Técnicos de la empresa china, Huawei, ayudaron a los gobiernos africanos a espiar a sus opositores políticos.
Huawei Technologies Co., es la compañía de telecomunicaciones más grande del mundo y domina los mercados africanos, donde ha vendido herramientas de seguridad que los gobiernos utilizan para la vigilancia y censura digital.
La aliada del régimen de Beijing, ha proporcionado otros servicios, no divulgados públicamente. Los técnicos de la potencia china, en al menos dos casos, participaron en la persecución de líderes opositores de Uganda y Zambia y ayudaron a interceptar las comunicaciones encriptadas, las redes sociales, y por medio del uso de datos celulares rastrearon el paradero de estos activistas, según una investigación del Wall Street Journal.
Una de las víctimas del espionaje llevado a cabo en Uganda por el presidente Yoweri Museveniel fue la estrella del pop convertida en sensación política, Bobi Wine.
Bobi había regresado de Washington con el respaldo de los Estados Unidos a su movimiento de oposición, y estaba siendo espiado por la unidad de vigilancia digital del régimen de Museveniel. Esta unidad de cibervigilancia tenía órdenes estrictas de interceptar sus comunicaciones encriptadas, utilizando los amplios poderes de una ley de 2010 que le otorga al gobierno capacidad "para asegurar sus intereses multidimensionales".
Según altos funcionarios de seguridad que trabajaron directamente con los empleados de Huawei en estos países, el equipo, basado en el tercer piso de la sede de la policía de la capital, pasó días tratando de penetrar las comunicaciones de WhatsApp y Skype del Sr. Wine usando spyware, pero fallaron.
Luego pidieron ayuda al personal que trabaja en las oficinas de Huawei, el principal proveedor digital de Uganda.
Ante la investigación de The Wall Street Journal, la compañía china señaló en un escueto comunicado: "Nunca estuvimos envueltos en actividades de hackeo”.
"Los técnicos de Huawei trabajaron durante dos días y nos ayudaron a penetrar", dijo un alto funcionario de la unidad de vigilancia. Los ingenieros de Huawei, identificados por sus nombres en documentos policiales internos revisados por The Wall Street Journal, utilizaron el software espía para penetrar en el grupo de chat WhatsApp del Sr. Wine. Las autoridades arruinaron sus planes para organizar manifestaciones callejeras y arrestaron al político y a docenas de sus partidarios.
Desde 2012, el gobierno de EEUU ha acusado a Huawei, de ser una herramienta potencial para que el gobierno chino espíe en el extranjero. Huawei ha negado por la fuerza esos cargos después de décadas de presunto espionaje corporativo por parte de actores chinos respaldados por el estado.
La investigación no arrojó evidencia de espionaje por parte de Beijing en África. Tampoco descubrió que los ejecutivos de Huawei en China supieran, dirigieran o aprobaran las actividades descritas.
Sin embargo, los detalles de las operaciones ofrecen evidencia de que los empleados de Huawei jugaron un papel directo en los esfuerzos del gobierno para interceptar las comunicaciones privadas de los opositores.
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El propio partido oficialista Frente Patriótico publicó en abril en su página de Facebook que los agentes de policía que trabajan con "expertos chinos en Huawei lograron rastrear" y arrestar a los bloggers. El portavoz del partido confirmó al Journal que el caso fue manejado por el Cybercrime Crack Squad, la unidad del regulador de telecomunicaciones.
Las revelaciones centran la atención en los sistemas de vigilancia que Huawei vende a los gobiernos, a menudo marcados como "ciudades seguras". La compañía dice que ha instalado los sistemas en 700 ciudades repartidas en más de 100 países y regiones.
Varias empresas extranjeras son socios de Huawei en sus productos de "ciudad segura", incluido el fabricante de sensores inteligentes de EEUU y el integrador de sistemas Johnson Controls International PLC e iOmniscient Pty.Ltd., Un productor australiano de sistemas de Inteligencia Artificial (IA) que analizan video, sonido y olor.
Por ley toda compañía de origen chino tiene la obligación de nombrar un delegado del Partido Comunista Chino en su directiva, de esta forma tal como ya hacen en Zambia y Uganda, el aliado de Beijing tendría acceso a información confidencial y hasta podría obligar a a los técnicos a espiar a determinados protagonistas e instituciones de todo el planeta.