Los absurdos en Cuba son innombrables y sobre todo, innumerables. Porque han sido demasiados, desde los campos de trabajo forzado de las UMAP, una guerra estúpida en Angola y otros países en África, la zafra de los 10 millones, unos juegos Panamericanos, hasta el propio Fidel Castro en plena televisión cubana explicando cómo usar una olla arrocera. Patético.
Todo como si fuéramos sus súbditos, y es que para el régimen cubano realmente lo somos. Por eso implementan decretos leyes recordándonos a esos dibujos animados de Bugs Bunny, al que por una ley, le querían cortar la cabeza por robarse una zanahoria de los jardines sagrados del Rey.
Desde que llegó al mandato, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez ha implementado y aprobado decretos leyes a diestra y siniestra, para poder blindar de alguna manera su gobierno. Y una de esas tantas es el decreto ley 370.
Una ley, que muestra una vez más, que los absurdos en Cuba están lejos de acabarse. Una ley que nos traslada a lo profundo de una ideología tan sucia y repugnante que, gracias a un gobierno inoperante, la ayuda de gobiernos cómplices y otros actores internacionales, ha logrado mantenerse a flote durante más de 60 años, mutando su piel como una serpiente venenosa, y chupándole la vida a millones de personas dentro de la Isla.
Ley 370: Articulo 68-i: difundir, a través de las redes públicas de transmisión de datos, información contraria al interés social, la moral, las buenas costumbres y la integridad de las personas.
Ahora, ¿cómo es posible, que en pleno siglo XXI, a la velocidad en la que se mueve el mundo, aún se sancionen personas por interés social, moral, o buenas costumbres?
Y es que el Decreto ley 370 llegó para intentar amordazar un sector de la sociedad cubana que ha decidido no quedarse callado. Un sector en el que se han unido de manera espontánea, artistas, periodistas, deportistas, activistas, intelectuales. Cubanos y cubanas que sienten la necesidad de que sus hijos crezcan en un mejor país. Personas de todos los sectores de una sociedad civil independiente, qué, a pesar de la represión por parte de la policía política, se mantiene más viva que nunca y aboga por un cambio en Cuba.
Un cambio que ya es palpable y el gobierno lo sabe, lo intuye, por eso desde principios de este 2020, arreció la represión.
El decreto ley 370 fue emitido el 17 de diciembre de 2018. Y es curioso como el gobierno lleva un tiempo usando fechas trascendentales para implantar sus leyes absurdas, quizás para manipular la memoria colectiva de un pueblo adoctrinado, que como he dicho en otras ocasiones, no tiene armas cívicas para combatir cada una de las arbitrariedades que se cometen a diario.
El gobierno le tiene miedo a las redes sociales, a los post en Facebook, a las denuncias en Twitter, a los audios en WhapsApp, a los memes virales.
Las redes son un nuevo campo de batalla que no han podido contrarrestar y tampoco podrán. Porque mientras ellos forman unidades de cibercomando, quieren abrir de manera apresurada cursos universitarios de ciberseguridad, una gran parte de los cubanos, entre los que me incluyo, le llevamos 10 años o más de ventaja. Las redes sociales son nuestras.
Lo más detestable del asunto es que mientras el mundo combate el virus chino, aquí la policía política viola el aislamiento social, y visita las casas de personas, los secuestra en la calle, y los manda a citar a unidades policiales, exponiéndolos a contraer la COVID-19, incumpliendo con la petición del propio presidente de que las personas se queden en sus casas.
Díaz-Canel es consciente de todo esto que está pasando, imagina que el decreto ley 370 lo va a ayudar a perpetuarse en el poder, y está equivocado.
Bien que pudiera ponerle más empeño a la escasez y a la crisis económica que se nos viene encima, porque de todas formas queda claro que los cubanos y cubanas estamos listos para dar un paso decisivo en pos de la democracia en Cuba, y eso, no habrá ley mordaza que lo aguante. Denlo por seguro.