Cada vez aumenta el número de jóvenes cubanos que han optado en la isla por dejarse la barba. Esta tendencia internacional llegó a la isla tardíamente y está totalmente alejada de alguna intención de imitar la imagen del difunto Fidel Castro y sus barbudos de la Sierra Maestra, informa la AFP.
"Últimamente hay bastante gente, sobre todo jóvenes, que se están dejando la tendencia de la barba (...) hay quien se la deja más larguita, hay quien se la rebaja más", dice David González, barbero de 31 años, que tiene un local ubicado en el centro de la ciudad, informa en un artículo Diario de las Américas.
Sin embargo llevar la barba en los primeros años del triunfo revolucionario, la mayoría de las veces tenía una arista más pragmática y utilitaria: la ausencia de hojas de afeitar de doble filo. Los cubanos usaban antes de 1959 las de marca americana Gillette, pero luego de la ruptura de relaciones con Whashington estas dejaron de llegar.
Por ello las autoridades cubanas encargaron a la desaparecida Checoslovaquia fabricar cuchillas de afeitar que tenían como marca el sello "Venceremos" en su envoltura, a la que le seguía el de "Patria o Muerte".
Posteriormente fueron los soviéticos los que socorrieron a la Isla con su cuchilla Sputnik. A estas le siguieron la checa Astra y otra soviética, Neva, que el humor cubano las bautizó en su cotidianidad como "lágrimas de hombre" por su mala calidad y las heridas que por consiguiente dejaban en muchos rostros .
Tampoco en esa época había crema ni loción para antes o luego de afeitar. Se utilizaba solamente brocha y jabón, las cuales que se vendían por la libreta de racionamiento, así como las cuchillas.
Luego de la desaparición de la URSS en 1990, esto provocó que la isla entrara en la dura crisis económica conocida como Período Especial, la etapa más difícil aún para el afeitado. Luego de 1993, cuando Castro despenalizó el uso del dólar, llegaron las tiendas en divisas y con ellas las hojas de afeitar modernas y las maquinillas actuales.
Hoy la mayoría de los cubanos residentes en la isla accede a las baratas maquinillas desechables, ya que ningún bolsillo está dispuesto a gastar más de 20 dólares en rasurarse, precio que cuesta en las tiendas en divisas una máquina de afeitar moderna. Dicha cantidad supone casi la mitad de un salario medio mensual promedio.