Como si el legendario superhéroe de los comics, Batman, el hombre murciélago, hubiera estado vigilando la noche cubana para ejecutar su venganza, ahora aparecen por doquier, como una plaga bíblica más.
“Los murciélagos invaden la Terminal Ferroviaria de Morón, en Ciego de Ávila”, es la noticia que revela una nota del diario Invasor. No sólo es incómodo, sino peligroso. La otrora tan cacareada “potencia médica” es asediada por enemigos reales que no son el bloqueo norteamericano, sino el abandono y la dejadez. Y la posibilidad real de enfermedades, porque Los murciélagos son los principales transmisores de padecimientos infecciosos como el sarampión, las paperas, la gripe, la neumonía, la encefalitis y la rabia.
Las autoridades dicen haber hecho de todo para solucionar la situación. Durante un tiempo contrataron especialistas en el control de vectores pero no sirvió de nada. Ahora comunican haber usado, ocasionalmente, “un amplificador con el sonido de un gavilán para ahuyentarlos”, pero tampoco ha servido de nada. O los murciélagos son sordos o le perdieron el miedo a las aves rapaces. Lo cierto es que las autoridades del territorio han quedado como incapaces.
Dice la prensa local que “Aunque algunas partes de la cubierta de la estación fueron reparadas a inicios de año, la edificación casi centenaria, en su mayoría, se encuentra deteriorada de forma alarmante”. Es como una maldición.
En Cuba el abandono es el militar que mayor grado ostenta, es General. Y las soluciones se posponen o se hacen a medias. Pero en los murciélagos solos no está el peligro. La mala noticia, además de que nadie ha podido con ellos, es que no están solos: “Además de los mamíferos voladores, en la ruinosa instalación se albergan gran número de golondrinas. Esto provoca que el sitio se mantenga en estado insalubre constantemente”. Sabido es que una golondrina no hace el verano, pero si son muchas, y conviven con murciélagos, se acaban para siempre los veranos y el resto de las estaciones, incluso las estaciones ferroviarias.
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Así que los peligros se incrementan. La población tiene en Morón una amplia gama de virus para escoger, incluyendo uno mucho más mortal, la histoplasmosis, “una infección causada por la inhalación de las esporas de un hongo que se encuentra a menudo en los excrementos de los pájaros y de los murciélagos. La histoplasmosis se transmite con más frecuencia cuando estas esporas son transportadas por el aire, a menudo durante una limpieza o proyectos de demolición”.
Ya se han dado casos. Una turista canadiense contrajo la peligrosa enfermedad, causada por los excrementos de murciélagos, durante un viaje a Cuba a principios del mes de junio. Murciélagos, golondrinas, abandono estatal, desinterés e indiferencia. Al dengue, a la chikungunya y al zika, se suman ahora otros peligros.
Lo más probable será que al final la estación sea derruida porque no hay presupuesto para repararla y mantenerla. Es práctica habitual del desgobierno cubano cuando entra en pánico y no puede culpar al imperialismo de sus errores. Como el cándido esposo que llega a su casa y encuentra a su mujer teniendo sexo con el vecino en el sofá de la sala, botarán el sofá para evitar una reincidencia.
A menos que el General gastrónomo Guillermo García aparezca diciendo que los murciélagos también se comen, y que preparados con golondrinas de Morón son un plato exquisito.
Batman se ríe en la sombra, porque además, tiene combustible en su batimóvil.
*Este es un artículo de opinión. Los criterios que contiene son responsabilidad exclusiva de su autor, y no representan necesariamente la opinión editorial de ADN CUBA.