Una de las mayores dificultades para la convivencia pacífica entre cubanos, y para andar el difícil camino hacia la democracia, es confundir el respeto debido a todo ser humano con ser cómplice, ceder a sus desmanes o conceder aquello que se considera innegociable por principio.
Con demasiada frecuencia vemos presente en las relaciones interpersonales, sociales e internacionales, que las faltas de respeto, las calumnias, las descalificaciones y los juicios a priori sobre la persona, su vida privada, su familia, sus relaciones, e incluso sobre sus intenciones, embarran y enconan la vida política, la convivencia social, las relaciones entre los diferentes grupos de la sociedad civil, la comunión e interacción que debería existir y cultivarse entre cubanos, seamos de la Isla o de la Diáspora.
¿Qué es el respeto?
Deberíamos comenzar por considerar en qué consiste el respeto hacia uno mismo y el respeto social. La base principal, inalienable y universal sobre la que se edifica el respeto es la dignidad de toda persona humana. De este principio brota toda la fundamentación del respeto por uno mismo y por los demás independientemente de su condición, filosofía, ideología, religión, preferencia sexual, opción política o cultura.
El respeto a la dignidad humana “significa que un individuo sienta respeto por sí mismo y se valore en todo su ser, al mismo tiempo que es respetado y valorado en todas sus dimensiones y derechos. Implica la necesidad de que todos los seres humanos sean tratados en un pie de igualdad y que puedan gozar de los derechos humanos que son inherentes a su condición humana.”
En otro estudio se explica que “el respeto es un concepto complejo, considerado de forma diversa en cada uno de las áreas del pensamiento: por ejemplo, en la psicología se asocia a la identificación y otros mecanismos inconscientes, mientras que en sociología se asocia a la tolerancia. Por otro lado, es un medio de control social, que es promovido por cada cultura como una manera de facilitar la convivencia de grandes grupos de personas, evitando los conflictos sociales”.
Una vez que hemos recordado qué entendemos por respeto podemos profundizar en la diferencia que hay entre el respeto y la complicidad, entre respetar y ceder principios, entre respetar y coincidir. Son actitudes esencialmente diferentes que con demasiada frecuencia son confundidas y manipuladas para crear un ambiente de confrontación, encono, ofensas y ataques de todo tipo. Así no se construye nada: ni la convivencia, ni el consenso, ni el pacto social, ni mucho menos la democracia.
Si queremos vivir en democracia, el primer paso es el respeto al otro, a su dignidad, a sus derechos. No se pueden defender los Derechos Humanos faltando el respeto a los demás. El respeto es el primer peldaño para subir de un comportamiento incivil a una sociedad civil. Sin este presupuesto es del todo imposible que Cuba cambie hacia la libertad y la democracia. Sin respeto se avanza hacia el libertinaje y el caos social. No permitamos las faltas de respeto entre cubanos. Exijamos respeto antes que todo lo demás. El respeto es la puerta de salida a la democracia. Es la piedra angular de la convivencia.
Características del respeto mutuo
En su trabajo titulado “Respeto” de Julia Máxima Uriarte, la autora presenta algunas características de esta actitud cívica:
El respeto es una virtud moral, es el respeto a uno mismo, el respeto al otro. El respeto es al mismo tiempo una responsabilidad personal que se expresa como tolerancia social. Sin embargo, el respeto puede manifestarse de otras diversas maneras, entre ellas: como respeto a la ley, respeto basado en el miedo, respeto por admiración o amor, respeto por conveniencia.
Propuestas
Como siempre dicen los lectores, todas las propuestas son posibles pero difíciles de implementar en las actuales circunstancias de Cuba. No obstante, persevero en el propósito de no concluir ninguno de mis textos sin despertar la conciencia de que no debemos quedarnos paralizados, ni aplastados por la inmensidad de la tarea. Eso es precisamente lo que alejará el cambio estructural que deseamos. El primer paso es creer en la fuerza de lo pequeño, en la fecundidad de la semilla, y sembrarla hasta donde llegue el campo de nuestras posibilidades. Peor es no hacer nada.
Con relación a la virtud social del respeto mutuo podemos proponer lo siguiente:
Que cada persona tome conciencia de que “El respeto es una calle de dos vías, si lo quieres recibir, lo tienes que dar” (R.G. Risch). Nadie podrá recibir respeto si no se respeta a sí mismo y respeta a los demás. Recordemos la frase de Confucio: “Sin sentimiento de respeto, no hay forma de distinguir los hombres de las bestias.” La noble sociedad cubana sufre cada vez más la bestialidad de la violencia psicológica, verbal, física y social.
La familia debe ser el primer semillero donde se cultive la virtud del respeto mutuo. Si los padres no se dan a respetar ante sus hijos, no pueden esperar que estos los respeten. La convivencia familiar puede y debe ser un espacio privilegiado y alcanzable para educar en el respeto a la diferencia. Nada más educativo y bonito que los padres respeten sin malcriar a sus hijos.
La escuela es, o debería ser, otro de los espacios educativos en la virtud del respeto. Cada educador debe darse a respetar y no solo respetar las diferencias de sus alumnos sino ser el garante del respeto mutuo entre ellos.
La Iglesia puede y debe ser otro espacio donde se ejerza y fomente el respeto a la diversidad de carismas, de misiones, de estilos, sin uniformar a los fieles mimetizando la pretendida uniformidad de la sociedad.
En el seno de la sociedad civil cubana debemos insistir más, mucho más, siempre y en todas partes, en el respeto a la diferenciación de roles de los diversos grupos. El respeto a los demás proyectos y estilos debería ser la certificación de ciudadanía de todos los grupos de la sociedad civil. Un grupo o un líder que no se respeta, ni respeta a los demás no alcanzará a promover el activismo cívico.
Los que ejercen la autoridad de cualquier forma solo podrán exigir legitimidad y respeto si siempre, y en todo procedimiento, primero establecen un ambiente de respeto y aceptación de la diferencia. Es la base de toda autoridad moral, que llamaron los clásicos auctoritas. Sin respeto solo quedará la fuerza bruta e incivil.
Creo que es urgente, prioritario y estructuralmente fundamental, que todos los cubanos comencemos por dar el primer paso hacia la democracia: el respeto mutuo entre todos los cubanos. Cuba sin respeto entre sus hijos será irrespetada. Todos, donde quiera que estemos podemos crear a nuestro alrededor un clima de respeto mutuo.
Es una virtud moral pero también una indispensable responsabilidad social.
Respetémonos.
Hasta el próximo lunes, si Dios quiere.
*Publicado originalmente en Convivencia.