Dilan Cruz, el joven que se ha convertido en el rostro de las protestas en Colombia, falleció este lunes, justo en el día en que se graduaba del colegio y mientras muchos estudiantes como él seguían marchando por las calles de Bogotá con cacerolas y cánticos contra el Gobierno de Iván Duque y el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la policía que le disparó el sábado pasado en el centro de la capital colombiana, cuando marchaba pacíficamente.
La noticia, dada a conocer por el hospital San Ignacio, corrió como un rayo doloroso entre miles de jóvenes colombianos que pasaron frente al centro médico, donde era atendido. En días pasados le cantaban “Fuerza Dilan” o “Todos somos Dilan”, oraban y le dejaban flores y velas en su nombre. Todavía el pasado domingo su estado de salud era grave, pero muchos esperaban su recuperación. En la noche de este lunes los médicos advertían que su estado era crítico y finalmente anunciaron su muerte.
El presidente de Colombia, Iván Duque, lamentó la muerte del estudiante. “Expresamos nuestras sinceras condolencias a su mamá, su abuelo y sus dos hermanas. Reitero mi solidaridad con esta familia”, dijo el mandatario que el sábado se vio obligado a hablar de este caso y anunciar una investigación al policía involucrado.
Su caso —aunque no era la primera denuncia por uso excesivo de la fuerza policial— va camino de convertirse en el rostro de la represión durante las protestas que ya suman cinco días. Pese a que han habido algunos focos aislados de violencia, las manifestaciones —sobre todo cacerolazos— han sido mayoritariamente pacíficas. La indignación de la calle tras difundirse las imágenes del joven desplomándose sobre el pavimento ha obligado al mandatario colombiano a pronunciarse y lamentar los hechos. “He ordenado la investigación urgente de este caso para esclarecer rápidamente lo sucedido y determinar responsabilidades. Nuestra solidaridad con su familia”, escribió Duque a través de su cuenta de Twitter.
Dilan tenía 18 años y estudiaba el último curso del Colegio Ricaurte IED, en el sur de la ciudad. Su hermana, Denis Cruz, recibió su título en un acto emotivo. “Queremos que esto que pasó con Dilan no sea para más disturbios, para armar más violencia, en lo absoluto, queremos que esto sea un detonante para acabar con la violencia, con todo lo malo que está pasando en este momento en el país”, dijo al borde de las lágrimas, durante la ceremonia de graduación a la que él no pudo asistir.
También en el colegio sus compañeros habían realizado una marcha silenciosa para acompañarlo. Y aunque se decía que estaba en las protestas porque le habían negado un crédito para acceder a la universidad, el organismo que entrega los créditos dice que nunca recibió esa solicitud. Ese, sin embargo, es uno de los reclamos que sacó a miles de estudiantes a las calles: la desigualdad en el acceso a la educación superior.
Este hecho, junto a “un significativo número de personas detenidas arbitrariamente y heridas gravemente”, ya ha provocado que la oposición y colectivos de abogados advirtieran a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la grave situación que se vive estos días en Colombia. Ninguna de las intervenciones de los agentes antidisturbios del sábado se justificaba, aseguran fuentes cercanas a los senadores Iván Cépeda y Antonio Sanguino, al tiempo que expresan su “profunda preocupación” ante un eventual decreto de estado de conmoción interior, “que podría provocar un detrimento de libertades fundamentales y un aumento de la militarización.
El de Dilan no es el único caso. La policía ha admitido que hay doce indagaciones y en Cali, ciudadanos reportan que Duván Villegas, otro estudiante que recibió un disparo durante el toque de queda en esa ciudad, se encuentra delicado, sin movilidad en las piernas.