Siguen vivas las heridas de la masacre de Bojayá, que dejó 74 muertos en Colombia

En la iglesia se habían refugiado más de 400 personas creyendo que era el lugar más seguro del pueblo, pero la explosión de la bomba convirtió el templo en una carnicería que dejó 74 muertos y decenas de heridos
La masacre se dio tras combates entre las FARC y paramilitares colombianos
 

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Con un clamor para que no se derrame más sangre en su pueblo, los habitantes de Bojayá, una remota localidad en el oeste de Colombia, recibieron este lunes los restos de cerca de un centenar de víctimas de una de las peores matanzas de civiles del conflicto armado, perpetrada hace 17 años, para darles sepultura definitiva.

"Ni una gota de sangre más en Bojayá" entonaron cantaoras de ese pueblo de la región Pacífica colombiana cuando entraron a la iglesia familiares de víctimas de la matanza del 2 de mayo de 2002 llevando en brazos las urnas de madera con los restos de sus seres queridos que permanecieron años en fosas comunes.

La iglesia de San Pablo Apóstol es la misma en la que aquel fatídico día cayó un cilindro bomba lanzado por guerrilleros de los frentes 57 y 34 de las FARC durante un combate con paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

En la iglesia se habían refugiado más de 400 personas creyendo que era el lugar más seguro del pueblo, pero la explosión de la bomba convirtió el templo en una carnicería que dejó 74 muertos y decenas de heridos.

 

 

"Hay 100 víctimas, de esas hay diez desaparecidos, nueve bebés fallecieron en los vientres de sus madres, hay otros 74 plenamente identificados y de otros siete se logró por diferentes pruebas saber a qué familias pertenecen", aseguró a Efe José de la Cruz Valencia, quien perdió en la matanza a cuatro sobrinos y un primo.

El traslado a Bojayá de 98 féretros de madera fue una operación compleja que comenzó en Medellín, donde fueron identificados en los últimos años y embarcados hoy en dos helicópteros de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia.

Los aparatos aterrizaron a media mañana en la cercana localidad de Vigía del Fuerte, en el departamento de Antioquia, donde fueron embarcados en canoas para un recorrido por el río Atrato hasta Bellavista antigua, donde fue instalada la administración local de Bojayá tras la matanza.

En el embarcadero que sirve de puerto a Bojayá, centenares de personas vestidas de blanco, con flores y pañuelos del mismo lugar, esperaban la llegada de los restos que luego fueron conducidos en un cortejo fúnebre hasta la iglesia.

"Con este acto del duelo, de darle cristiana sepultura a los cadáveres, no se cierra el capítulo de la masacre de Bojayá porque quedan otros temas pendientes como el de garantía de no repetición", dijo a Efe el sacerdote Jesús Albeiro Parra, defensor de los derechos humanos y vinculado a Bojayá desde la época de la masacre.

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