Las Hijas de Cibeles: discurso de género en la documentalística de Lenia Sainiut

Las hijas de Cibeles es una trilogía de la documentalista Lenia Sainiut que discursa sobre la mujer y sus disímiles conflictos en un contexto hostil y adverso, como lo es el de la Sierra Maestra en el oriente cubano.
 

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Las hijas de Cibeles es una trilogía de la documentalista Lenia Sainiut que discursa sobre la mujer y sus disímiles conflictos en un contexto hostil, adverso, como lo es el de la Sierra Maestra. El primer documental se titula La guardiana del hogar y tiene como protagonista a una mujer que vive en el mismo corazón de la Sierra, su nombre, Amada Elodia Guerra (Alla), una mujer que crió a 13 hijos sola.

El documental nos narra la vida de una mujer luchadora y solitaria, que se casó a los 16 años con un hombre que jamás convivió con ella, solo la visitaba esporádicamente, hasta que un día no regresó.

Un primerísimo plano del rostro de esta mujer mirando la telenovela brasileña nos da la medida de la añoranza por un tiempo pasado, por una felicidad que apenas conoció. Alla tuvo una familia con un hombre ausente, pero no renunció a la maternidad, no renunció a sus hijos, su único aliciente para continuar viviendo.

 

 

Esta mujer protectora de sus hijos se nos presenta como un ejemplo de madre, pero también como una mujer alienada, que no tuvo la compañía de su pareja, solo una soledad y el deseo de vivir a toda costa.

En la estructura del documental Lenia se vale del paratexto para dialogar con Alla. A manera de interrogante vemos en pantalla una pregunta: ¿Y nunca tuviste miedo?

La cámara recrea una casa humilde, y por única compañía un televisor Panda. Alla fue una mujer osada, que nos narra su ayuda a los rebeldes en la Sierra, nos dice que conoció a Raúl, a Celia, a Fidel, que solo sintió miedo por sus hijos, ella nunca tuvo miedo a la muerte.

Siguiendo la estética del documental de observación, mezclándolo con imágenes de archivo, (de la lucha en la Sierra y la llegada de Fidel a La Habana), la cámara establece un interesante contrapunteo entre las confesiones de Alla, su soledad, su amor a la revolución y su desmedido amor a sus hijos. Alla les decía: cuando todo esto termine, llegará lo bueno.

Otro de los paratextos a  manera de interrogante es: ¿Qué pasó cuando llegaron la lluvia y el viento? Las imágenes del ciclón Flora nos recrea uno de los momentos más duros para Alla y su familia, el documental Ciclón, de Santiago Álvarez, le sirve a la realizadora para connotar este terrible suceso metereológico en el que la protagonista perdiera su casa, el ciclón me llevó la casa dice, estaba sola con mis hijos, fue terrible lo que pasamos.

Otro de los segmentos más conmovedores del documental lo es el dedicado a Angola. La interrogante: ¿Y lloraste mucho con Angola? Le sirve a Lenia para dialogar con su protagonista sobre la partida de uno de sus hijos para la guerra.

Este segmento del documental nos recrea lo que significó Angola. Alla siempre confió en que su hijo regresaría, rezaba por él, dice a cámara, mientras vemos en pantalla imágenes conmovedoras de la guerra, del homenaje a los combatientes caídos y del regreso de los sobrevivientes.

Todo el tiempo se insiste en los primerísimos planos para connotar la tristeza del rostro de esta mujer, sus años entregados al cuidado de sus hijos y la persistente soledad y pobreza.

En el segmento titulado: ¿Y tiene nombre el dolor? Se nos narra de manera descarnada la tristeza por la pérdida de uno de sus hijos. Alejandro sufrió un accidente en otro país, “yo lo presentía”, dice a cámara. Es sencillamente desgarrador este momento tan intimista en el documental, ya que  podemos sentir el dolor de la protagonista cuando confiesa cuánto siente no haber podido estar al lado de su hijo, que perdió la vida en un accidente en otro país.

“De salud estoy bien”— dice— “pero a veces tengo que hacer un esfuerzo para que no se vea lo que llevo dentro”. Estas confesiones se refuerzan en pantalla con el rostro de la protagonista en un primerísimo plano que muestra todo el dolor sufrido a lo largo de su fatigosa experiencia de vida.

A manera de cierre una provocadora interrogante: ¿Cambiarías esta historia? Pero Alla confiesa que esa es su familia, la que adora, la que siempre ha amado, de la que se siente muy orgullosa. Su lugar en el mundo está en su hogar, ella es feliz allí, con sus hijos, nietos, y con el  paisaje de la Sierra que siempre amó. Es en este segmento que la vemos sonreír por primera vez en el documental. Esa es su manera de vivir, esa es su manera de reafirmar su sentido más humano, la dedicación que ha brindado a su familia todo el tiempo, por la que ha vivido y seguirá viviendo.

Como auténtica hija de la diosa de las montañas, Alla es una protectora de su hogar, a ello ha dedicado su vida, a permanecer, pareciera decirnos Lenia Sainiut, ella ha decidido luchar estoicamente contra todo y todos, contra el abandono de su hombre, contra la soledad, contra el dolor, contra la muerte. Esta parecería ser la tesis de este primer documental, que tiene en el centro del conflicto a Alla, la guardiana del hogar.


El segundo de los documentales de la trilogía Las Hijas de Cibeles se titula La guardiana del jardín. La protagonista es una mujer que desde el mismísimo comienzo deja bien claro que para ella no puede existir un mundo sin flores.

Las flores son el centro de la vida de Amparo Almenares Roblejo, alrededor de ese jardín que ha sembrado esta mujer con el paso de los años gira la vida de la protagonista del documental. El mismo discursa sobre el significado que tienen las flores para ella. La cámara insiste en mostrarnos el mundo colorido de las flores, y como esta mujer se integra al jardín como una flor más.

 

 

El discurso en off le sirve a la realizadora para desnudar el alma de su protagonista. Yo quiero mucho las matas, la vida me faltaría sin las flores dice, y es en estas confesiones que vamos conociendo el mundo interior del personaje, que a manera de proyección tiene en el paisaje de la Sierra Maestra su verdadero hogar florecido.

Las imágenes nos muestran la casa de Amparo en el mismo corazón de la Sierra, la belleza de las montañas se mezclan con la belleza del jardín de esta mujer que todo lo que tiene que decir es acerca de su jardín y el cuidado que ella le brinda con el día a día.

En un sentido parlamento dice: no hay lujo más lindo que un jardín, tú puedes tener una casita de yagua limpia, y un jardín, entonces tu casa es bella. A través de estas confesiones sabemos que para ella las flores son el centro de sus días, su razón de ser.

Todo el documental está encaminado mostrarnos a una mujer que vive y respira por las flores. La protagonista entre las flores es una más. Hay en La guardiana del jardín una sutil manera de hacernos partícipes de la alienación de esta mujer. Se advierten a través de las imágenes una empatía total de Amparo con sus flores, ella les habla, les pone música y pasa la mayor parte en su compañía.

Todo lo que el personaje dice a cámara está relacionado con el mundo de las flores, rara vez se la oye hablar de su familia, en un segmento del documental se refiere a su compañero para decir que él le ha dicho que es como una abeja, que vive de flor en flor.

Lo real maravilloso se pone de manifiesto en este documental, para narrarnos una historia conmovedora, una historia que nos muestra a una mujer sencilla y. su gran amor por las flores.

Su propio nombre dice Amparo significa amparar a alguien o a algo, en este caso son las flores lo que cuida con esmero, esa sencillez se trasluce en el discurso visual de Lenia que no complejiza la historia que narra, sino que nos la muestra con la misma sencillez que la protagonista se desnuda ante la cámara.

Una de las hijas de Cibeles hizo de su corazón la casa de las flores, dice al comienzo del metraje, sabemos de antemano cuál será el motivo impulsor de la vida de la protagonista, mujer que sólo tiene un objetivo mayor en su vida, y es la protección de sus flores y de su jardín. Su vida cobra sentido por las flores, ellas son su signo, su leitmotiv, su verdadera felicidad.


El último documental de la trilogía Las Hijas de Cibeles se titula Las guardianas del sustento. Los personajes de esta historia son dos mujeres de la Sierra. Belkis tiene 60 años y trabaja como ganadera en la zona, incluso es una de las mejores, y Nidia es una recolectora de café, recorre muchos kilómetros diarios  para su trabajo, recoge hasta 20 latas de café al día.

La historia de vida de estas dos mujeres se nos narra de una manera muy poética en el documental, que mezcla la observación y la entrevista de manera sutil, porque las confesiones a cámara parecen revelaciones espontáneas de las protagonistas sin que medie interrogante alguna.

Todo el tiempo asistimos al día a día de estas dos mujeres, la labor que realizan en sus respectivas trabajos son el centro de la trama del documental, que por medio de los primerísimos planos acentúa la ambivalencia en el discurso de género, al mostrarnos a los personajes vistiéndose para ir al campo, en medio de ese ritual llegamos a cuestionarnos por instantes si en cámara el que se viste es un hombre o una mujer.

 

 

Las guardianas del sustento discursa también sobre la soledad de estas mujeres serranas: ambas pasan muchas horas del día dedicadas a un duro trabajo, que en esencia redunda con una vida signada por el abandono, aunque en pantalla la satisfacción por la labor que realizan sea la que para ellas cuenta.

La fotografía recrea los paisajes de la Sierra como un personaje más de los tres documentales. En este último es esencial para conformar un cuadro íntimo con las protagonistas, ese paisaje es la única compañía de estas trabajadoras incansables que regresan a sus casas ya de noche, después de haber trabajado durante muchas horas en el día.

La poesía de la cotidianeidad se pone una vez más de manifiesto en este audiovisual. A Lenia le interesa mucho resaltar lo que se esconde detrás de esa rudeza que se nos muestra en pantalla. Belkis y Nidia realizan un trabajo que por siglos de dominación patriarcal le era asignado a los hombres. La cámara hace énfasis en los disímiles trabajos de sus protagonistas, por ejemplo: el corte de caña, cargar sacos pesados de frutas, el pastoreo de vacas, el chapeo de hierbas en el campo entre otros.

La sencillez y la humildad recorren de principio a fin este documental, signado por un discurso intimista, que nos muestra a dos mujeres que han encontrado su lugar en el mundo por medio del rudo trabajo. Es el amor al trabajo el motivo principal de las vidas de ambas, es el amor a sus sembrados, a sus animales lo que las impulsa a seguir luchando, solo que Las guardianas del sustento también conmueve por lo que no se dice en el documental, lo que está detrás de las imágenes que hablan por sí solas.

Las Hijas de Cibeles es una trilogía de género, que discursa sobre  la vida de las mujeres en la Sierra Maestra, sus añoranzas, sus soledades, sus insatisfacciones y también, por qué no decirlo, la alienación, que de alguna manera sufren por querer suplir carencias con: trabajo, hijos y flores.

Cine de poesía que nos desnuda a una realizadora interesada en los conflictos de mujeres en contextos difíciles, una realizadora a la que le importa el ser humano, la poesía de lo cotidiano, y sobre todas las cosas, la sencillez, la humildad, lo verdaderamente auténtico
 

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