Las masacres exponen la indefensión de las víctimas ante el poder del crimen en Colombia

Con el clamor de justicia y que no haya más asesinatos, familiares y amigos despidieron este martes en Popayán (suroeste) a tres de las seis víctimas de la masacre del viernes en El Tambo
Familiares y amigos despidieron este martes en Popayán (suroeste) a tres de las seis víctimas de la masacre. Fotos: EFE.
 

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Con el clamor de justicia y que no haya más asesinatos, familiares y amigos despidieron este martes en Popayán (suroeste) a tres de las seis víctimas de la masacre del viernes en El Tambo, en el convulso departamento colombiano del Cauca.

"Que se haga justicia, que eso no quede impune", dijo a Efe Lucila Huila, quien perdió en la matanza a sus hijos Heiner y Esneider Collazos, de 25 y 23 años, respectivamente.

Además de los hermanos Collazos, las balas acabaron con la vida de Cristian David Millán, Jaime Muñoz Campo, Yulber Edilson Flor Muñoz y Nicolás Orlando Hurtado.

Los seis hacen parte de las 37 personas asesinadas en siete masacres ocurridas en las dos últimas semanas en los departamentos de Nariño, Cauca, Arauca, Valle del Cauca y Antioquia.

La acongojada madre de los hermanos Collazos aseguró que sus hijos eran ebanistas en un taller en donde fabricaban camas y que eran muchachos preocupados por ayudarla.

"Más que todo ellos eran los que trabajaban y me ayudaban mucho para lo de la comida", aseguró Huila, de 53 años y quien tiene una pequeña tienda en Popayán, la capital del departamento del Cauca, en donde hoy fueron sepultadas tres de las víctimas.

Otros dos jóvenes fueron sepultados en el caserío de Uribe, lugar en donde ocurrió la masacre, y otro en Timbío, también en el Cauca.

Al sepelio la gente llevó globos blancos y carteles en los que pedían "Paz" y "No más muertes en el Cauca".

Debido a las restricciones impuestas por la pandemia del coronavirus mucha gente que acompañó el velatorio y el sepelio tuvo que quedarse a las puertas del cementerio Los Laureles, al que sólo se permitió el ingreso de máximo diez familiares por cada difunto.

 

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