Proyecto Akokán: una historia de trabajo comunitario en Los Pocitos

Akokán, que en la lengua yoruba significa "desde el corazón", es un proyecto que trata de mejorar las condiciones de vida en el barrio habanero.
 

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Transformar una comunidad puede parecer una tarea colosal, pero Michel Sánchez Torres no se ha detenido a pensar en eso y lidera con pasión el Proyecto Akokán, que trata de mejorar las condiciones de vida en el barrio habanero de Los Pocitos.

Hace 16 años, Sánchez se mudó con su esposa para esa barriada del suroeste de La Habana, atravesada por el río Quibú, una estrecha vía de agua considerada entre las más contaminadas de la capital cubana.

El complicado entorno social de la localidad puso a pensar al joven, graduado hace seis años de Arqueología en el Colegio Universitario de San Gerónimo de La Habana, donde su esposa estudia en penúltimo año de la especialidad de Gestión y Preservación del Patrimonio Histórico-cultural.

Lo primero que hizo, como profesor de la Universidad donde se graduó, fue llevar a sus estudiantes para que conocieran la historia de la barriada, las antigüedades y los elementos de valor patrimonial y arqueológico de un emplazamiento humano fundado en 1851.

"Al principio, era un lugar al cual le hacía rechazo porque no estaba conectado", confiesa Sánchez. "después, empezaron a suceder cosas".

"La convivencia me llevó a comprender que no podíamos quedarnos en el plano académico, y que había que emprender acciones de transformación", explica Sánchez.

Así nació Akokán, un proyecto de desarrollo local autogestionado desde la propia comunidad y que, enfocado en lo antropológico, pretende abarcar lo económico, lo social y lo cultural.

Akokán, que en la lengua africana yoruba significa "desde el corazón", dio sus primeros pasos hace tres años de manera un poco anárquica y arreglaron aceras, hicieron parques e incluso construyeron una vivienda.

La necesidad de obtener financiamiento y de establecer alianzas institucionales modificó la idea original para hacerla más abarcadora, con un proyecto que en la actualidad pretende centrarse en una población de más de 4.000 personas, que viven mayoritariamente en condiciones insalubres.

Para obtener recursos materiales y financieros, Sánchez y su esposa abrieron en su casa el Café Oddara, un espacio no convencional para los visitantes que llegan al barrio a conocerlo o a participar en alguno de los talleres que allí se imparten.

Por otra parte, el Centro de Estudios Martianos coordina la visita de grupos de académicos extranjeros, quienes hacen donaciones que ayudan a la sostenibilidad del proyecto, además de comer en el Café Oddara, que en lengua yoruba significa "todo está bien" .

Los niños están entre los objetivos principales del proyecto. "Ya los niños no piensan tanto en callejear, sino en llegar a un aula comunitaria", cuenta Raisa Zalazar Rivas, vecina de Los Pocitos y fundadora del proyecto.

A lo largo de la semana, los menores participan en talleres de dulcería, títeres, idioma inglés, reciclaje creativo, narración oral, manualidades, plantas medicinales y culturas del mundo, entre otros.

"El proyecto tiene actualmente un mecanismo de sostenibilidad que financia la mayoría de nuestros gastos", cuenta Sánchez. "Al principio tuvo una visión asistencialista, de dar cosas a la comunidad, pero hemos aprendido que ese no es el mecanismo. Hay que conseguir un empoderamiento, ofrecer la oportunidad de educar para que la gente sola pueda avanzar en la vida".

"En los tres años que lleva el proyecto, ya se nota el cambio en el barrio, sobre todo entre los niños que ahora tienen muchas cosas que aprender", afirma el delegado Reinaldo Romero, quien está involucrado en una "Red de patios solidarios", impulsada por Akokán para que los vecinos cultiven de manera orgánica hortalizas y vegetales.

Romero, quien durante ocho años fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, cultiva en un pequeño terreno buena parte de lo que come, y vende al proyecto la otra parte para cubrir las necesidades del Café Oddara.

Sánchez explica que de esa forma los vecinos se involucran en Akokán, y tienen una posibilidad de crecimiento económico que debe revertirse en el mejoramiento de las condiciones de vida de la barriada.

"Me siento altamente reconocido, no solo yo sino todo el barrio", dijo Romero.

"Dentro del grupo gestor -explica Sánchez- hay una gran diversidad. Tenemos líderes abakuá, personas que conocen de tradiciones, deportistas, artistas, personas humildes, profesionales de la salud, y todos aportamos ideas y contribuimos al crecimiento y la fortaleza del proyecto".

Ahora están involucrados en una ambiciosa iniciativa, "Adopta una casa en Los Pocitos", que con la autorización y ayuda de las personas pretende pintar 500 casas de la localidad, para celebrar el medio milenio que este año cumple La Habana.

"La gente está muy contenta con esto, porque además nos han ayudado con la limpieza y eso hay que agradecerlo", expresa la mujer, quien vive en el barrio desde hace más de 30 años.

Esa pretensión de pintar 500 casas está en línea directa con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, una iniciativa impulsada desde 2015 por la Organización de las Naciones Unidas y que Akokán ha adoptado como guía de trabajo.

El entusiasmo del profesor Sánchez parece haberse multiplicado en los últimos días, luego de que la Dirección Municipal de Cultura otorgó a Akokán la condición de Proyecto Comunitario, lo que significa el reconocimiento oficial al trabajo de los tres años anteriores.

Las autoridades, además, le entregaron un local para establecer la sede del proyecto, adonde Sánchez espera mudar el café Oddara y alguno de los talleres, mientras sueña con tener un barrio donde la gente viva bien y sea feliz, porque como reza el lema del grupo "Cuando actúas de akokán (desde el corazón), todo es oddara (todo está bien)".