40 años del libro El poder de los sin poder

No se puede hablar de lo que hacen los disidentes y de cómo influye su trabajo, sin que se hable sobre todo del trabajo de todos los que, de un modo u otro, participan en la vida independiente de la sociedad
El poder de los sin poder
 

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Cumplió 40 años un libro, que es una cartilla para la lucha disidente contra cualquier régimen totalitario: El poder de los sin poder, del checo Vaclav Havel, primer presidente de Checoslovaquia después de la caída del comunismo en 1989 y uno de los intelectuales y políticos más influyentes del siglo XX.

Havel nació en Praga en 1936. Estudió Teatro en la Academia de Artes de su ciudad natal y siguió una brillante carrera como dramaturgo con destacadas obras sobre la crítica social, como Fiesta en el jardín (1963), El comunicado (1965), Dificultad de concentración (1968), Audiencia (1975), Inauguración (1977) Protesta (1979), Largo desolato (1985)  y La Tentación (1986). 

Su compromiso político ante la situación de Checoslovaquia, dominada por un régimen comunista y la falta de derechos y libertades, lo iniciaron en la lucha disidente como presidente del Club de Escritores de Praga. Apoyó la “Primavera de Praga” en 1968 y fue portavoz de derechos humanos del movimiento Carta 77 y VONS, (Comité para la defensa de las personas injustamente perseguidas).

Pero es sin dudas el libro El poder de los sin poder su obra cumbre, un exhaustivo análisis de la problemática social bajo la opresión comunista y un testimonio urgente de denuncia, que tal parece escrito en la Cuba de estos tiempos.

El libro de principio a fin es una especie de manual del disidente. Con una descripción detallada del pensamiento y las acciones de estas personas que, desafiando la maquinaria destructora oficialista, se sumergen en el espacio independiente para desarrollar su labor política, artística y social.

 

En uno de los fragmentos esenciales del libro, Havel expresa:

“No se puede hablar de lo que hacen los disidentes y de cómo influye su trabajo, sin que se hable sobre todo del trabajo de todos los que, de un modo u otro, participan en la vida independiente de la sociedad y que, en general, no deben ser considerados disidentes: los escritores que escriben como quieren, sin tener en cuenta la censura y las pretensiones oficiales y que difunden sus obras –hasta que puedan mandarlas a las tipografías oficiales – en el samizdat--, los filósofos, los historiadores, los sociólogos y todos los demás hombres de ciencia que recorren el camino de la investigación científica independiente y difunden igualmente sus obras en el samidzat, si no es posible hacerlo dentro de las estructuras oficiales o al margen de ellas, o bien organizando discusiones privadas, conferencias y seminarios, los profesores que enseñan en privado a los jóvenes lo que la escuela oficial les oculta, los sacerdotes que en su misión y fuera de ella si no se le permite, tratan de educar en una vida religiosa libre, los pintores, músicos, cantantes que crean, independientemente de lo que piensen de sus creaciones las instituciones oficiales, todos los hombres que comunican y defienden nuestra cultura independiente, los hombres que en los distintos modos posibles se esfuerzan por dar a conocer  y defender los intereses sociales reales de los trabajadores, por devolver a los sindicatos su auténtico significado o por crear sindicatos independientes, los hombres que no tienen miedo a denunciar continuamente las injusticias a la administración y a comprometerse en el respeto de las leyes, las distintas asociaciones de jóvenes que tratan de sustraerse a la manipulación y de vivir automáticamente según el espíritu de su jerarquía de valores”.

La pieza anterior muestra una vigencia contundente con la realidad cubana y la lucha contra el gobierno comunista que por más de 60 años rige los destinos del país. El libro, de principio a fin, es una lección de cómo conducirnos y enfrentar esta batalla por restaurar la democracia raptada por el totalitarismo.

También desnuda nuestras flaquezas, en el campo del pensamiento, la acción y el trabajo político para poner al sistema al servicio del hombre y no el hombre al servicio del sistema. Se vuelve un deber estudiarlo, y sobre todo honrarlo. Los frutos recogidos por los disidentes checos tras su larga lucha encabezadas por Havel lo ameritan.       

 

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