Juanita es peluquera en Lawton, descuida su trabajo por seguir el Facebook. Es divorciada y vive con su hermana Elsa, que es soltera y recientemente perdió su trabajo.
“Pero estoy contenta, ahora tengo todo el tiempo para Internet. Juanita gana buen dinero con la peluquería y mantiene la casa. Yo la ayudo con los premios que me gano en La bolita, estoy en un grupo de WhatsApp donde nos ocupamos en descifrar las adivinanzas y perseguir los números atrasados. Acertamos muchas veces”.
Miguel Acuña, ingeniero industrial y ahora taxista, cataloga al Facebook como un interminable noticiero.
“Accidentes, muertos, represión y golpes de estado se mezclan sin orden ni control con felicitaciones, saludos, chismes, cultura y deporte, más cientos de puntos de vistas colectivos y personales. A su creador debieran otorgarle el premio Nobel, porque inventó una maravilla para cultivar la amistad y la información, aunque también es un monstruo de mil cabezas por donde se asoma lo mejor y lo peor de la sociedad”.
“En Cuba la batalla por la democracia se libra en las redes sociales. Supe del ‘caso Ferrer’ por un periodista independiente que es mi amigo en Facebook y publicó ampliamente sobre el tema, pero el gobierno después puso en la televisión otra versión de los hechos. También me enteré de la huelga de hambre de Guillermo del Sol, en Santa Clara, pero sobre esto la prensa oficial no dijo una palabra”, agregó.
Alberto, un filólogo que administra un grupo de WhatsApp, dice que los artistas también tienen en las redes sociales un campo infinito para la creación.
“Los pintores exponen sus cuadros como en una galería y millones de personas los disfrutan sin moverse de sus casas. Los escritores suben sus libros, sus amigos los comentan. Incluso un personaje de novela puede tomar vida propia en Facebook, con perfil y desarrollo”.
“Tengo un amigo que mantiene una saga de sucesos extraordinarios, ambientados en La Habana. Su ficción ha ganado seguidores y muchos likes. Convoca a la desobediencia civil, filtra informaciones de estado, es miembro de una delegación que conversa secretamente con dirigente en La Habana, es perseguido, acosado, desaparecido y vuelto a aparecer de nuevo en Facebook. Sus lectores esperan con apremio la próxima entrega”.
Yasiel, un joven de 17 años considerado en Marianao un genio de la informática expresa: “dejé de creer ciegamente en Facebook cuando descubrí que era utilizado para propaganda. Es cierto que en Cuba hay mucha necesidad y faltan los derechos y las libertades, pero la verdad es que la revolución solo se está cayendo en las redes sociales, muchos otros internautas tienen una lectura diferente de los hechos”.
“El verdadero peligro está en que la gente se desentienda del mundo real y viva en el mundo de Facebook, donde las personas son la duplicación digital de su yo, con un campo inimaginable de acción y criterio, que termina cuando se apaga la pantalla o se va la conexión”.