando hermano contra hermano, padres contra hijos y que dio autoridad a los envidiosos y a los rencorosos para manchar y hundir a sus vecinos y semejantes.

Pareciera que todo sigue igual, pero en Cuba estar igual es estar peor. Los métodos no varían, aunque la novedad en este caso ha sido encontrar al esbirro ideal para el trabajo: un espía para espiar. La noticia lo recoge: “El espía Gerardo Hernández Nordelo, coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), dejó constituido el domingo en La Habana el primer grupo de una nueva estructura para fomentar la delación, a la que el Gobierno ha bautizado como Destacamento de Vigilancia Popular Revolucionaria”.

Tras sus intentos de continuar las ideas absurdas del Delirante en Jefe sembrando plátanos y piñas en canteros y balcones, y repartir regaderas en una ciudad donde el agua es un problema constante, el espía que no ha expiado todavía concentra todos sus esfuerzos en darle un rostro diferente a la vieja organización de masas creada para atemorizar, vigilar y hacer el trabajo policial de los represores, pero olvidó un antiguo refrán africano: “El carcelero es un prisionero más”. Otras sabias sentencias nacidas en África ilustran la inutilidad de cambiar el sentido a esa organización policiaca, como el que dice: “No importa cuánto tiempo un tronco pase en el agua, nunca llegará a ser cocodrilo”.

Todos tenemos memoria de algún que otro encontronazo con esta temible organización, creada por Castro. No fue raro aprovechar la disponibilidad del cubano para intentar aplastar a sus coterráneos, y quien no lo crea que busque cuántos nacionales integraron las filas de aquel Cuerpo de Voluntarios al servicio de España que intentó arrancar de otros cubanos los deseos de independencia. El pichón de gallego Hipólito, dueño de un poder creciente, supo aprovechar la envidia al semejante, haciendo creer al delator que era una especie de héroe. Nadie sabe ni sabrá nunca cuántas vidas desgraciaron desde el sillón de una casa que estaba junto a la tuya.

Lo más siniestro fue el barniz que la dictadura le dio a los CDR, calificándola de “organización de masas” y no un cuerpo político, y empujándolos a funcionar como un “club social”, donde se compartían actividades sanas como planes de la calle, limpieza, recogida de materias primas y al final, la víspera del funesto día de su creación, la fiesta en la cuadra donde muchos asistían por puro terror a que notaran (y anotaran) su ausencia.

De modo que, ver alrededor de una hoguera en medio de la calle, con un fuego que hacía hervir aquel brebaje llamado “caldosa cederista”, era estar viendo un trágico ritual que ponían en práctica, en la antigüedad, verdugos y condenados, delatores y delatados, chivatos y chivateados, llamados a fingir que se querían en medio de una batalla fantasma contra un supuesto enemigo, sin entender que ambos bandos eran las víctimas de una guerra civil que había ideado e iniciado un genio malévolo: Fidel Castro.

Pero entre tanta estulticia, en medio de la horripilante historia de estos centros de chivatería, el CDR ha tenido algunos aportes buenos, o menos malos, a la sociedad.

-Ha funcionado como agencia de viajes para personas de la tercera edad permitiendo a ciertos viejos viajar por la vida de algunos vecinos que han resultado mucho más interesantes que la propia.

-Han operado como detector de agentes de la CIA. Según los reportes de los CDR en Cuba ha habido más agentes que los que tiene censados la propia agencia.

-Han estimulado en los jóvenes la curiosidad y el amor por la aventura al hacerles la vida imposible y obligarlos a buscar nuevos horizontes, es decir, a irse de Cuba.

-Han ayudado a novelistas y guionistas a desarrollar tramas increíbles cuando elaboran el expediente de cualquier persona.

-Han contribuido a crear una neurosis autóctona, ciento por ciento cubana, orgullosamente nacional, así como nuevos modelos de delirios de persecución.

-Le han propiciado ocupación social a los insomnes, haciéndoles creer que el enemigo nunca duerme, librándolos así de futuros padecimientos de columna gracias a no tener que dormir en colchones heredados de sus abuelos.

-Le han ahorrado al régimen y a los organismos represivos millones de dólares en cámaras, grabadoras de video y de audio, que pueden usar los militares de GAESA para construir nuevos hoteles y mansiones que el pueblo nunca verá por dentro.

-Delatando a quienes hicieron algún que otro esfuerzo para que su casa no se derrumbara sobre sus cabezas, han ayudado a convertir a La Habana en una ciudad similar a la que fundaron los españoles en 1519.

Y por último:

-Han ayudado a los historiadores a imaginar cómo funcionó la comunidad primitiva cuando el cromañón se reunía con la horda alrededor de una hoguera amistosa para compartir alimentos y experiencias. En algunos CDR la presidenta es casualmente una horda. Perdón, una gorda.

Todo eso se suma hoy, día glorioso para el ojo humano y para la lengua desenfrenada de los que anhelan lo que otros hacen y tienen, al expediente cada vez más sucio y manchado de un sujeto como Hernández Nordelo. Porque una vez espía, siempre espía. Es decir, un detritus insolidario y rencoroso disfrazado con el uniforme de patriota.

*Ilustración: Armando Tejuca

Escrito por Ramón Fernández Larrea

Ramón Fernández-Larrea (Bayamo, Cuba,1958) es guionista de radio y televisión. Ha publicado, entre otros, los poemarios: El pasado del cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Manual de pasión, El libro de las instrucciones, El libro de los salmos feroces, Terneros que nunca mueran de rodillas, Cantar del tigre ciego, Yo no bailo con Juana y Todos los cielos del cielo, con el que obtuvo en 2014 el premio internacional Gastón Baquero. Ha sido guionista de los programas de televisión Seguro Que Yes y Esta Noche Tu Night, conducidos por Alexis Valdés en la televisión hispana de Miami.

 

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