"José Martí, el ojo del canario" es una de las películas más importantes de la cinematografía cubana en las últimas décadas. Lo atestigua una trama que tiene como eje central la figura de José Martí y su vigencia en la sociedad cubana, más allá de los discursos manidos con los cuales se aborda el legado del Héroe Nacional de Cuba desde las posturas oficiales.
La cinta, de Fernando Pérez, cumple este año el décimo aniversario de su estreno en los cines cubanos. Su exhibición fue todo un acontecimiento cinematográfico, entre otros motivos, porque refleja a Martí desde un perfil humano y desacralizador muy poco visto entre los cubanos.
Fernando lo baja de ese pedestal inerte en el que la conveniencia política o la desidia lo han situado para analizar también, a través de su accionar, la Cuba de este siglo.
No hace falta que la línea narrativa lo esclarezca completamente, porque cualquier espectador avezado sabe que el filme recupera al héroe para los cubanos desde esa concepción ética de la obra de Fernando, que en este filme alcanza su total plenitud.
La película muestra una parte de la infancia y los primeros años de Martí y su toma de conciencia política a favor de la independencia de Cuba, rasgo perenne de su personalidad que fue creciendo mientras conocía los abusos del coloniaje español.
La película es un documento visual con gran fuerza narrativa que se adentra en el lado más humano del héroe, lo que permite una fácil identificación con el personaje central por parte de los espectadores, particularmente entre los más jóvenes, acostumbrados a ver a Martí como un paradigma inalcanzable o convertido en un busto que languidece en cualquier esquina de la isla.
Esta cinta mantiene las características iconoclastas del cine de Fernando Pérez, el cineasta vivo más importante del cine cubano. El director declaró durante el estreno que quiso expresar su propia cercanía con Martí y la relación estrecha que ha establecido con el pensamiento del hombre de carne y hueso, no con los monumentos producidos en serie que han desvirtuado al cubano cabal que se enfrentó hasta la muerte a los poderes de su época.
Fernando sabe que cada cubano tiene a su Martí, que interpretan su pensamiento y el trazo de su obra intelectual y política de acuerdo con su propia perspectiva de Cuba y de sus circunstancias.
“José Martí fue un hombre de una sensibilidad muy especial que marcó la historia de Cuba, pero también fue un ser humano común, corriente, como cualquiera de nosotros. Eso es lo que hace grande a los grandes hombres. La película se sumerge en la complejidad cotidiana que formó el carácter de Martí durante su infancia y adolescencia. La mirada será más personal que histórica, más subjetiva que biográfica. Cada cubano tiene su Martí. En este filme yo trataré de expresar el mío”, expresó el laureado cineasta, autor de otras emblemáticas películas como Clandestinos, La vida es silbar, Madagascar o Suite Habana.
Para interpretar la figura de José Martí, Fernando convocó a dos jóvenes actores, Damián Rodríguez y Daniel Romero, quienes logran un trabajo creíble en la representación de dos etapas diferentes en la juventud del personaje. Los roles de los padres del joven Martí fueron interpretados por dos consagrados actores cubanos Broselianda Hernández y Rolando Brito.
La resistencia de Martí, su disidencia política frente a su tiempo, su irreverencia ante el poder establecido por el mando español, marcan la trama de esta cinta considerada un hito en las últimas décadas del cine cubano, un relato que nos devuelve finalmente a nuestro Héroe Nacional.