Pánfilo y Holoborodko, cómicos presidenciables

Pánfilo es una suerte de "tonto sabio" al estilo de Holoborodko, un realista ingenuo que, sin ser contestatario, es capaz de denunciar los males de una sociedad.
Pánfilo y Holoborodko, cómicos presidenciables
 

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“Quería ser mundialmente famoso, pero no por esto”, declaró el presidente ucraniano Vlodymyr Zelensky, días después que su conversación telefónica con el presidente Donald Trump provocara el escándalo por el que la bancada demócrata del Congreso intenta someter a juicio político al presidente.

Zelensky, que se identifica con Trump —ambos son populistas, proceden del mundo del espectáculo, y sus estrellatos televisivos se convirtieron en aspiraciones políticas—, insiste en que nunca fue presionado para investigar al exvicepresidente Joe Biden y su hijo Hunter, éste último, sospechoso de lavarse las manos con agua sucia en la gasífera Burisma.

Según The New Yorker, el rifirrafe capitolino que reventó la fama mundial del nuevo presidente ucraniano, contrasta con su fascinante ascenso al poder.

Antes de ser electo en mayo del 2019, protagonizaba un popular programa televisivo de sátira política llamado “El siervo del pueblo”, que se trasmitió desde el 2015 hasta la primavera del 2019 (Netflix lo distribuyó internacionalmente en el 2016). En él, interpretaba a Vasyl Holoborodko, un tonto-sabio que denunciaba las frustraciones del ucraniano común. Digamos que un símil del Pánfilo cubano.

Acorde a la trama, Vasyl Petrovych Holoborodko, un adorable y discreto profesor de secundaria, es filmado clandestinamente por uno de sus alumnos mientras lanza diatribas contra la clase política corrupta. El vídeo se vuelve viral en las redes sociales y el personaje va ascendiendo por el entramado político hasta convertirse en presidente.

Entre otros chispazos de la sátira, sobresale la llamada telefónica hecha por la canciller alemana Ángela Merkel a Holoborodko para comunicarle que “su nación fue admitida en la Unión Europea” y, éste empieza a saltar de alegría exclamando "¡Al fin, joder!". De pronto, Merkel se disculpa: había pulsado la tecla equivocada, su llamada era a Montenegro. Presa de la ira, Holoborodko lanza el teléfono y maldice.

El partido El siervo del pueblo

Zelensky de 41 años, casado y con dos hijos, nació y creció en el seno de una familia judío-ucraniana, de madre ingeniera y padre informático en la ciudad de Kryvyi Rih, un importante centro minero-metalúrgico que antes del colapso soviético ya estaba saturado de desempleo, alcoholismo y bandidaje.

Logró desmarcarse del contexto, al participar en un concurso de comedias y monólogos llamado KVN (club de las personas divertidas). Más tarde, simultaneando sus estudios de Derecho, formó parte del elenco de Evening Kvartal, un programa televisivo que ridiculizaba a los héroes y villanos de la primera revolución del Maidan. En él, interpretó a un paciente psiquiátrico reclutado para reprimir a los manifestantes.

A partir del 2015, el guión de El siervo del pueblo empezó a abordar la corrupción que contaminaba al país. Holoborodko hacia recordatorios de las promesas incumplidas por los presidentes. Pero no solo eran criticas humorísticas, también hacía propuestas. Zelensky concientizó, que no podía ser presidente, pero podía interpretar ese papel. Algo que se tomó muy en serio.

En las navidades anteriores al 2018, creó el partido Siervo del pueblo. Con él, ganó las elecciones presidenciales con histórico 73% de los votos.

Al tomar posesión del cargo, prohibió colgar fotos del presidente en las oficinas y disolvió súbitamente el Parlamento. Más tarde, su partido ganó la mayoría absoluta de los escaños disputados en las elecciones parlamentarias.

Entre los cambios de la nueva administración, Zelensky redujo la caravana presidencial a dos autos, e insinuó trasladar la administración presidencial desde la calle Bankova (un baluarte estalinista) a otro sitio más relajado. Pero los tradicionalistas se opusieron y aplazó la decisión.

Entre otras ordenanzas, canceló el acostumbrado y costoso desfile militar al estilo soviético para celebrar el día de la independencia; en su lugar, propuso marchas civiles. También, el palacio de gobierno puede ser visitado por personas vistiendo short, sí así lo desean, incluso, el primer ministro Oleksiy Honcharuk de 35 años, algunas veces se traslada a la sede del gobierno en patineta.

Entre sus aspiraciones sobresale la reunificación del país, desmembrado por los separatistas pro-rusos y “drenar el pantano de la corrupción”, legados por las administraciones de Yanukovich y Poroshenko.

Pánfilo resiste la furia de los Placatanes

En mayo del 2019, Zelensky tomó posesión del cargo, y, en agosto el oficialista diario Granma, bajo el título "Humor de un solo sentido", de la autoría de Miguel Cruz Suárez, formuló una denuncia, en la que tocaba por carambola al programa humorístico Vivir del cuento, protagonizado por Pánfilo, imputándole “la ridiculización de los cuadros políticos representados en la sátira”.

Así, la maquinaria ideológica lanzaba su primera descarga de fusilería contra el programa más popular de la televisión cubana.

Kike Quiñones, director del Centro Promotor del Humor (CPM), replicó en Cubadebate, “que el humor nunca podrá ser en un solo sentido, porque tiene referentes identificables y creíbles que les pertenecen a las masas”, pasándole la candela de identificar los referentes adecuados a la Unión de Escritores y Artistas UNEAC; la Unión de Periodistas UPEC y al propio CPH.

Más de un centenar de foristas apoyaron incondicionalmente a Granma, o sea, el Partido Comunista. Desconocer que el choteo en todas sus manifestaciones, conforma un espiral del ADN cubano, les atribuye un crimen de lesa ignorancia, falta, a la que estamos acostumbrados.

Gústele o no, el choteo forma parte de nuestra identidad, y, a decir de Jorge Mañach, “la afición al desorden y, el odio a la jerarquía es esencial en el choteo… Lo choteado—según esclarece en su ensayo—es aquello que tiene una reputación precaria o falsa: lo desprestigiado”.

Que Cruz Suárez proponga pujos a costa de macetas, ladrones, contrarrevolucionarios, simuladores, vagos, seudoartistas y seudointelectuales, para convertirles en blanco de las carcajadas, obedece a un esfuerzo desesperado por apantallar la pérdida de prestigio del régimen.

El carismático Pánfilo nació de un monólogo interpretado en el 2001, y, junto a sus compinches Chequera, Ruperto, Chacón, Aguaje y Facundo, lograron fama internacional después de interactuar con el presidente Barack Obama. Gracias al glamur que le concede el pueblo, la imagen de Pánfilo ilustra incluso una marca de turrones de la industria cuentapropista.

Pánfilo, una suerte de tonto sabio al estilo de Holoborodko, un realista ingenuo, que sin necesidad de ser contestatario es capaz de denunciar con doble sentido el contexto que observamos sin intermediarios, (quizás la manera más efectiva de influir en la conciencia de una población amordazada durante más de 60 años por la censura y la represión), esconde bajo su piel a Luis Silva, de 37 años, un licenciado en cibernética y exprofesor de de la Universidad de la Habana, alguien de verbo locuaz y capacidad para el análisis, tan presidenciable como el ucraniano  Zelensky.

Si hipotéticamente Luis Silva ocupara la silla presidencial, ¿“Pánfilo" drenaría las charcas albañales que proliferan en Cuba?

Resulta extraño que al régimen le cause mala vibra la popularidad de Pánfilo, quien aparentemente solo “cobra seguidores” entre los pusilánimes y simuladores discapacitados para revelarse, porque sus percepciones del riesgo les conminan a “temerle a una muerte gloriosa”.

No necesitamos filósofos para saber, que el gobierno de ancianos guerrilleros y tecnócratas ineptos se sostiene gracias al formidable mosaico militar que estructura su cimentación. Una institución incentivada a costa de la miseria del pueblo. Sus tanques y divisiones de infantería podrán dispersar a sangre y fuego a un pueblo desbordado en las calles, sin embargo, toda esa parafernalia es inútil contra una conspiración moral.

Los personeros del Granma saben muy bien, que mientras Vivir del cuento se mantenga en la pantalla chica, existe la posibilidad que una organización política análoga al Siervo del pueblo se incube en las redes sociales, organizando espontáneamente a aquellos que rechazan la excluyente, estropeada y disfuncional ideología marxista.

Nuestro juicio sumarísimo sentencia que "cuando un pueblo enérgico y viril se desternilla de risa con Pánfilo, la injusticia tiembla”.


 

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