5 antiguos males que hoy son una “bendición” para la familia cubana

Las penurias económicas que han pasado las familias en Cuba durante las últimas décadas han derivado en situaciones que antes eran moralmente cuestionables y se consideran hoy una “bendición” en la Isla.
Calle Enramadas. Santiago de Cuba. / Foto: José Roberto Loo Vázquez. ADN CUBA
 

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Las penurias económicas que han pasado las familias en Cuba durante las últimas décadas han derivado en situaciones que antes eran moralmente cuestionables y se consideran hoy una “bendición” en la Isla.

Son pequeños paliativos a una realidad cotidiana que resulta asfixiante para muchos.

1-    El oficio más antiguo…

Cuentan los ancianos que por las calles más céntricas de las ciudades, las llamadas “mujeres de la vida fácil” no podían caminar por la misma acera que usaban las señoras de alcurnia. Las primeras tenían que cruzar y ni saludar ni mirar a los ojos.

Hoy las llamadas jineteras, a las que cada día se les conoce menos con ese nombre, son las locomotoras que impulsan el desarrollo de varias familias a la vez en Cuba.

La familia que tenga la dicha de tener en su casa alguien, hombre o mujer, casado con un extranjero, enseguida nota la prosperidad, mejoras de la vivienda, de los equipos electrónicos, viajes de vacaciones, etc.

No obstante, hay historias que son de puro amor y no de interés económico, pero en cualquier caso, es siempre una bendición.

2-    De “mal necesario” a salvadores

Fueron llamados “mal necesario” y ese estigma les quedó en la sociedad. Pero no pasaron muchos años para que fueran considerados héroes y hasta salvadores de la economía cubana. Se trata de los cuentapropistas.

Los cuentapropistas, sector privado, o emprendedores, son hoy una clase pudiente en Cuba, y si bien no siempre gozan de un excelente estatus económico, al menos tienen, en su gran mayoría, entradas que superan con creces el salario básico en la Isla.

Pero en el mejor de los casos, tener un familiar cercano cuentapropista con prosperidad, da una tranquilidad enorme en un país donde tener tranquilidad, es bastante difícil de lograr.

 

3-    Los “gusanos” que regresaron como mariposas…

Aquellos años del éxodo del Mariel y de los actos de repudio fueron instantes que marcaron la vida de miles. Fue la época en que quien se iba a vivir a los Estados Unidos dejaba detrás un estigma a sus seres queridos, huella que también se volvía dolorosa cuando regresaban de visita.

En la actualidad— y hace muchos años ya— tener alguien en la “yuma” es sinónimo de, al menos, la posibilidad de remesas. El dinero que manda la comunidad de cubanos residentes en Estados Unidos es una fuente fresca de dinero al país.

Los mismos que marcaron con “vergüenza” a sus familias, hoy son los héroes: sostienen las necesidades de los adultos, caprichos de los jóvenes y alimentación de los niños.

4-    Resolver, ¿es igual que robar?

Robar es robar en cualquier parte del mundo, menos en Cuba. Aquí a la palabra hurtar se le dice eufemísticamente “resolver”, y es válido el entrecomillado.

En Cuba se ha perdido la noción de lo moralmente cuestionable que es el robo cuando se trata de hurtar algo al gobierno, no a las personas. Esta es una “bendición” cuando uno accede a un puesto laboral que tiene “búsqueda”, entiéndase la posibilidad de coger y vender luego.

Es una práctica cotidiana en sectores como la gastronomía, con uno de los salarios más bajos, pero que no importa a los del gremio, porque “resuelven” diariamente.

5-    Las mulas

En la década del 70 del siglo pasado, cuando la guerra en Angola, los cubanos tenían prohibido traer objetos, así fueran regalos. Quien lo hiciera podía ser sancionado por el Partido Comunista.

Un pequeño radio era suficiente para generar un profundo análisis en la organización comunista, pues si se iba a Angola a ayudar era moralmente cuestionable que se trajeran regalos. Extremismos que forman parte de la Historia.

En la actualidad no se concibe que un cubano viaje al exterior sin que antes de sacar el pasaje, o incluso tener un pasaporte, ya haya pensado en qué traerá para vender y regalar.

Los cubanos son mulas por excelencias, y en cualquier familia hay una. Aquello que antes era mal visto, es hoy una obligación para quien pisa suelo extranjero con una lista enorme de compra.

Las mulas son una bendición tanto para la familia como para la sociedad que, gracias a ellas, no tiene que pagar precios tan altos por algunos productos de pésima calidad y gusto en las tiendas estatales.

Escrito por José Roberto Loo Vázquez

 

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