Con la pandemia, los entierros aumentaron un 20% en el cementerio de Vila Formosa, en San Pablo, el más grande camposanto en América Latina, ubicado en la urbe más populosa de Brasil.
La crisis de la Covid-19 obligó a contratar enterradores porque la mayoría de la plantilla de este camposanto está por edad en el grupo de riesgo, así que fueron enviados a sus casas.
Todos los países tienen problemas de subnotificación de casos, pero existe el temor de que el problema en Brasil sea mucho más grave. Los problemas de saturación en hospitales y morgues, las 13 mil nuevas tumbas de refuerzo anunciadas por la megalópolis San Pablo y los escasos test realizados indican que el impacto de la epidemia es mucho mayor de lo que retratan las cifras oficiales.
Las autoridades han confirmado 4000 muertes (el 40% la última semana) y casi 60 mil contagios. Los casos de miles de hospitalizados por síndrome respiratorio agudo en las últimas semanas siguen pendientes de investigación.
Con 407 nuevas muertes, el jueves pasado fue el día más letal desde el primer contagio hace ocho semanas. Según estudios de científicos brasileños, la enfermedad afecta sobre todo a la población pobre, que no puede acceder a buenos servicios de salud.
El nuevo ministro de Salud brasileño, el médico Nelson Teich, dice desconocer por ahora si el acusado incremento de casos de los últimos días se debe a que están saliendo los resultados de casos antiguos o a que los contagios se aceleran.
Teich se estrena después de que el presidente, Jair Bolsonaro, echara a su antecesor por considerar su empeño en el aislamiento demasiado dañino para la economía.
Las autoridades sanitarias tardaron en conseguir comprar test y ahora la capacidad de procesarlos es insuficiente y la logística para analizar las muestras, compleja. Las escuelas siguen clausuradas, pero algunas ciudades han abierto los centros comerciales.
El cementerio de Vila Formosa fue de los primeros en ampliar su capacidad por la pandemia. Los operarios han abierto en la última semana 600 nuevas tumbas en esta tierra rojiza que es el descanso final de 1,5 millones de fallecidos.
Pronto se sumarán 13 mil tumbas más en los cementerios municipales según ha anunciado el alcalde de San Pablo Bruno Covas, porque “lo peor está por llegar”. No quiere que se repitan las escenas de Ecuador o Nueva York.
Manaos, la mayor ciudad de la Amazonia, donde las UCI están ya saturadas, ha comenzado a hacer sepulturas colectivas. Y mandos militares están preguntando oficialmente por la capacidad de afrontar entierros masivos.
“Si el Ejército pregunta eso es porque está haciendo un análisis estadístico ante la posibilidad de que haya un caos en la sanidad pública”, advirtió a sus vecinos el alcalde, que reveló la petición en un vídeo para insistir en la importancia del confinamiento.