En la calle Tenerife de Centro Habana, hay un edificio inhabitable desde 1969, donde hoy viven más de 70 personas en un estado tan lamentable, que cualquier día el inmueble puede venirse abajo y matar a alguno de ellos.
El barracón lo -cierto es que ese es el nombre que merece- fue afectado por el huracán Irma, y ni siquiera entonces las autoridades han buscado soluciones para las personas que viven allí.
En las fotos se ven claramente paredes desconchadas a punto de caerse, techos de loza, balcones de madera apuntalados, moho y helechos que suben por las columnas y han hecho de ellas su casa, y un sinfín de materiales diversos utilizados para tapar huecos.
En el solar viven ancianos minusválidos, niños enfermos, embarazadas y personas sin ningún tipo de impedimento o situación especial.
Desde ayer, cubanos de a pie han comenzado a denunciar en las redes sociales lugares en La Habana donde se observan edificios, casas o estructuras frágiles que pudieran causar muertes como las de las tres niñas, fallecidas el lunes 27 tras el derrumbe de un balcón en el barrio Jesús María, en La Habana Vieja.
Otras iniciativas llaman a la ciudadanía a reportar esos lugares para realizar una especie de inventario ciudadano sobre los sitios que representan un peligro para las personas.
Gastón Sariol escribió el martes 28 en su cuenta de Facebook: “No es el momento de analizar las causas, ni con una varita mágica se podrán resolver, (pero) se pueden tomar medidas para evitar acontecimientos terribles" como los sucedidos el 27 de enero.
Sariol publicó una foto de un lugar que ubicó como peligroso, localizado “en la parada del hospital Amejeiras, San Lázaro, casi esquina a Oquendo”.
La imagen, en efecto, muestra a un edificio grisáceo, a punto de colapsar. Es una estructura de dos pisos, carcomido por el tiempo, con un balcón en la segunda planta, y en la acera, abajo, se observa a un grupo de personas, entre ellas dos niñas en uniforme escolar.