El PAMM inaugura retrospectiva de la artista cubanoamericana Teresita Fernández

Fernández es conocida por sus esculturas de gran formato, y el uso de materiales poco comunes, como la seda, el grafito o diversas superficies reflectantes.
El PAMM inaugura retrospectiva de la artista cubanoamericana Teresita Fernández
 

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El Perez Art Museum de Miami (PAMM) inauguró esta semana "Teresita Fernández: Elemental", una retrospectiva que abarca medio centenar de obras realizadas desde mediados de los años 90 hasta la actualidad por la artista estadounidense de origen cubano.

Nacida en Miami en 1968, Fernández se autodefinió alguna vez como una "escultora paisajista" y es reconocida por sus esculturas e instalaciones para espacios públicos y por el uso de materiales no convencionales, como la seda, el grafito, el ónix, espejos, vidrio y carbón.

La artista regresa a su ciudad natal de la mano de una exposición que reúne algunas de sus más reconocidas piezas como Untitled (1997) y Fire (2004) y otras más recientes como Fire (America) 5 (2017) y Charred Landscape (America) (2017).

En estas últimas Fernández presenta un paisaje del Estados Unidos de hoy marcado por la violencia, el cambio climático y el enfrentamiento ideológico en contraste con la visión idealizada del "sueño americano".

La artista radicada en Brooklyn, Nueva York utiliza el género clásico del paisajismo con una nueva mirada y materiales diferentes para reinterpretar la relación entre naturaleza, historia e identidad.

Sus obras, al mismo tiempo minimalistas y trascendentales, evocan paisajes, los elementos de la naturaleza y sus maravillas como las lluvias de meteoros, la formación de las nubes o un cielo estrellado, señalan los textos de presentación de esta exposición organizada por el PAMM y el Phoenix Art Museum (Arizona).

En Fire, por ejemplo, Fernández usó miles de hilos de seda teñidos a mano para crear llamas que cobran vida por la luz y el movimiento de los espectadores alrededor de la estructura circular de esta escultura de gran formato.

 

Una de las características de su arte es justamente la importancia del público, que hace que la obra cambie según su ubicación y movimientos.

En el 2015 una de sus instalaciones, Fata Morgana, compuesta por más de 200 paneles de espejo de forma redonda y con los bordes ondulados que estaban instalados sobre andamios a más de 3 metros de altura, cambió la experiencia de pasear por el Madison Square Park de Nueva York.

Dos años antes, creó Nocturnal (Navegación), una escultura mural para la sede de los Guardacostas estadounidenses en Washington, hecha con alrededor de 300 piezas que se asemejan a piedras minerales cristalizadas y que reproducen las constelaciones por las que se guiaban los marinos de la antigüedad.

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