Cuando el 21 de abril de 1980 Rosie Ruiz cruzó en primera posición la meta del Maratón de Boston con el tercer mejor tiempo de la historia por entonces (2:31.56), la mayor parte de los espectadores se quedó con la boca abierta. Aquel registro suponía una mejora de casi 25 minutos respecto a su plusmarca personal, y toda una proeza para una atleta aficionada que ejercía como secretaria en Manhattan. Una semana más tarde, los jueces descubrieron que la cubana se había saltado la última parte de la prueba y concedieron la victoria a la canadiense Jacqueline Gareau.
Casi 40 años después de aquella afrenta para el atletismo, este jueves ha trascendido la noticia de la muerte de Ruiz.
La atleta, de origen cubano, falleció el pasado 8 de julio en Lake Worth (Florida), víctima de un cáncer contra el que venía luchando durante más de una década. La noticia de su desaparición resultó tan controvertida como su papel aquel soleado lunes de 1980 en Boston. Sólo la pericia de un periodista consiguió identificarla en una web de obituarios, donde figuraba con el nombre de Rosie M. Vivas sin ninguna mención a su infamante papel en la historia del atletismo.
Las argucias de Ruiz indignaron a los aficionados, que pronto descubrieron cómo una ganadora podía atravesar la meta sin una gota de sudor en las axilas. Corredores y fanáticos siempre han estado resentidos porque Ruiz se regodeó en su supuesta victoria y se negó a admitir su culpabilidad y devolver la medalla. Gareau tuvo que cruzar la línea de meta sin el reconocimiento del tiempo que había conseguido: 2:34:28, o su derrota contra la favorita para ganar esta competición, la atleta Patti Lyons, quien quedó en la tercera posición con un tiempo de 2:35:08.
En realidad, la carrera de tramposa de Ruiz había comenzado unos meses antes, en el Maratón de Nueva York.
Aquel 21 de octubre de 1979, la atleta terminó la carrera con un tobillo presuntamente lesionado, y con un tiempo de 2:56:33. Pero unos testigos la habían identificado previamente en el metro, con dirección a Central Park. El historial completo de su actuación en Nueva York fue revisado rápidamente a través de un video, que demostró claramente las trampas que había hecho y por las que fue descalificada de la carrera. Según investigaciones posteriores, Ruiz habría recorrido casi 25 kilómetros en el suburbano.
Rosie había nacido el 21 de junio de 1953 en La Habana, aunque a los ocho años logró salir de Cuba para instalarse en Florida. Tras cursar tres años de estudios en el Wayne State College (Nebraska) se trasladó a Manhattan.
La historia de su fraude consiguió una gran atención en los medios de comunicación, por lo que Ruiz adquirió gran notoriedad pública. “Doing a Rosie” (Haciendo un Rosie) sigue siendo una broma entre los corredores, directores de carrera y fanáticos cuando hay algún deportista que hace trampas al acortar el transcurso de una carrera. Todavía hoy muchos se preguntan por qué Ruiz actuó de esa manera. Se rumorea que entre los años 1977 y 1978 fue intervenida por varios tumores cerebrales que le dejaron secuelas.
Su efímera fama en el atletismo dio paso a una turbulenta biografía, que incluyó tres semanas en la cárcel por tráfico de cocaína y varios problemas legales por la emisión de cheques sin fondos, falsificación y robo. Al final, dejó atrás su vida mediática y se fue a vivir a Florida, donde ha muerto el pasado mes, rodeada de su familia.
(Con información de El Mundo y The New York Times)