El muralista y grafitero cubano Yulier Rodríguez Pérez, conocido como Yulier P., compartió en Twitter un cuadro dedicado a los balseros cubanos que han perdido su vida tratando de cruzar el estrecho de la Florida en busca de una vida mejor.
Bajo el título de “Balseros”, Rodríguez Pérez escribió que lo hacía “en memoria de los hermanos emigrantes que fallecieron en el mar en busca de una vida digna”, mientras acompaña su obra de espeluznantes personajes que entre el horror se pierden tragados por la inmensidad del mar.
El pasado 14 de octubre, Yulier fue multado arbitrariamente con 2000 pesos, según denunció él mismo por estar “sentado en 23 e Infanta, frente a la Agencia de Cubana de Aviación, (solo) sin nadie a mi lado, ni remotamente cerca. Respondía una llamada telefónica y tuve que moverme el nasobuco (mascarilla sanitaria) un momento por debajo de la nariz, para ser escuchado”.
“Extremismo de los injustos que los caracterizan, siempre destruyendo al pueblo. Quisiera ver una multa a los dirigentes corruptos y fascistas de este país, por oprimir, esclavizar y condenar a la miseria a todo el pueblo cubano”, dijo entonces.
En septiembre de este año, el artista camagüeyano reveló en redes una de sus obras más reveladoras y contundentes, que tituló: “Santa hambre”. Yulier a través de un crucifijo de Jesucristo revelaba la actual situación económica de Cuba.
Simulando la cruz del calvario de Jesús, el muralista cruzó una cuchara y un tenedor y los clavó junto a una corona con el mensaje: "Santa hambre” y señaló los años “59-2020”, en alusión directa del tiempo en el poder de la dictadura de los Castro.
El joven muralista nacido en Camagüey, admirador de Jean Michel Basquiat, el pionero neoyorquino del grafiti que llenó con sus colores medio Manhattan, y del británico Banksy, ha sido multado ve varias ocasiones por intentar redecorar la empobrecida Habana con sus grafitis.
“Siempre elijo lugares en mal estado, sin interés, grises, y creo que contribuyo a mejorar la imagen de La Habana, además de estimular una actitud social de análisis, de intentar mirar con claridad el futuro que queremos”, explicó en una ocasión el muralista al diario El País.
Y cuando le prohibieron pintar la ciudad, ya había dibujado más de 100 murales, el joven convirtió su casa en su galería, y sus obras en grito de guerra contra el castrismo.