Uno de los boxeadores de Estados Unidos más conocidos por la afición cubana en las últimas décadas, Pernell Whitaker, murió trágicamente este domingo, a los 55 años.
Whitaker, campeón olímpico en Los Angeles 1984 y campeón profesional en cuatro divisiones, murió luego de ser atropellado por un auto en Virginia.
Antes de entrar en el profesionalismo, donde fue considerado entre los 50 mejores púgiles de todos los tiempos, Whitaker convirtió sus enfrentamientos con el guantanamero Ángel Herrera en uno de los clásicos del ring en la década de los 80 del boxeo aficionado.
Herrera, campeón olímpico en Montreal 1976 y en Moscú 80, enfrentó por primera vez a Whitaker en los 60 kilogramos el 15 de mayo de 1982 en la final del Campeonato Mundial de Múnich. Ganó el cubano 3-2.
Seis meses después, el 13 de noviembre de 1982, se vieron nuevamente en Reno, Nevada, en los comienzos de los topes Cuba- Estados Unidos. Venció Whitaker 4-1.
Ambos chocarían tres veces más y en todas el triunfo fue para el norteamericano, con veredicto unánime: en Reno durante un Match de Retadores, en marzo de 1983; en la final por la medalla de oro de los Juegos Panamericanos de Caracas, el 28 de agosto de 1983; y en otro tope Cuba- USA en Reno en febrero de 1984.
Pocos días después de esa fecha el Gobierno cubano determinó unirse como aliado de la URSS al boicot de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, una decisión orientada por Moscú tras la decisión del presidente James Carter de torpedear los Juegos Olímpicos de 1980 en la capital soviética.
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Herrera, junto a otros atletas cubanos como Teófilo Stevenson, Félix Savón, Javier Sotomayor, y Ana Fidelia Quirot, vieron truncadas sus aspiraciones de engrosar sus hazañas olímpicas, por la decisión de Fidel Castro, aunque públicamente nunca la criticaron.
La ausencia de Herrera facilitó la coronación de Whitaker en el torneo olímpico en el verano de 1984.
Después de la cita olímpica, y más de 200 peleas como amateur, Whitaker firmó como profesional y en 1997 se enfrentaría a otro cubano, pero de este sí fue realmente un verdugo.
A Diosbelys Hurtado lo masacró en el asalto 11 luego que el santiaguero le había hecho pasar par de sustos y lideraba en las tarjetas de los tres jueces. Pero el oriental equivocó la táctica y pareció extrañar a su entrenador Alcides Sagarra en la esquina.
Hurtado había estado con Sagarra en los Juegos Mundiales de la Buena Voluntad en San Petersburgo, en julio de 1994, pero perdió su primera pelea y el preparador le dio la tarea de asistente de sus compañeros de equipo en el resto del certamen.
Tres meses después, de regreso a La Habana tras un tope contra Estados Unidos, se le escabulló durante una escala en el Aeropuerto Internacional de Miami.
El nocao a Hurtado, invicto hasta ese momento, fue una de las tres o cuatro victorias incontestables de Whitaker, miembro del Salón de la Fama, frente a serios prospectos como fueron los casos de sus KO en el sexto a Miguel Santana y en el primero a Juan Nazario.
Por su famosa vocación defensiva, fueron numerosos los pleitos en su carrera de 17 años en el profesionalismo, marcados por las controversias.