El diario estatal Juventud Rebelde, presentó el pasado día 3 de marzo el caso de una joven discapacitada que dice sentirse presa dentro de su casa, porque a falta de baterías no pude utilizar su silla eléctrica.
Glenda Suárez Machado es una joven discapacitada que estudió en la Escuela Especial Solidaridad con Panamá, ubicada en fontanal, en el municipio Boyeros de La Habana, y al no poder trasladarse por sus propios pies debido a su discapacidad, usa un vehículo eléctrico para moverse.
Según le contó Glenda a Juventud Rebelde en una misiva, hace más de un año no puede hacer uso de su silla eléctrica debido a que sus baterías de gel de 12 voltios y 50 amperes, dejaron de funcionar y no ha encontrado como sustituirlas.
La joven, que vive en la calle 29-H, s/n, entre 106 y 108, en Marianao, en la capital cubana, cuenta que se siente prisionera dentro de su hogar, porque desde que su silla eléctrica dejó de funcionar no puede salir.
Juventud Rebelde relata que familiares de Glenda se ha presentado en varios de los establecimientos o tiendas que el régimen destinó el pasado año para la venta de equipos en divisa, y en ninguno han encontrado las baterías que necesita la silla eléctrica.
Luego de presentar a los lectores el caso de Glenda Suárez Machado, el diario estatal pasa a enumerar una serie de soluciones alejadas de la realidad del cubano de a pie, más allá de cual sea la situación económica del núcleo familiar de esta joven.
Como primera solución el Juventud Rebelde propone que la propia familia de Glenda solicite la importación de las baterías en alguno de los establecimientos o tiendas que operan en moneda libremente convertible, algo que pudiera resultar en la salida al problema de la joven, siempre que esta operación no signifique un incremento en el precio del producto, y si ese fuera el caso, quedaría esperar que los familiares disponga de los recursos para cubrir el costo añadido.
La segunda solución que propone el diario del régimen, es que alguien que importe las baterías desde otro país se las vendiera, como si esto mismo no pudiera hacerlo alguna de las instituciones del gobierno que se encarga del bienestar social o de la atención a los discapacitados.
Y como última opción el Juventud Rebelde propone pensar en la posibilidad de que alguien, por pura solidaridad, le regale las baterías a esta joven, pasando por alto que el régimen de los Castro se autoproclama adalid en cuanto a solidaridad internacional.