Leinier Domínguez es hoy un gran desconocido dentro de Cuba. Ningún periódico, noticiero de televisión o radio han reportado la noticia: el muchacho de Güines es sub-campeón de ajedrez de los Estados Unidos de América.
Pero ah, mira qué país escogió para ser subcampeón, piensan los cerebros descerebrados dóciles al pensamiento oficial. Si hubiera sido sub-campeón de Tailandia, o de un país amigo, un país como Corea del Norte, por ejemplo. Un país que sea país con “nuestra” ideología y no el gran enemigo, ese ladrón de talentos.
Pobre Leinier, que no eligió ser campeón de Vietnam o Nicaragua. Ningún cubano pudo alegrarse por su triunfo. Nadie se atrevió a regocijarse con un titular, por lo menos triunfalista, como “que lo sepa el enemigo, uno de los nuestros le arrebata el sub-campeonato de ajedrez a los yankees”. Pero no. Nada de nada.
¿Nada de nada?... Me equivoco: Cubadebate cargó contra Leinier con bilis, envidia y moralina.
Ya es habitual en eso que alguien con buenos sentimientos ha llamado “la prensa cubana”. Nunca dan la noticia. Sólo, a veces, aparece una amarga crítica al hecho, y de esa manera nadie puede valorar, tener puntos de vista, opciones. Porque en el totalitarismo no hay opciones. De eso se trata.
Sin titulares, sin fiesta de cumpleaños, solamente ha aparecido en Cubadebate un artículo ¿de opinión? Firmado por alguien tan sospechoso que parece un chiste. Va a hablar de ajedrez y no se le ocurre otra cosa que apellidarse “Torres Corona”, y ataca y desataca, dice que sí y luego, tímidamente, que no. Para que nadie piense que es envidia pura y dura, para que no se den cuenta que es roña. Y apunta cosas como esta:
“La historia moderna está llena de individuos que enarbolaron dos o más banderas: yo me reservo los aplausos para los que no asumieron esa postura. Y que no vengan los paladines de la libre circulación a ver en este post una crítica a los cubanos que deciden hacer sus vidas en otros lares”.
Y argumenta, si un hecho tan discriminatorio como ese, se pudiera argumentar: “Algunos se han manifestado en las redes sociales, abogando porque los medios estatales cubanos den cobertura al éxito del que fuera ídolo de Güines”.
Lea también
¿Del que fuera? Sigue siendo, no ha muerto.
Pero cuando se es cipayo, se es cipayo hasta la médula, así que Torres se Corona con esta joya: “Leinier juega por Estados Unidos y la prensa cubana no tiene la “obligación” de cubrir sus éxitos, merecidísimos en función de su probado talento y capacidad, pero que repercuten (en cuanto frutos) a favor de su hogar de acogida, y no de su país de formación como atleta”.
¿Vamos a seguir hablando de “formación”? ¿Van a continuar dando gracias a la revolución que lo único que ha hecho en este mundo es mentirles a los cubanos para que se sientan eternamente agradecidos y poder manejarlos según su fidelidad?
Pero ahí no para, que con tales escribidores nunca escampa hasta que el DOR dice que paren. Torres Corona se enroca de este modo:
“La política del INDER y la institucionalidad cubana en general no obligaron a Leinier a jugar bajo la bandera estadounidense”, lo que sí representa una mentira flagrante, porque el INDER, como el PCC, el MINED y el MINSAP, sí se creen dueños, empleadores y managers de cada profesional cubano.
Y pretende ser claro y categórico cuando dice, como las mujeres despechadas, a las que abandona el marido y no quieren volver a verlo aunque se mueren de ganas: “Leinier eligió representar a Estados Unidos. Simple como eso. Las repercusiones éticas y políticas de esa decisión (y las valoraciones que hagamos) pueden variar, pero los hechos son hechos”.
Pero la perla, la joya de la corona de Torres Corona en Cubadebate es: “De que es una pérdida, eso no lo discuto. Pero… ¿Quién recoge los frutos de ese sistema educacional y deportivo cubano que lo formó?”
En un país donde la educación es un desastre, y en el que desde hace mucho no se recoge ningún fruto, real o imaginario, hablar de ellos es como decir que Leinier le debe a alguien, ideológicamente hablando, claro, porque desde 1959 ser cubano no es un hecho, si no una condición (casi una coacción), una región ideológica que mal limita al norte con los Estados Unidos de América, el país que eligió el cubano Leinier Domínguez para ser sub-campeón de ajedrez.
Parece mentira que esos “cubanos” de “los que no están conmigo están contra mí”, jamás elogiarán a un compatriota, piense como piense, decida lo que decida, viva donde viva. Con lo bonito y decente que es alegrarse de los logros de cualquier ser humano
Pero, quién puede pedirle peras al olmo y alfiles a un Torres Corona: la prensa cubana es combativa, no informa, muerde, y esta es una prueba más de su abyección. Sus amanuenses tienen “jiribilla”, oxiuros ideológicos y cierto ataque de envidia contra los que hacen o han hecho lo que ellos, en secreto, sueñan hacer y les falta el valor.