El artista alemán, Frank Uwe Laysiepen, conocido artísticamente como Ulay, ha fallecido este lunes a los 76 años de edad, tal y como ha anunciado en su cuenta institucional de Instagram la artista Marina Abramovic, de quien fue compañero artístico y sentimental durante varios años.
"Con gran tristeza me enteré de la muerte de mi amigo y ex compañero Ulay hoy. Fue un artista y ser humano excepcional, al que echaremos de menos. En este día, es reconfortante saber que su arte y legado vivirán para siempre", ha señalado Abramovic.
Ulay (Solingen, Alemania, 1943) se formó como fotógrafo y, entre 1968 y 1971, trabajó mucho como consultor para Polaroid. Entre 1968 y 1976, emprendió una búsqueda temática para comprender las nociones de identidad y el cuerpo tanto a nivel personal como comunitario, principalmente a través de series de fotografías Polaroid, aforismos y actuaciones íntimas.
De 1976 a 1988 colaboró con Marina Abramovic en numerosas actuaciones. Su trabajo se centró en cuestionar los rasgos masculinos y femeninos percibidos y en empujar los límites físicos del cuerpo.
Tras su ruptura con Abramovic --que escenificaron en una performance en la que cada uno empezó a recorrer la muralla china desde un punto hasta su encuentro, donde tuvo lugar la ruptura--, Ulay se centró en la fotografía.
En los últimos años, Ulay se ha dedicado a proyectos e iniciativas artísticas que crean conciencia, mejoran la comprensión y la apreciación y el respeto del agua (Earth Water Catalog, 2012).
La autoproclamada "reina de la performance" invierte una media de cinco años en sus proyectos, algunos de los cuales terminan materializándose en Factum Arte, un discreto taller de un polígono industrial a las afueras de Madrid donde han dado forma a algunas de las piezas que se verán en Londres. "De España me gusta todo: el jamón, el flamenco, los toros, el Prado, Zurbarán... Y sobre todo el carácter de la gente, esa valentía tan genuina y espontánea a la hora de afrontar las emociones".
Aunque ya no se desnuda ni experimenta con los límites del cuerpo como solía hacer en los comienzos de su carrera, Marina Abramovic no ha perdido las constantes vitales de sus primeras y más radicales performances. Quizá porque, a sus 73 años, sigue siendo una artista constante y vital. O dicho con sus propias palabras: "Siempre he estado enamorada y nunca me he preocupado por el dinero". Luego cavila unos segundos en silencio antes de añadir: "En realidad muchas de mis relaciones fracasaron y no empecé a pagar facturas hasta que cumplí 50 años. Pero todo cuanto hice mereció la pena".