Australia ha pedido que se investigue en profundidad el origen del virus. Alemania y Gran Bretaña dudan volver a trabajar con el gigante tecnológico Huawei. El Presidente Donald Trump culpa a China por el contagio. Algunos gobiernos quieren demandar a Beijing por daños y perjuicios. Lo que socaba la imagen deseada del país como un generoso actor mundial.
Mientras, China, nunca receptiva a las críticas externas, responde de manera agresiva frente a los cuestionamientos. Mezcla las exigencias de gratitud con las amenazas económicas. Haciendo uso de la habitual retórica nacionalista saca a relucir la ayuda médica que ha ofrecido a otros países e incrimina por los daños que puedan causar a su control interno y a su largo alcance económico.
“Diplomáticos chinos han estado demostrando su lealtad con mensajes desafiantes, nacionalistas y a veces amenazadores, en los países donde tienen su base”, señala una reciente nota de Infobae.
Con el evidente estímulo del Presidente Xi Jinping y el Departamento de Propaganda del Partido Comunista Chino, “hay un nuevo tipo de diplomáticos chinos que parecen competir entre sí para ser más radicales y, a la larga, insultar al país en el que están destinados”, dijo François Godement, asesor principal para Asia del Institut Montaigne, con sede en París. “Se han peleado con todos los países del norte de Europa con los que deberían estar interesados, y se han distanciado de todos ellos”.
Al menos siete embajadores chinos -en Francia, Kazajstán, Nigeria, Kenya, Uganda, Ghana y la Unión Africana- en las últimas semanas, han sido convocados por sus anfitriones para responder a acusaciones que van desde la difusión de información errónea hasta el “maltrato racista” de los africanos en Guangzhou.
La semana anterior, China “amenazó con retirar la ayuda médica a los Países Bajos por cambiar el nombre de su oficina de representación en Taiwán para incluir la palabra Taipei. Y antes de eso, la embajada china en Berlín se enfrentó públicamente con el periódico alemán Bild después de que el tabloide exigiera 160 mil millones de dólares en compensación a China por los daños causados a Alemania por el virus”, destaca Infobae.
En tanto, el presidente Donald Trump refirió hace uno días que su administración estaba llevando a cabo “serias investigaciones” sobre el manejo del brote de coronavirus en Beijing.
Las agencias de inteligencia americanas sugirieren que el nuevo virus pudo haber surgido accidentalmente de un laboratorio de armas de Wuhan, aunque todavía no confirmar la sospecha. Por su parte, Trump manifiesta su interés en tratar de demandar a Beijing por daños y perjuicios, con los Estados Unidos buscando 10 millones de dólares por cada muerte americana.
La demanda, más que asegurar una victoria en tribunales, parece tener como objetivo “presionar al Congreso para que apruebe una legislación que facilite a los ciudadanos estadounidenses demandar a los estados extranjeros por daños y perjuicios”.
Mientras, la narrativa china insinúa que el nuevo virus ni siquiera provenía de China, sino del ejército de los EE.UU, una acusación sin fundamento hecha por el combativo portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian.
“La promoción de Zhao a portavoz y su declaración sobre el Ejército de EE.UU, indica a todos en China que esta es la línea oficial, por lo que se obtiene este efecto de megáfono”, dijo, Susan Shirk, una becaria de China y directora del 21st Century China Center en la Universidad de California, San Diego, añadiendo que esto “hace más difícil cualquier negociación”.
Después de que Australia anunciara su deseo de una investigación sobre el virus, los medios estatales chinos han hecho numerosas declaraciones incendiarias: “Australia fue goma de mascar pegada en la suela del zapato de China”. Beijing advirtió que Australia se arriesgaba a sufrir un daño a largo plazo en su asociación comercial con China, que se lleva un tercio de las exportaciones de Australia. “Tal vez la gente común dirá, '¿Por qué deberíamos beber vino australiano? ¿Comer carne australiana?”, dijo el embajador de China, Cheng Jingye, a The Australian Financial Review. La Ministra de Relaciones Exteriores de Australia, Marise Payne, desestimó el intento de China como “coacción económica”.
“La desconfianza en China se ha acelerado tanto con el virus que ningún ministerio sabe cómo tratarlo”, dijo Angela Stanzel, experta en China del Instituto Alemán de Asuntos Internacionales y de Seguridad.
Recientemente, el gobierno alemán se quejó de que los diplomáticos chinos estaban solicitando cartas de apoyo y gratitud por la ayuda y los esfuerzos de Beijing contra el virus a los funcionarios del gobierno y a los jefes de las principales empresas alemanas.
En Alemania y Gran Bretaña, cuestionan además, la conveniencia de utilizar el Huawei para los nuevos sistemas 5G, y se manifiesta preocupación sobre la dependencia de China para materiales y productos farmacéuticos vitales.
Francia, que sostiene buenas relaciones con Beijing, también se ha irritado por las declaraciones críticas de los diplomáticos chinos, incluyendo una acusación de que los franceses habían dejado deliberadamente a sus residentes mayores para que murieran en los asilos. Esto provocó una reprimenda del Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Jean-Yves Le Drian, y la ira de los legisladores, a pesar de un temprano intercambio recíproco de ayuda médica como máscaras.
Ya antes del virus, Beijing mostraba un feroz enfoque de las relaciones públicas, un estilo agresivo llamado diplomacia del “Guerrero Lobo”, llamado así por dos películas chinas ultrapatrióticas que presentaban las malvadas tramas y la feroz desaparición de los mercenarios extranjeros dirigidos por los Estados Unidos.