Luis decidió casarse. En tiempos en que los jóvenes no quieren compromisos, este muchacho hizo su fiesta con traje y corbata; una novia con velo y hasta lanzaron el ramo. “Las fotos quedaron muy bonitas”, dijo en su entrevista ante la Embajada Española, porque Luis se casó para irse para España.
Las bodas son ese escalón que muchos jóvenes cubanos saben que existe pero que prefieren no subir. Es mejor quedarse un paso más abajo, tranquilos, con o sin pareja, pero tranquilos.
Hace más de 15 años que Luis y Laura se conocen. Ella se mudó para el pueblo de Luis en Pinar del Río a los 10 años cuando iba a comenzar el quinto grado. Por azar del destino estos dos chicos coincidieron en la misma aula. La escuela terminó, los compañeros se distanciaron, y tiempo después se volvieron a encontrar. Hace apenas un año comenzó todo otra vez, pero ahora Laura era la que quería hablar: la chica propuso casarse.
“Laura llegó un día a mi casa y me dijo que me tenía una propuesta, que quería casarse conmigo; claro, yo quedé boquiabierto porque me sorprendió. Ella nunca dijo que estaba enamorada de mí, además yo ya tenía novia y quería casarme con ella. Entonces fue cuando me explicó el motivo de la boda”, confiesa Luis.
Laura quería irse de Cuba y no tenía dinero para financiar el viaje. Por eso pensó en su compañero de aula, que ahora tenía un salón de barbería y no le iba mal económicamente. Ella había conseguido la ciudadanía española a través de su padre y tenía permiso para viajar a otro país. Apelando a los deseos de emigrar de su amigo de infancia, Laura propuso una jugada de ganancia para los dos.
Luis pensó mucho esa decisión, lo consultó con su novia y al final accedieron, apostaron a que si él se casaba con una ciudadana española y se “iba para afuera”, entonces ellos iban a mejorar.
La fecha llegó, la novia de Luis no tuvo inconveniente en maquillar, vestir y hasta permitió que su pareja besara a la falsa novia. Lo único que importaba era el derecho que iba a adquirir el esposo y entonces poder viajar.
“No había motivos para celos, le expliqué a mi novia, porque Laura, la ciudadana española, nacida y criada en Cuba, no estaba interesada en mí, a ella le gustan las chicas, solo pensó en la boda porque saldría beneficiada”.
Papeles en regla con la firma de los cónyuges se presentaron en la Embajada Española, con el objetivo de convencer al cónsul de que eran la pareja más feliz del mundo y que su mayor sueño era conocer la madre España.
“Tuvimos que entregar muchas cosas, por esos días yo creí que me iba a volver loco, fueron fotos con carácter retroactivo que evidenciaba una relación de tiempo, cartas escritas entre nosotros, emails, y lo más importante, el fabuloso álbum de la boda como muestra de que éramos una pareja normal”.
Luis gastó mucho dinero legalizando los documentos que validaban su unión. Dos días antes de la entrevista final, la ciudadana española decidió cambiar de idea, ya no quería irse para España ni para ningún otro país y comenzar una nueva vida, claro, cada uno por separado porque lo único interés común era viajar; ahora la chica inteligente quería un pago de mil pesos cubanos convertibles (1000 dólares) como agradecimiento a su bondad de acceder a la boda.
Los planes cambiaron, ya Luis no puede viajar como pensaba porque no llegó a conseguir el permiso legal para salir de Cuba. Tal vez encuentre a otra persona que lo provea de mejoras económicas, porque, como pasa en cualquier lugar del mundo, la gente se casa con quien es un “buen partido”. A Luis, esta vez, le salió mal.
Un final feliz
En el Oriente de Cuba hay otra pareja que también tuvo un motivo poderoso que los llevó hasta el altar.
Niurka y Enrique se casaron porque no querían que su hijo viniera al mundo y encontrara a sus padres aún de novios.
La novia es una joven tímida, pero hablar sobre su casamiento es lo que más le gusta. “Es lo que siempre quise, y tal vez la ilusión de muchas mujeres”, confiesa.
Encontrar el vestido de boda no fue fácil, y es que Niurka se vistió de blanco con ocho meses de embarazo. La barriga ya estaba muy grande, muchos pensaron que traía gemelos, pero los ultrasonidos aclararon que no.
“Pensé que mi parto se iba a adelantar, la emoción de la boda no fue poca. En la fiesta habían muchas personas, todas queridas, mi familia, la familia de mi esposo que también es mía, además de nuestros amigos”.
Hace más de cuatro años que esta pareja vive junta, en la casa de Enrique, junto a la madre del novio y los abuelos. En enero pasado el que sería su primer hijo quedó en la memoria de los novios. Con apenas 10 semanas se produjo un aborto espontáneo y el feto no sobrevivió. Cinco meses después lo volvieron a intentar y parece que esta vez no habrá riesgos. Durante el embarazo no se ha producido ninguna anomalía, pero los cuidados de Enrique no han sido pocos.
“Yo siempre pensé que algún día me casaría. Enrique y yo llevamos mucho tiempo de novios, y queríamos tener un hijo juntos, pero creo que se nos olvidó que primero debíamos casarnos. Todo ocurrió a la misma vez”, confiesa Niurka.
Y es que estos jóvenes, ambos de 27 años, no tenían las condiciones idóneas para celebrar una boda y semanas después convertirse en padres.
“Nunca nos ha preocupado tener grande cosas, creemos que el amor basta para ser feliz. Claro, tener un hijo no es cosa de juegos, se necesitan recursos mínimos para que el pequeño crezca sano y fuerte, por eso no hemos parado de trabajar.”
Niurka es Licenciada en Instructores de Arte, trabajó un tiempo en un círculo infantil, lo que le propinó la experiencia necesaria para saber lidiar con niños. Su pasión es la música, pero solo ha conseguido grandes éxito en la ducha de su casa. Su novio tiene un puesto de venta de productos alimenticios, y ella, como buena compañera, es su mejor ayudante.
Y eso lo dice ella misma con orgullo: “Quién mejor que uno mismo para cuidar de lo suyo. Enrique solo no podía con la venta y pagarle a otra persona para que trabajara era ganar menos, así que yo me convertí en su ayudante, ahora el negocio es de los dos. Él es el que busca todas las cosas, cuida de que yo no haga mucho esfuerzo físico, pero trabajar honradamente no mata a nadie. Además de algún lado tenía que salir el dinero para hacer la fiesta de la boda”.