Diversos medios de América Latina señalan a Uruguay con tonos elogiosos ante su exitosa estrategia contra el nuevo coronavirus, que no incluyó cuarentenas obligatorias.
De hecho, como la tasa de contagios se ha mantenido baja y el sistema de salud nunca llegó a verse comprometido, el país ya lleva semanas abriendo actividades, por ejemplo, con el paulatino regreso de las clases.
Según datos del gobierno, desde que se declaró la emergencia sanitaria el 13 de marzo hasta este jueves, se habían registrado 811 casos de la nueva enfermedad viral y confirmado 22 muertos.
Para ponerlo en perspectiva, dado que Uruguay es un país de poco menos de 3,5 millones de habitantes, la tasa de muertes por 100 mil habitantes es de 0.6, de acuerdo con datos de la Universidad Johns Hopkins actualizados a este viernes.
En el Cono Sur, para ese mismo día, la tasa de muertes en Brasil era de 12.2, en Chile de 4.5, en Argentina 1.1 y en Paraguay 0.2, país que también viene siendo exitoso en su estrategia contra el coronavirus, aunque sí con cuarentenas obligatorias.
Ahora Uruguay está entre los países de la región que pueden “gestionar” la propagación del virus, dijo a la BBC Marcia Castro, profesora de salud global en la Universidad de Harvard (EE.UU.).
Tal es así que ya se han abierto las escuelas rurales y, de forma voluntaria y con un esquema progresivo, están volviendo las clases en el resto de los niveles educativos a lo largo de todo el país, con Montevideo y las universidades como últimos de la lista.
Desde abril volvió al trabajo el sector de la construcción y desde este mes el comercio, en general, se ha liberado, y las oficinas públicas han abierto. Con todo esto en mente, las familias y amigos ya se reúnen, aunque las tradicionales rondas de mate están desaconsejadas. ¿Pero cómo llegó hasta este punto?
Los primeros casos de covid-19 en Uruguay se registraron el 13 de marzo, menos de dos semanas después de que Lacalle Pou asumiera la presidencia.
De inmediato el nuevo gobierno implementó medidas similares a las de otros países de la región, como Argentina y Perú: cerró fronteras y suspendió vuelos, clases, servicios religiosos y eventos multitudinarios como torneos de fútbol y conciertos.
Pero nunca se decretó el confinamiento obligatorio de la población, incluso cuando figuras como el expresidente Tabaré Vázquez, quien es médico de profesión, se expresaron a favor. La estrategia, en cambio, fue apelar a la responsabilidad ciudadana.
Las encuestas realizadas por varias consultoras mostraron que más del 90% de los uruguayos aceptaron la recomendación de quedarse en casa. Sin embargo, las encuestas mostraron que, para los uruguayos, "la parte más difícil" era evitar las reuniones con amigos y familiares.
Lea también
La infraestructura y el sistema de salud de Uruguay también han sido decisivos para los resultados contra el coronavirus. En el país casi el 100% de la población tiene acceso al agua potable, fundamental para una de las principales barreras de protección: el lavado de manos.
“Los sectores público y privado están integrados. Tenemos una fuerte presencia de médicos de familia, que incluye atención domiciliaria. También tenemos un sistema de emergencia prehospitalario en todo país”, declaró a BBC el ministro de Salud, Daniel Salinas.
“Y desde nuestro sistema de salud, decidimos evitar en la medida de lo posible que un posible paciente vaya al hospital o alguna clínica. No queríamos que una persona que tenía un resfriado simple terminara contagiándose de covid-19”, explicó.
Las pruebas de coronavirus para casos sospechosos se realizan en los propios hogares.
Hasta este jueves, se han procesado más de 41 mil pruebas en todo el país. Según el sitio Worldometer, en Uruguay la cantidad de pruebas por cada 1 millón de habitantes es alrededor de tres veces más que en Argentina, Brasil y Paraguay.