Prisioneros políticos en Cuba: el silencio desvergonzado del régimen

Estos hombres y mujeres por décadas han desafiado a un sistema cobarde, que no es capaz de reconocer que en Cuba hay prisioneros políticos
Bandera cubana en prisión. Foto: EFE
 

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Recuerdo que estaba viendo aquella rueda de prensa ofrecida en La Habana por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el mandatario de la isla en ese entonces, Raúl Castro. Un periodista hizo una pregunta, pero el menor de los Castro respondió enseguida, irritado: ¡En Cuba no hay prisioneros políticos!

El general añadió también que, si había prisioneros políticos, le enviaran la lista. Yo me quedé pensando en ese listado que, por cosas de la vida, una hora después llegó a mi buzón de correo electrónico.

Lo primero que hice fue reírme por la pena que le estaban haciendo pasar a Raúl en ese momento, porque si esa información había llegado a mí, entonces la lista debía estar dando la vuelta al mundo.

Lo segundo que hice fue jurarme no creer a nadie que fuera presidente de Cuba y llevara el apellido Castro. Por último, y más importante, fue seguir compartiendo la lista.

En Cuba los prisioneros políticos son reales, tanto como la lluvia que cae, la escasez de alimentos, o esta dictadura perversa en la que estamos encerrados. Son hombres y mujeres que sufren la represión de manera despiadada, cruel.

Terminan en la cárcel bajo los pretextos más insólitos que se pueda inventar un gobierno que por todos los medios trata de mantener ocultos a estos hombres y mujeres valientes. Son encerrados por sus ideas, por sus ganas de libertad, por su lucha.

Estos hombres y mujeres por décadas han desafiado a un sistema cobarde, que no es capaz de reconocer que en Cuba hay prisioneros políticos. Es esta una de las pruebas más reales del miedo que le tiene el régimen a una sociedad civil que pelea, se multiplica y empuja a favor de los derechos humanos y las libertades individuales.

Por eso el castrismo miente ante el mundo con toda la soberbia del abusador del barrio. Engañan en las Naciones Unidas y en la televisión nacional, ocultando de esa forma una de las tragedias más bochornosas de la historia Cuba.

Imagino que Obama también se rio por dentro mientras yo leía los nombres de aquella lista de presos políticos, que al día de hoy cuenta con más de 150 personas enterradas en la cárcel por causas comunes. Desde el “desacato” a la autoridad, “resistencia” al arresto, “propagación de epidemias”, supuesta “peligrosidad”, o el “delito de incitación a delinquir”, hasta el Decreto 349 o la Ley 88, más conocida como Ley mordaza.

Es que el régimen, con estas maniobras, se cree a salvo del escrutinio para luego decir que esos hombres y mujeres están presos por delincuentes y no por sus ideas políticas. También de esta forma tiene la excusa perfecta para mentir en cualquier estrado, sin mayores consecuencias, y de paso quitarse de encima a las organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional o Cuban Prisioners Defenders.

Ha llovido bastante desde aquel 2016 en el que yo comenzaba a entender la situación real de lo que pasaba con los opositores: cómo eran llevados a la cárcel por rechazar la “revolución”. Siete años después, la lista ha seguido creciendo y tan solo durante los últimos cuatro meses, sumaron 42 nuevos convictos por motivos políticos, según la ONG Prisioners Defenders.

Madres, padres, nietos, músicos, periodistas, artistas, cubanos de a pie… esos son los que engrosan la triste relación de nombres. Prisioneros políticos que, a pesar del silencio desvergonzado del régimen cubano, depositan sus esperanzas en los rayos del sol y sueñan con una Cuba plural y democrática. Por eso, mientras sufren las vejaciones y maltratos de un régimen intolerante y maquiavélico, entonan ese himno de libertad que retumba en los cimientos de esta isla prisión, con la convicción de que la verdad los hará libres:

“Mano a mano/ por delante la estrella/ con la cruz como emblema/ destruiremos la hoz/ si caemos/ nuestra sangre que es roja/ bañará/ la llanura y el mar/ y tiñendo/ de rojo nuestras olas/ a la patria que llora/ le traerá libertad”.

Escrito por Ariel Maceo Téllez

 

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