Cynthia Hudson, nativa de Los Angeles, California, de padres cubanos, vicepresidenta senior y directora general de CNN en español, además de directora de estrategia hispana de CNN en Estados Unidos, fue grabada despotricando de los cubanos de Miami.
Hudson dijo que los cubanos apoyan a Trump porque se sienten "atraídos por los matones", estableciendo una franca comparación entre el presidente de los Estados Unidos y los dictadores que han esclavizado a la isla durante 60 años.
Hudson fue grabada por James O’ Keefe, del proyecto Veritas de investigación periodística, quien durante meses estuvo grabando las llamadas editoriales de CNN y documentando cómo planificaban diariamente sus ataques contra el presidente Trump, con la supuesta colaboración de un empleado de CNN.
En la grabación se escucha cuando Hudson dice: “Trump ha usado la retórica del comunismo y el socialismo como parte de su anzuelo para los cubanos en Miami, eso ha resonado y el equipo de Biden no ha hecho lo suficiente para contrarrestar eso. La única razón por la que ellos están apoyando a Trump es por esa narrativa. Esa narrativa y el hecho de que, lamentablemente, lo tengo que decir, que ahí hay una población que se siente muy atraída por los matones y nadie se les opone adecuadamente en Florida. Los cubanos van a votar por Trump, y eso es terrible. Creo que hay una manera de contrarrestar la narrativa en Florida que no se está aprovechando”.
De las palabras de Hudson contra los cubanos de Miami se desprenden varias cosas:
Una, que Hudson es bastante ignorante sobre los cubanos de Miami y su pensamiento político. Esta mujer, criada en un contexto cubano, conoce muy poco del pasado político e histórico de la isla. Sólo alguien con muchas carencias intelectuales, como ella, puede creer que los cubanos votan por Trump porque se sienten atraídos por un abusador intimidador que ejerce el poder como un matón. Y es que, para seguir con el lenguaje de Hudson, esta narrativa sobre Trump, como déspota abusador, es un invento de CNN y la Media norteamericana, que lleva 4 años inventando mentiras y promoviendo un discurso completamente alejado de la realidad de manera deliberada, tal y como demuestran las grabaciones de Veritas.
Dos, que Hudson no tiene ni idea de lo que es vivir en una sociedad comunista despótica como la cubana, por lo que le resulta incomprensible que los cubanos del sur de la Florida sepan detectar, claramente, en el discurso político demócrata las ensoñadoras, pero muy dañinas, ideas del socialismo. Y que, justo por eso, se lo advirtieron a los venezolanos, que hicieron caso omiso y ahora sufren el chavismo. Y que, justo por eso, llevan años advirtiéndoselo a los colombianos, que desde hace mucho coquetean con el marxismo, con figuras como Petro.
Tres, que Hudson, como muchos idiotas útiles, es incapaz de entender lo que es el socialismo ni cómo se manifiestan sus ideas marxistas hoy en día. O están convencidos, en parte por el adoctrinamiento que recibieron en las universidades, de que el socialismo es bueno. O, en el extremo más idiota, que el Partido Demócrata no es socialista. Y es que la máxima idiotez de los acólitos del Partido Demócrata de hoy es que son socialistas y ni siquiera lo saben. Los idiotas útiles, como Hudson, critican que los cubanos viven azotados por el supuesto trauma del fantasma del socialismo y el comunismo que les arrebató el país, porque no creen que los altos impuestos, las medidas económicas proteccionistas, el intervencionismo estatal en la vida de los individuos, la limitación de las libertades ciudadanas, las fronteras abiertas, la promoción de la ideología de género, el adoctrinamiento educacional, el control financiero de la banca, la destrucción de las empresas nacionales con malos tratados comerciales, y la implementación de la industria ecológica a costa de la destrucción de la industria energética, sea socialismo.
Cuatro, independientemente de que Hudson se identifica ideológicamente con el Partido Demócrata, sabe muy bien qué decir para congraciarse con sus jefes.
Cinco, que Hudson sabe que la política editorial de CNN ha buscado, desde su fundación, congraciarse con la dictadura comunista de La Habana, para conservar la corresponsalía que la compañía tiene en la isla. Un privilegio otorgado por Fidel Castro a Ted Turner.
Seis, que los comentarios de Hudson son muy racistas, pues al calificar a los cubanos de Miami como “atraídos por los matones”, les otorga la categoría de seres intelectualmente indigentes, inferiores a los, como ella, iluminados socialistas del Partido Demócrata, que los consideran (risita cínicamente burlona de por medio, como se puede escuchar en la grabación), incapaces de percibir la realidad de la política americana. Los discrimina, al tratarlos como oligofrénicos, como enfermos mentales, o, cuando menos, como individuos de segunda clase, por el simple hecho de votar por Trump, que, por demás, ha sido un presidente mucho más exitoso que Barack Obama, ese ídolo de barro que glorifica CNN y toda la izquierda americana, que no sólo le hizo múltiples concesiones a la dictadura sin obtener nada a cambio, sino que, como estocada final a su comportamiento miserable hacia los cubanos, eliminó la política de pies secos, pies mojados, días antes de dejar la presidencia, dejando a cientos de cubanos atrapados en un limbo migratorio.
Es como si Project Veritas hubiera grabado al presidente de CNN Jeff Zucker, jefe de Hudson, diciendo que los judíos que votaron por Trump son unos fanáticos religiosos atraídos por el nazi que les puso la embajada en Jerusalén. Aunque si hubiera pasado algo como eso, Zucker no hubiera necesitado operarse del corazón, estaría muerto de un infarto, luego de que sus jefes de AT&T lo despidieran por racista antisemita. La comunidad cubana es la única comunidad inmigrante de Estados Unidos que ha sido históricamente vilipendiada y ninguneada por la izquierda americana sin consecuencias.
Si esto que hizo Hudson se lo hacen a la comunidad negra o a la judía, más de una cabeza correría en CNN. Este infame comentario sobre una exitosa comunidad de inmigrantes, con una amplia representación en el Congreso de los Estados Unidos y de gran éxito económico, debería provocar que rodara la cabeza de Hudson si los mandamases de AT&T tuvieran un poco de dignidad.
Cynthia Hudson ha navegado por los medios de comunicación con el cartelito de cubanoamericana, pero nunca ha tenido un verdadero afecto por los cubanos de la isla. Según un exproductor que trabajó bajo su mando en el canal Mega TV de Miami, y que prefiere el anonimato, se refería despectivamente a su competidor en Miami, América Teve, canal 41, como “balsa TV”, en una franca alusión a que la audiencia de ese canal era de cubanos recién llegados o “balseros”, un calificativo discriminatorio y racista que le endilgan ciertos grupos de cubanoamericanos como Hudson, y otros hispanos, a los cubanos provenientes de la isla después del éxodo de balseros de 1994.
Pero después de todo, no es de extrañar el comportamiento racista de Hudson, CNN lleva años congraciándose con el gobierno comunista de La Habana. Y su corresponsalía en la isla parece más bien una extensión del aparato propagandístico del castrismo. De esa corresponsalía jamás sale un trabajo periodístico que refleje la crítica situación sociopolítica y económica de la isla. Todo lo contrario, se han dedicado a encubrir los desmanes del régimen, a hacer apología de algunos de sus crímenes e incluso, bajo la guía de Hudson, han creado un departamento de documentales para hacer insufribles distorsiones sobre personajes nefastos, como es el caso del documental “Rescatando La Habana”, que buscaba ensalzar la figura del siniestro Eusebio Leal, sabiendo que estaba al borde de la muerte. Leal, esa especie de Rasputin de la cohorte de súbditos cercanos a Castro I, ese chupasangre del patrimonio cubano, quien, oculto tras el supuesto rescate de La Habana, construyó, con la protección de Fidel Castro, un millonario negocio que, entre edificio y edificio reparado una y otra vez, llenaba las arcas del castrismo a base de donaciones extranjeras y negocios sucios bastante lucrativos. Aunque la obra cumbre de CNN en español es el documental “Un viaje con Fidel”’, producido y dirigido por Eduardo Suárez, quien fuera vicepresidente de programación de CNN en español, y al que su propia jefa y amiga de años, Cinthia Hudson, supuestamente, según empleados de CNN, tuvo que cortarle la cabeza por la metida de pata durante la trasmisión de la noticia de la muerte de Fidel Castro, que fue un verdadero desastre desde el punto de vista editorial, con los célebres errores del periodista y conductor Luis Beltrán, quien dijo: "Hemos tenido noticias que Fidel Castro, el exlíder de Cuba, ha murido", dando paso a una cadena de errores que evidenció que CNN no estaba preparada para lo ocurrido, pues ni una biografía de Castro tenían a mano.
El supuesto despido de quien hasta ese momento había sido mano de derecha de Hudson por mucho tiempo en cuanto puesto directivo ésta tuvo, fue disfrazado de retiro forzoso muy bien remunerado. El caso de Suárez es patético, porque él sí sufrió los desmanes del socialismo, y terminó haciendo una oda a Fidel Castro.
La complicidad más reciente de CNN con el castrismo es el reportaje de su corresponsal en La Habana Patrick Oppmann, sobre una incautación de drogas, que es toda una alabanza a la lucha contra las drogas de la dictadura cubana. La misma dictadura que ha estado vinculada al tráfico de estupefacientes desde los años 80, según el testimonio de connotados narcotraficantes como Carlos Lehder. Un reportaje que parece más un anuncio pagado del gobierno cubano para congraciarse con el demócrata Joe Biden, quien supuestamente ganó las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, aunque éstas están siendo desafiadas en los tribunales por el presidente Trump, bajo serias acusaciones de fraude.
Todo esto pasa, mientras el castrismo, que pone sus esperanzas de salvación en una política laxa de Joe Biden, ve cómo La Habana se conmueve por la protesta de los jóvenes en huelga de hambre del movimiento San Isidro y la de otros cientos que, en apoyo a los huelguistas, se manifestaron frente al Ministerio de Cultura, y reacciona con la militarización de La Habana por los boinas negras (las mismas fuerzas antimotines de élite del régimen que salen en el reportaje de CNN custodiando la droga), y con una campaña de difamación en los medios oficialistas cubanos.
Lo del anuncio pagado queda claro en las propias palabras de Oppmann: "son señales de humo que el Gobierno cubano está enviando al Gobierno de Biden para transmitirle que buscan establecer una nueva relación".
La campaña es evidente en las palabras de José Cabañas, el embajador de Cuba en Estados Unidos, quien escribió en su cuenta de Twitter: “Los funcionarios dicen que están viendo un aumento en los barcos de contrabando de drogas que se dirigen a los Estados Unidos, pero esperan que la administración entrante de Biden reanude un esfuerzo conjunto de la era de Obama para aumentar la cooperación en la actividad antinarcóticos”.
El “Center for Free Cuba” lo deja claro cuando, haciéndose eco del reportaje de CNN, dice en Twitter: “Los funcionarios cubanos están tratando de volver a los días en que Estados Unidos compartía inteligencia sobre narcóticos y están participando en una campaña de desinformación que ha atrapado al reportero de CNN Patrick Oppmann”.
También recordaron que ya Yoani Sánchez ha advertido en un ensayo del 12 de agosto de 2014, que los corresponsales extranjeros "siempre están en peligro de convertirse en rehenes, primero, y luego en colaboradores del régimen gobernante".
En resumen, que Cynthia Hudson no es más que uno de los tantos militantes a favor del castrismo que pululan en la prensa cubana. No asombra para nada que esta ejecutiva de los medios, que nadie se explica como ha permanecido tantos años en CNN en español, a pesar de su mala gestión económica y editorial (así ha sido en cuanto puesto ejecutivo ha tenido en los medios de comunicación), con una programación insufrible, que nunca ha logrado tener audiencia en Estados Unidos, tenga, a pesar de ser descendiente de exiliados cubanos, una visión tan racista y anticubana, después de todo, un viejo refrán nos alerta de que “no hay peor astilla que la del mismo palo”.