"Yo lo que quiero es que aparezcan los restos de mi tía, que ha sido como mi madre". Quizás nunca una frase fue dicha con tanta impotencia, tristeza, decepción…
La primera vez que Luis Eloy Reytor Figueredo se quejó ante una funcionaria del gobierno manzanillero todavía confiaba en que fuera una lamentable confusión, uno de esos descuidos que, tantas veces, pasan desapercibidos debido a la burocracia y la ineficiencia de las personas.
Su tía había sido sepultada el 4 de junio del 2016, a las dos de la tarde, tras el fallecimiento ocurrido en el Hogar de Anciano "Padre Acevedo" de Manzanillo. "Tenía 95 años", cuenta Eloy.
"Ella terminó de criar a mis hijas cuando murió mi primera esposa, por lo que la amamos mucho. Yo enfermé, no podía atenderla como se merecía, y no le faltaba ni amor ni cuidados en el hogar de ancianos adonde yo iba a verla todos los días. Mis hijas, cada vez que venían a Cuba, lo primero que hacían era ir a buscarla, pedir permiso. La última vez cenamos todos en el restaurante Rancho Luna, y ella estaba muy contenta... Cuando fui a rendirle homenaje el Día de las Madres, encontré en su tumba el nombre de otra fallecida..."
Del Gobierno a Comunales, de Comunales a la Fiscalía, de la Fiscalía a Comunales y luego de nuevo al Gobierno. Que si una fiscal le dice que se ocupará del caso, y otra, de nombre Mercedes, que la anterior se equivocó, que es un problema administrativo que tiene que resolver Comunales, que la compañera que lo “atendió” en Fiscalías-, llamó al sub-director de Comunales Alexis, y Alexis que si: ¨el administrador no sabía absolutamente nada de la pérdida¨, que si ¨vamos al cementerio a analizar el caso¨, y Alexis que no asiste por estar en otras funciones, que si: ¨el mismo fue a la policía a denunciar...¨, que si ¨la fiscalía acepta la acusación del sub-director y no la de los familiares que, en un final, son los mayores afectados...¨
Todos esos avatares fueron explicados al detalle en la columna Acuse de Recibo del periódico Juventud Rebelde del día 25 de agosto del 2017.
Según un reporte del periodista José Ortiz Bennet, en su página de Facebook: ¨El Tribunal Municipal de Manzanillo procesó recientemente a dos trabajadores del cementerio local por delitos relacionados con la exhumación ilegal o traslado de un cadáver, según estipula el Título III del Código Penal de la República de Cuba, en el aparte Contra la Seguridad Colectiva, específicamente el capítulo V artículo 188. Lo anterior se debió a que Rafael Aquiles Rivero y Caridad de las Mercedes Ortiz Rodríguez, administrador y responsable de la gestión documental en el camposanto manzanillero, respectivamente, alegan desconocer quién exhumó ilegalmente un cadáver en el pasado mes de abril con 10 meses y 6 días de haber sido enterrado¨.
Cerca de la línea del ferrocarril de Manzanillo a Bayamo, en un barrio casi marginal donde abundan los coches tirados por caballos, vive Rafael Aquiles Rivero quien, a pesar de haber sido ya condenado por el supuesto delito de exhumación ilegal de cadáveres, se encuentra en su casa en medio de una apelación.
“La situación del cementerio era mala, muy mala: se robaban los cristales de los panteones y tumbas, las pertenencias con que los familiares sepultaban a sus seres queridos, entraban a las propiedades y saqueaban... Hicimos un recorrido por las áreas, pero nunca nadie me entregó documentación alguna ni me explicó absolutamente nada... ", explica Rivero.
Tres meses más tarde, en un consejo de dirección de la empresa de comunales, el director le dijo a Aquiles: "Eso es botao ahora mismo, y ya". Fue unos diez días después del Día de las Madres, fecha en que Eloy Reytor detecta que el cadáver de su tía, sepultada en el nicho 249 hacia menos de un año, había desaparecido.
Rivero asegura que estaba de certificado médico desde el mes de abril, pero que aun así se personó en el cementerio. “Buscamos y buscamos, pero no encontramos los restos de la señora. Yo, incluso, indagué con los familiares cómo estaba vestida, y me explicaron... pero no la encontramos", dijo Aquiles Rivero.
Aquiles asegura que fue a la policía a realizar la denuncia y que allí el capitán de la policía le explicó que la pérdida del cadáver era un problema de comunales y que mejor lo resolvieran sin intervención policial. Fue hasta que se encontró con Alexis, subdirector de comunales que este dijo que el mismo haría la denuncia y fue entonces cuando la policía sí la aceptó y pasó el caso a fiscalía, según informó Aquiles.
El 27 de septiembre de 2017 en el camposanto manzanillero se veía a medio hacer el baño que Aquiles intentó construir para los sepultureros: "Porque ellos se iban todo sucios para su casa, no tenían donde asearse a pesar de lo que implica en términos de higiene el trabajo que hacen, pero se robaron la tasa, y las herramientas de la brigada de mantenimiento que estaban allí".
Paradójicamente este es el mismo camposanto que esta propuesto a convertirse en un monumento nacional según un reporte del periódico La Demajagua, en el cual aseguran que el lugar se encuentra en “viable estado de conservación arquitectónica, de notables valores históricos y artísticos para la nación cubana”. Según el mismo informe el camposanto de Manzanillo se sometió entre septiembre y noviembre de 2016 a un proceso de mantenimiento de las áreas, cuya inversión superó el millón de pesos, destinado a las 85 piezas esculpidas en mármol, de Carrara, Italia. Según el mismo artículo solo “resta pavimentar las zonas A y B, sitios donde se ubican las estatuas de mármol".
Aun no queda claro en que se ha invertido ese medio millón de pesos. El 27 de septiembre de 2017 en el camposanto manzanillero, se veían los restos del baño que Aquiles intentó construir para los sepultureros ya que no contaban con un lugar de aseo personal en el trabajo. De la construcción del baño luego se robaron la tasa, y las herramientas de la brigada de mantenimiento que estaban allí. En el cementerio, meses después de la supuesta “restauración” se veían lápidas rotas por doquier, las urnas quebradas, los nichos sin pintar y la yerba crecida cubría varios centímetros. La mayoría de los retratos de los difuntos estaban sin cristales o acrílicos que los protegieran.
Al preguntarle a una funcionaria del gobierno, que rogó anonimato, a qué se dedicaron todo este tiempo las autoridades de comunales que tienen que controlar y supervisar los servicios necrológicos en la provincia, respondió de modo lapidario. “A lo de siempre. Hacer informes e inflar globos”.
"Aquiles habló con nosotros, cuando comenzó a administrar, nos dijo que había que poner orden", explica un sepulturero del lugar. “Nos decía que no podíamos seguir bebiendo alcohol a cualquier hora, y menos delante de los dolientes. Este es un trabajo duro, del carajo, compay, y uno tiene que darse unos cuantos fuacatazos para soportarlo, esa es la verdad, pero nosotros lo entendimos a él, y entendimos que las cosas no podían seguir así, aquí esto era un desastre".
El sepulturero asegura que con el cadáver pudo pasar cualquier cosa, “esto estuvo al garete aquí hasta que llegó Aquiles, y ha seguido al garete después que lo botaron, hasta que el otro día vinieron unos jefes". El hombre asegura que al cementerio se acercan personas a comprar restos, huesos, carabelas, pero que “nunca, jamás, se ha interesado nadie por un cadáver 'verde'. Esa señora, la pobre, no tenía ni un año de sepultada. A ningún palero le interesaría".
El trabajador cuenta que el cementerio era un “relajo" hasta la llegada de Aquiles quien, en marzo del 2017, les envió a los directivos de comunales una carta en la cual solicitaba que le completaran los custodios para cubrir todas las posiciones (hay seis posiciones de día e, increíblemente sólo tres de noche), y que no le enviaran más fango -en vez de arena o tierra blanca-, para sellar las tumbas.
La sentencia de un año de privación de libertad al antiguo administrador del cementerio de Manzanillo, por el delito de exhumación ilegal de cadáveres, aun no resuelve el drama de una familia que sigue sin saber el paradero de los restos de su ser querido.