Michelle Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, llegará este miércoles a Caracas con una "profunda preocupación" en su cartera, pese a la bienvenida que le ha preparado el chavismo: la excarcelación de tres de los 715 presos políticos que albergan sus cárceles. Uno de ellos, además, es el ex diputado Gilber Caro, desaparecido durante 53 días, cuya libertad han demandado tanto el Parlamento democrático como organizaciones no gubernamentales.
El informe previo del equipo de derechos humanos de la ONU, hecho público en marzo por la ex presidenta de Chile, ya adelantaba la persecución política, torturas y ejecuciones extrajudiciales llevadas a cabo por agentes gubernamentales. Y de ahí la profunda preocupación ante la "magnitud y la gravedad del impacto en los derechos humanos de la crisis actual en Venezuela, que constituye además un inquietante factor de desestabilización en la región", como resumió Bachelet.
Los reportes de la alta comisionada sobre Venezuela han sido severos y críticos sobre violaciones de derechos humanos y dudo que cambien con su visita. Pero en el análisis costo/beneficio, a Maduro le conviene la visita presencial de Bachelet como reconocimiento implícito de su investidura. Varios rumores apuntaban a que el chavismo aprovecharía la visita de Bachelet para liberar a más presos de la lista interminable. Hace sólo un año eran alrededor de 200 los presos políticos recluidos en las mazmorras revolucionarias.
El relato realizado por el diputado excarcelado en el Pleno celebrado ayer martes aportó una nueva prueba de la impunidad con la que maneja la revolución la persecución contra sus oponente políticos. "Me aislaron durante 30 días en una celda del Helicoide, de un metro, sin bañarme. En ningún momento me pegaron. Ahí en la celda me acosté en el piso, me propuse comer, me siento bien de salud", precisó Caro tras su ex carcelación, llevada a cabo por funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). Caro añadió que la comida se la proporcionaba Juan Requesens, el otro diputado preso en la sede de la policía política.
Al dirigente de Voluntad Popular (VP) se le acusó de no haber acudido un día al juzgado para cumplir con el régimen de presentación tras ser liberado el año pasado. El dirigente opositor, primer detenido del Comando Antigolpe, fue capturado en enero de 2017 cuando viajaba con su novia, tras sembrarle armas en su vehículo. Tanto en ese momento como ahora se le vulneró su inmunidad parlamentaria.
"Nunca debió estar preso, pero no es libre, como aún Venezuela no lo es. La puerta giratoria de nuestros presos políticos sólo se frenará en democracia", se quejó Juan Guaidó, presidente del Parlamento.
Una historia tan escabrosa como la de Caro mantuvo en prisión durante 15 meses al joyero Melvin Farías y a su vigilante, Junior Rojas. Ambos protagonizaron un altercado con el hijo de Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), y con sus escoltas. De forma arbitraria, y sin juicio, acabaron con sus huesos en otra celda, pese a que sus familiares y amigos incluso llegaron a manifestarse en las cercanías del Palacio de Miraflores.
"Hay cuartos de tortura en la sede la Dirección General de la Contrainteligencia Militar, en la prisión militar de Ramo Verde y en el Helicoide", denunció Alfredo Romero, presidente del Foro Penal, quien advirtió sobre la política habitual que aplica el chavismo, las famosas puertas giratorias: unos pocos presos salen y otros muchos entran.