El opositor cubano Armando Trujillo González afirmó tras su excarcelación este lunes de la prisión de máximo rigor de Agüica, en Matanzas, que se sentía como si hubiese salido de “un campo de concentración”.
Trujillo González, miembro del Movimiento Independiente Opción Alternativa y residente en el poblado Pedro Betancourt, fue liberado tras cumplir la sanción privación de libertad, impuesta por un delito “fabricado” por el régimen de Cuba, asegura el expreso político y organizaciones de derechos humanos.
“Me acusaron de robar con fuerza, en un basurero, un kilogramo de lata, tres cabillas y un pedazo de níquel. Me condenaron a tres años de prisión”, dijo el disidente a Radio Televisión Martí.
El 4 de julio del 2019 “entré con 289 libras [de peso] y salí con 170. Es como si hubiera salido de un campo de concentración”, declaró.
La organización Prisoners Defenders (PD) concluyó que la Causa 189 del 2018 del Tribunal Municipal Popular de Jovellanos estuvo basada y fabricada sobre un “largo expediente de maltrato y persecución de un defensor de los derechos humanos”, y fue ejemplo de “inobservancia total de las normas internacionales relativas al derecho a un juicio imparcial”.
Una vez sentenciado, las autoridades del régimen recluyeron a Trujillo junto con otros 17 “internos amontonados en un cubículo sin luz eléctrica, donde había filtraciones de aguas albañales. Mi destacamento estaba ubicado a 20 metros de una pollera. El olor nauseabundo que se desprendía, permanentemente, te daba deseos de vomitar”.
La sección de la Seguridad del Estado en el penal instaba “a otros presos de máxima peligrosidad a violentar a Armando constantemente a cambio de prebendas para ellos”, señaló el informe emitido por PD.
“Sufrí una paliza de [convictos] comunes, instigados por los guardias o la Seguridad del Estado. Lo hacen para ganarse el favor de la policía. Los premian con comida o con un pabellón de tres horas, una visita”, contó Trujillo este lunes.
“En una ocasión, recibí puñetazos en la cara del primer teniente Dunieski. Fui testigo de golpizas salvajes. En una de ellas, el carcelero estuvo golpeando al reo por 36 minutos. Fui testigo del suicidio de otros tres reclusos que se ahorcaron para escapar de las humillaciones”.
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Según el activista, “la comida que daban era insuficiente, toda cabía en un vaso de agua desechable. Sin embargo, obligaban a los reclusos a botar la que les llevaban sus familiares. No se les permitía entrarla a las celdas”.
También denunció que le negaron “asistencia médica” y “no había medicamentos, ni los más simples como un ibuprofeno, o una duralgina, o un jarabe anticatarral. Estuve, por los tres años, pidiendo unos espejuelos que nunca llegaron”, afirmó.
“Nunca permitieron que mis amigos, ni mi pastor, me visitaran en las fechas en las que me correspondía. (…) que recibiera una jaba de comida porque decían que era ayuda de la contrarrevolución, de la mafia miamense. Nunca tuve derecho a entrevista con una psicóloga, ni a pabellón, a la biblioteca. Estuve privado del teléfono por 9 meses”, denunció.
“Cada 35 días recibía la visita del capitán Yunier y del mayor Lorenzo [de la Seguridad del Estado]. Iban a burlarse de mí o a tratar de comprarme con trabajo y colaboración”, declaró Trujillo, a quien la policía política le propuso excarcelarlo si grababa un video de arrepentimiento.
Tras la excarcelación de Armando Trujillo, la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) consideró que es “inhumano el estado en el que se encuentra y con el que fue tratado por la Seguridad cubana”.
Ana Belkis Ferrer García, hermana del preso de conciencia José Daniel Ferrer, afirmó en nombre de la familia del líder opositor que la situación de Trujillo les llega “a lo más profundo de nuestro corazón”.
En un post en la red social lamentó que el prisionero político fuera liberado “en paupérrimas condiciones, irreconocible, totalmente destruido físicamente por la dictadura de Raúl Castro y Díaz Canel”.
Ferrer García añadió que “están ASESINANDO a nuestros valientes presos políticos, el mundo libre debe intervenir para impedir estos crímenes de lesa humanidad”.