La prensa cubana reveló esta semana el sorprendente caso de Yasmani Fonseca Estrada, un joven camagüeyano de 32 años, capaz de mover carros y hasta una guagua con 12 pasajeros halando sólo con la boca.
Fonseca no es asiduo de los gimnasios ni tiene la musculatura habitual en los levantadores de pesas. Los periodistas no se explican de dónde saca fuerzas para halar pesados carros atados con una soga a su boca, como si se tratara de un esfuerzo menor.
Su historia -cuenta-, comenzó hace casi 10 años, en una panadería habanera. Aquel día una bandeja le cayó en una de sus rodillas, y a raíz del fuerte dolor se aferró con la boca a un saco lleno de harina que tenía cerca. Las personas que estaban en el local lo vieron mover más de 110 libras.
“Me di cuenta que eso es un don único, y deseo que aparezca otra persona para competir y hacer más cosas”, dice Yasmani al periódico Sierra Maestra. “A partir de ese momento la misma gente me decía que tenía que hacer ejercicios de mandíbula, correr, pero… ¡qué va, ya con esto era suficiente!”.
“Desde niño me costaba trabajo comer, lo hacía muy rápido y sin masticar. Hasta la goma del biberón me la comía. Fue una infancia difícil, porque yo era muy hiperactivo; pero luego me di cuenta que desde entonces ya estaba desarrollando ese don.
“Con los carros empecé por un Willy, luego vino un Lada, un camión, hasta una guagua de Transgaviota con 12 pasajeros adentro”, explica este joven de apenas un metro y 54 centímetros de altura, quien asegura no haber sufrido de daños físicos como consecuencia de esta habilidad. Sus dientes parecen estar impecables.
“Eso que tú haces es sobrenatural”, así le han dicho los médicos que lo han visto hasta ahora -en su mayoría psicólogos-, aunque todavía Yasmani (que no está trastornado mentalmente) resulta un misterio para muchos. Confiesa que no tiene una dieta definida y evita comer con mucha grasa. Los vegetales para él son habituales.
Fonseca -que ya acaparó titulares en el periódico Juventud Rebelde en 2014- desborda optimismo, y deja a no pocos escépticos, con la inquietud de conocer hasta dónde podrá llegar. Ahora piensa desarrollar un poco más su masa muscular para lograr mover, con su singular mandíbula, un vagón de tren, una avioneta de fumigación, y quizás hasta un avión.
Por el momento, el joven intenta darse a conocer en Santiago de Cuba y sueña con realizar una exhibición con ayuda de las autoridades del territorio.