Como la "ciudad de los tinajones" ha sido conocida Camagüey durante siglos. Desde la época de la Colonia, los lugareños recolectaban el agua de lluvia en inmensas tinajas de barro, que con el tiempo se convirtieron en el símbolo absoluto de la bella ciudad, ubicada en el centro de la isla, a unos 540 kilómetros de La Habana.
El recipiente tiene sus antecedentes en los aljibes andaluces, y fue la solución que alfareros procedentes del sur de España, asentados tempranamente en Puerto Príncipe, encontraron para estos recipientes, antes empleados para guardar granos, vinos o aceites.
Así, del lodo rojo de la Sierra de Cubitas al norte de Camagüey, comenzaron a fabricarse tinajones desde el año 1600, según crónicas de la época, a pesar de que no hay hoy ningún tinajón inscrito con fecha tan remota. La más vieja es de 1760, y su fabricación conoció su mayor auge en las primeras décadas del siglo XIX.
Desde 1868 ya con el inicio de las contiendas independentistas, quedó casi cerrada esa producción, y no se restableció hasta 1895, para luego abandonarse por completo. Lo cierto es que a principios del siglo XX todo hogar del Camagüey tenía al menos un tinajón en su portal o patio.
Por entonces, existían en la ciudad más de 16 mil tinajones. Hoy apenas quedan unos dos mil de los originales, en su mayoría fabricados después de 1976.
"En las afueras los que hay ya los han sellado, por el lío de los mosquitos", dice uno de los camagüeyanos entrevistados al respecto por ADN Cuba.
"Para ver un tinajón, cuesta", testimonia otro entrevistado. "Se parten, no los reponen. Debería retomarse, porque esa es nuestra insignia".
"Dejaron que eso desapareciera, no sé por qué razón. Ahora se la llama "la ciudad de las iglesias". Sólo se ven en los museos o en viejas casas coloniales. Esperamos que se haga algo para volver a retomar esa bonita tradición", añade un tercer ciudadano abordado en la calle.