La prensa oficialista cubana anuncia este domingo la llegada a la isla de Su Majestad Mswati III, Rey y Jefe de Estado del Reino de Esuatini, antigua Suazilandia.
"Proviene de un linaje monárquico ininterrumpido que abarca más de 400 años. Su madre, la Reina Ntfombi Tfwala, es actualmente la Reina Madre de la Nación y su difunto padre fue el Rey Sobhuza II, quien hasta el momento es el monarca africano que ha ejercido el reinado más prolongado" --dice la biografía oficial del monarca, publicada por los periódicos cubanos.
La prensa oficialista también hace notar que Mswati III fue declarado Príncipe Heredero del Reino de Esuatini cuando tenía solo 13 años y ascendió al trono como el Rey de la Nación suazi a la edad de 18 años, el 25 de abril de 1986. La nación suazi se refiere a él como el Ingwenyama YeMaswati, que significa el "León de la Nación Suazi".
Según la versión oficial reproducida por los diarios cubanos, el monarca "desempeña un papel de liderazgo en varios programas nacionales para atender a grupos vulnerables como ancianos, discapacitados, mujeres y niños; así como en los esfuerzos para combatir el VIH/sida."
La realidad es que Mswati III es el rey absoluto de un país cuya población carece de canales legales adecuados para expresar su opinión y alberga el mayor porcentaje de casos de sida del mundo.
Según diversas fuentes, se estima que el 26 por ciento de los 1,2 millones de habitantes de este país, ubicado entre Sudáfrica y Mozambique, sufre sida o es portador del VIH. Entre las mayores afectadas destacan las mujeres jóvenes. El 14 por ciento de las jóvenes de entre 18 y 19 años y el 31 por ciento de las que tienen entre 20 y 24 años son portadoras del VIH. Entre los hombres de las mismas edades, los porcentajes en ambos tramos son el uno y el siete por ciento, según revela un reportaje de la emisora Free Speech Radio News (FSRN).
Según otros espeluznantes datos publicados por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) sobre la violencia sexual, una de cada tres mujeres suazis es víctima de alguna violación antes de cumplir los 18 años.
¿Lacra social? Sin duda. Pero el problema llega hasta la cúspide misma del poder.
En septiembre de 2014, el rey Mswati III, de 46 años, contrajo matrimonio con una mujer a la que los medios internacionales conocen como Naughty Sindi, pero que en realidad podría llamarse Sindiswa Dlamini.
La feliz nueva “reina” es una belleza de 19 años de edad a la que el monarca había elegido como esposa entre un grupo de miles de jóvenes vírgenes que habían sido obligadas a danzar semidesnudas delante de él en 2013, durante la celebración anual de la Danza de la Caña (Umhlanga).
De esta manera, el rey ya tiene, contando a Naughty Sindi, catorce esposas, aunque algunas fuentes dicen que realmente son quince, una confusión excusable en un país en el que los matrimonios reales se consideran un secreto de Estado.
Todas las actuales esposas del rey llegaron a la alcoba real de la misma forma, después de haber sido sometidas al mismo derecho de pernada que el monarca se reserva sobre todas las jóvenes vírgenes de su país. Se estima que alrededor de 30.000 mujeres jóvenes participaron en la Umhlanga de 2012. Los medios del país, la mayoría de ellos pertenecientes a Mswati III, han escrito que “es muy natural” que un hombre de mediana edad se case con una virgen más joven que muchas de sus propias hijas (Mswati tiene más de veinte hijos, dos de los cuales, según la prensa sudafricana, tuvieron relaciones con la decimocuarta esposa del monarca).
Medios internacionales cuentan que dos de sus esposas lograron escaparse hace años a Sudáfrica y que al menos una tercera había intentado huir y fue sometida por ello a arresto domiciliario.
El déspota africano tendrá, suponemos, mucho que hablar con los dirigente cubanos sobre un tema en el que tienen bastantes coincidencias: el tratamiento a la oposición política.
En Esuatini, la oposición está catalogada oficialmente como “terrorista” por el simple hecho de serlo y es, por ello, objetivo militar legítimo para las autoridades del pequeño reino.
Según Frank LaRue, director del Centro Robert E. Kennedy de Derechos Humanos en Europa y relator especial de la ONU para la promoción y protector de los Derechos de Opinión y Expresión entre 2008 y 2014, en Esuatini “están prohibidas las críticas a la familia real, los grupos sindicales y de derechos humanos no pueden registrarse legalmente, los partidos políticos están prohibidos y los activistas en favor de la democracia están acusados de terroristas”.
“Los jueces actúan al capricho del rey Mswati, con el resultado de un sistema judicial absurdo que nunca ha respetado un solo derecho humano básico en toda su historia”, añade LaRue en un artículo. En Suazilandia, el monarca nombra a todos los ministros, reúne en su persona los poderes ejecutivo y legislativo y ninguna ley puede ser aprobada sin su firma personal y la de su madre.
Toda esta regia superestructura da cobertura legal a un orden de cosas en el que el treinta por ciento la población padece malnutrición y el sesenta por ciento vive por debajo del umbral de la pobreza, mientras el mujeriego Mswati vive, como corresponde, a cuerpo de rey, con una fortuna personal estimada en alrededor de 200 millones de dólares.
El gobierno de este país que reserva apenas 19 dólares por persona como fondo social de atención a los ancianos, cuyo crecimiento económico pasó del 0,7 al 0,2 por ciento del PIB entre 2012 y 2013 y cuyos hospitales carecen de medicinas y cuyos numerosísimos seropositivos no tienen acceso a antirretrovirales sencillamente porque el Estado no dispone de fondos para importarlos, aprobó en 2014 un incremento en más de un diez por ciento de los presupuestos del Estado, hasta los 61 millones de dólares, para gastos tan imprescindibles como las necesidades de la reina madre, el pago de los salarios de los asesores reales y la construcción de varios palacios cuyo coste está valorado en alrededor de 12,6 millones de dólares procedentes de los adinerados súbditos del monarca.
Es posible que detrás de la visita oficial a la isla estén las conversaciones para un posible programa de cooperación médica,entre ambos países, que significaría un nuevo escenario de ingresos para las autoridades de la isla.
Por lo pronto, ese monarca africano que la prensa oficialista cataloga como "un entusiasta de los deportes, el levantamiento de pesas, el golf, el fútbol, el squash y los deportes acuáticos" es más famoso en la prensa internacional por haber adquirido con fondos públicos un jet privado al "módico" precio de 30 millones de dólares.