Miguel Matamoros: el son que llegó de Oriente

Miguel Matamoros cumple hoy 125 años y sigue fresco, joven, como si acabara de grabar sus primeros veinte temas en los estudios de la RCA en Camden, New Jersey, con el trío que lleva su nombre y que lo acompañará más allá de la vida.
Miguel Matamoros: el son que llegó de Oriente
 

Reproduce este artículo

Miguel Matamoros cumple hoy 125 años y sigue fresco, joven, como si acabara de grabar sus primeros veinte temas en los estudios de la RCA en Camden, New Jersey, con el trío que lleva su nombre y que lo acompañará más allá de la vida.

Todos los cubanos nos hemos preguntado alguna vez en la vida “de dónde son los cantantes”. Nos hemos fijado en cómo camina la gente cuando sale del mercado, gracias a su tema “La mujer de Antonio”; sabemos que “el que siembra su maíz, que se coma su pinol”, y lo más importante y doloroso, hemos llorado “Lágrimas negras”.

Sospecho que si las cosas tienen alma, la de Santiago de Cuba comenzó a tocar las claves y a alumbrar con una luz más cálida desde que naciera Miguel Matamoros el 8 de mayo de 1894 en el popular barrio Los Hoyos, en la calle San Germán # 115 entre Gallo y Matadero, “la loma”, de la que bajó muchas veces para explorar los aires que se respiraban en “el llano”.

En lugar de celebrar fechas de guerra y de vergüenza, Cuba debería decretar fiesta nacional el 8 de mayo, no sólo por el nacimiento de Miguel, sino por el alumbramiento del trío que llevó su nombre, y que el azar o el destino, hicieron estrenarse en la fiesta de su onomástico de 1925, cuando se unieron los tres guerreros que iban a inundar más tarde La Habana con el son de Oriente: Siro Rodríguez y Rafael Cueto.

 

Dijo Miguel en uno de esos boleros-sones inolvidables, que conjugan ritmo y poesía, y que se hacen inolvidables como un tatuaje de amor:

Si el amor hace sentir hondos dolores
Y condenan a vivir entre miserias
Yo te diera mi bien por tus amores
Hasta la sangre que hierve en mis arterias.

Y más que sangre, Miguel Matamoros nos dio razones para vivir y soñar, para sentir que pertenecemos a algo, a un sitio, aunque no estemos allí. Desde aquellas primeras grabaciones con el trío su aire entró, definitivamente al aire universal, y nos legó un refugio que ha probado ser indestructible.

Aunque Miguel se apagó físicamente en el Hospital Militar de Santiago de Cuba, el 15 de abril de 1971, lo que realmente hizo fue transformarse en olores y sabores, en colores y sonidos, en esa cadencia con la que los cubanos llevamos la alegría y la pena y que algunos científicos llaman ADN.

Su último tema compuesto, que cediera entonces a El tenor de las Américas, Pedro Vargas, para que lo dejara grabado en disco, fue una especie de balance de su vida. Él, que repartió las alegrías de sones como ¿Quién tiró la bomba?, Regáleme el ticket, Juramento, Reclamo místico y Olvido, quiso dejar para el final la ceniza de sus penas y bautizó este bolero de adiós con una reiteración, Triste, muy triste, que dice:

Triste están las estrellas
Triste la luna
Triste porque muy triste me ven llorar
En esta noche, noche tan triste como ninguna
Como ninguna de las mil noches de mi penar.

Borrachos o sobrios, cuando estamos lejos y viene al recuerdo la palabra Cuba, salen los compases de la guitarra de Miguel y nos inunda esa música que es como un gran país que nos acompaña, nos levanta con el sol y nos vigila el sueño para que le sigamos perteneciendo, sin cuños ni órdenes, sin constituciones ni dictámenes, sin vigilantes ni ideólogos.

Un país que se instala en la sangre y que a veces se llama Beny Moré, otras Celia Cruz, pero la mayor parte del tiempo se nombra Miguel Matamoros o Trío Matamoros, como si fuera también una calle que recorre nuestras vidas.

Para siempre.

Escrito por Ramón Fernández Larrea

Ramón Fernández-Larrea (Bayamo, Cuba,1958) es guionista de radio y televisión. Ha publicado, entre otros, los poemarios: El pasado del cielo, Poemas para ponerse en la cabeza, Manual de pasión, El libro de las instrucciones, El libro de los salmos feroces, Terneros que nunca mueran de rodillas, Cantar del tigre ciego, Yo no bailo con Juana y Todos los cielos del cielo, con el que obtuvo en 2014 el premio internacional Gastón Baquero. Ha sido guionista de los programas de televisión Seguro Que Yes y Esta Noche Tu Night, conducidos por Alexis Valdés en la televisión hispana de Miami.

 

Relacionados